La televisión tiene un importante rol en la cultura contemporánea, tiene una enorme trascendencia que tiene en la formación de opinión, en la manera como se lleva adelante la entretención, el deporte. La forma como se informa la gente, en fin.
Es el lenguaje audiovisual el que pesa, y por lo tanto, es ahí donde se juega una parte importante de nuestro futuro en el ámbito cultural.
De ahí que tengamos un enorme interés en ver qué ocurre con Televisión Nacional. Aquí tuvimos, y se ha recordado, un debate hace algunos años, me correspondió como Presidente del Senado promoverlo y promover un acuerdo a partir de un estudio que venía de un profesor de la Universidad Católica, sobre cómo deberíamos llevar adelante esta televisión, velar por su autonomía, velar por la diversidad y por la pluralidad, asegurar la objetividad y el apoyo irrestricto a la verdad.
Eran algunos de los aspectos salientes de ese acuerdo que intentamos plasmar en un proyecto de ley que no prosperó. Pero ahí estaba el objetivo, y hasta la fecha a lo menos quien tiene la responsabilidad de velar porque eso ocurra es el Directorio de Televisión Nacional. En sus hombros descansa esta posibilidad, y por eso mismo que hoy día cuando miramos la proposición de Directores, no podemos considerarla una proposición satisfactoria.
¿Por qué? Porque la proposición incluye el nombre del señor Mahmud Aleuy, cuya actuación como Presidente del diario La Nación me parece completamente reñida con las responsabilidades que tiene un Director de Televisión Nacional.
Algunos dirán si acaso hay aquí factores personales, yo la verdad es que no lo conozco. He recibido una carta de una periodista, Debora Beyle que después de publicó y que me pareció muy emocionante, que habla muy bien del señor Aleuy, pero no lo conozco.
Otros han ido más lejos y dicen "No, aquí hay un veto ideológico, aquí hay una señal de intolerancia porque no aceptamos que haya personas del mundo socialista en Televisión Nacional". Pero cuántas veces hemos votado aquí por ellos, y cuántas veces vamos a votar en el futuro. Muchas.
Ojalá siempre, porque ese no es el problema. Votamos por José Zalaquett, votamos por Virginia Rodríguez, votamos por José Pablo Arellano y por Ignacio Walker. Hemos votado por muchos otros cuya lista es larga. Nada más que en Televisión Nacional.
Por lo tanto, decir que este es un acto de intolerancia, realmente es un acto de desconocimiento de lo que hemos hecho. No de palabra, sino que de acciones concretas en donde hemos dado nuestro voto para personas que pertenecen al mundo socialista.
Nuestro problema -lo hemos dicho una y otra vez- no es ni personal ni desde un punto de vista ideológico. Es simplemente porque la trayectoria del señor Aleuy, como Presidente del diario La Nación nos parece incompatible con asumir las responsabilidades que se le exigen a Televisión Nacional.
El diario La Nación se ha caracterizado durante muchos años, a lo menos durante los últimos días, por un periodismo completamente unilateral y sectario, reñido con las más elementales formas de pluralismo. La información que publica no es objetiva y no se apega ni siquiera por asomo a los cánones menores de la verdad.
El diario La Nación ha protagonizado en más de alguna oportunidad campañas destinadas a destruir la imagen y la honra de personas, sin nunca reparar el daño causado cuando se ha demostrado que todo lo hecho está fundado en la mentira, en la suposición, nunca apegado a la realidad.
Uno diría "Pero, bueno, este es un diario exitoso". Por favor, de acuerdo a los índices de verificación de la circulación tiene escasamente un 2 por ciento de la circulación. No le podrán echar la culpa a los otros medios que vendan más, es porque no tienen los lectores interés en comprar el diario La Nación, pero es peor todavía, porque los lectores son solo un 1 por ciento.
En consecuencia, todo el esfuerzo que se ha hecho no tiene ningún sentido económico, y si se sustenta, es solo porque tiene un monopolio de publicar.Aquí estamos frente a un pasquín publicitario, y lo que no queremos es que el modelo de La Nación se lleve a Televisión Nacional.
Por lo demás, el Gobierno, aquí se recordaba, este es un diario de Gobierno, bueno, en agosto del 2004, fue removido de su cargo el señor Luis Fernando Luengo, y en esa oportunidad, el Gobierno de la época señaló que era para transformar el diario La Nación, y asumieron el compromiso de convertirlo en un diario pluralista e independiente del Gobierno. Hace tres años atrás. Hace tres años dijeron "Vamos a ser el modelo de la televisión nacional, como televisión pública, en el Diario La Nación".
Han pasado tres años y hemos visto que se profundiza el sectarismo, se profundiza la injuria, se profundiza la distancia con la verdad.
Y yo quiero decirles que para eso, nosotros no podemos concurrir con nuestros votos. No podemos poner a una persona que tiene esa trayectoria profesional en el mundo de las comunicaciones en el Directorio de Televisión Nacional, porque si queremos profundizar y mejorar su autonomía, su pluralismo, su objetividad, tenemos que hacerlo con personas que tengan garantías de que en esa materia tienen una hoja en blanco, que son transparentes y que no tienen cuestionamientos de ningún sector de la sociedad.
Eso no ocurre con la trayectoria profesional del señor Aleuy en cuanto Presidente del diario La Nación. Ni siquiera podría decir cuánta responsabilidad directa tiene, pero lo ha sido, y yo por lo menos en la situación de él, yo hace mucho rato que habría renunciado, si hubiera estado algún día nombrado, porque me parece incompatible con cualquier noción de un periodismo decente lo que hace el diario La Nación.