Las "conquistas" feministas, obtenidas hace 30 años, son hoy una realidad en la vida de las mujeres americanas. Pero ellas son más infelices que antes de ese regalo envenenado.
El problema fue abordado en el libro "The Paradox of Declining Female Happiness", escrito por los economistas Betsey Stevenson y Justin Wolfers, informó The New York Times.
La ausencia de la madre en el hogar ha traído, como uno de sus frutos, la decadencia de la familia tradicional. Esto constituye uno los mayores factores de depresión e insatisfacción entre las mujeres, afirman los autores.
El comentarista Ross Douthat observó que, según el figurín igualitario, las mujeres "liberadas de la era patriarcal", vivirían en un mundo más "respetuoso, gentil y concesivo". Pero, en realidad es un mundo más infeliz para ellas. El igualitarismo prometió un espejismo y trajo la infelicidad.
Pero no sólo fue un espejismo. Se puso "de moda" que la mujer debía trabajar fuera de su hogar, aunque no hubiera para ello una necesidad apremiante. Y, aquellas "atrasadas" que no aceptaran las imposiciones de esta moda, serían castigadas con el desprecio general.
Según el diario La Tercera, de junio pasado, las mujeres "ganan mejores sueldos, ocupan más cargos públicos y son ellas las que han tomado las riendas de los hogares, pero son menos felices que hace 30 años".
Es la polémica conclusión a que llegó una investigación de la Universidad de Pennsylvania, en Estados Unidos, que comparó los índices de felicidad de hombres y mujeres desde 1975 a 2005 y comprobó que el bienestar de ellas ha disminuido, mientras que el de los hombres aumentó. Si en 1970 las mujeres que se declaraban muy felices eran un 15% más que los hombres, hoy incluso son 8% más proclives a considerarse "no muy felices".
Este fenómeno alcanzó también a Chile. En los 70, la participación en el trabajo de la mujer llegaba a 24% y hoy se ha duplicado. Sólo un 7% tenía educación superior y actualmente ese porcentaje se quintuplicó. A pesar de eso, el 54% de ellas dice no ser más feliz que sus padres, según concluyó una encuesta realizada por Cimagroup en el año 2006.
En la última Encuesta de Salud y Calidad de Vida, el 42% de las mujeres dijo que siempre o casi siempre pensaba en la casa y la familia mientras estaba en el trabajo. Sólo un 15,5% de los hombres afirmó lo mismo. Diferencia que los fortalece: en Chile ser hombre aumenta en 38% la probabilidad de ser feliz. "Cuando la mujer se cuelga la cartera para ir a trabajar, se lleva con ella todas las preocupaciones: los niños, la nana, la casa, el jardinero", explica Birgit Nevermann.
Esta tensión ha hecho que se sientan presionadas, "provocando una fragilización de la salud mental de las mujeres", explica Francisco Aguayo, psicólogo de la Universidad Católica.
Según una encuesta norteamericana, del Families and Work Institute, en 1992 un 57% de las profesionales quería más responsabilidades en el trabajo. El año 2007, ese porcentaje bajó a un 28%. "El logro profesional conlleva responsabilidades que tienen consecuencias muy altas", explica Birgit Nevermann. "Por eso muchas mujeres terminan privilegiando a la familia".
El problema de la felicidad de la mujer es un aspecto de la cuestión. Otro, evidente, es el perjuicio causado a la familia por la ausencia de la madre en el hogar.