El senador RN ha devenido en el teórico de la línea dura aliancista para enfrentar a la Concertación, cerrando la puerta a un acuerdo por las platas del Transantiago, sugiriendo la manipulación de la Casen y estrenando una política de vigilancia sobre TVN. Se ha adueñado de la pauta de la derecha, desplazando de la primera línea incluso al presidenciable de su partido, Sebastián Piñera.
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Rafael Fuentealba
En una declaración de inusual franqueza política, el miércoles 20 el presidente de RN, Carlos Larraín, relató a La Nación su gestión de última hora en todo caso fracasada- para que su partido a lo menos ya que no la Alianza- pactara con el Gobierno un entendimiento acerca del proyecto de salvataje financiero del Transantiago. El concejal de Las Condes, no obstante, se encontró ante un muro infranqueable: el senador Andrés Allamand, que le dijo en la pesada puerta del hemiciclo que era demasiado tarde para lograr un arreglo con el Ejecutivo.
Sin embargo, hace diez años, antes de "La travesía del desierto", del repliegue en Washington y su posterior reconversión en samurai de Joaquín Lavín, habría sido probablemente el propio Allamand el que intentara persuadir a Larraín -que responde al viejo molde militante del Partido Nacional- sobre la conveniencia de honrar la "democracia de los acuerdos".
Hoy, en cambio, Allamand es el teórico de la línea dura para enfrentar a la Concertación y "desalojarla" del poder, una estrategia erizada y crispada donde comparte protagonismo con senadores gremialistas como Jovino Novoa y Hernán Larraín. Este fue el tridente ofensivo que impidió un acuerdo en la Cámara Alta y que no sólo defraudó a Carlos Larraín, que quería creerle a José Antonio Viera-Gallo, sino que también puso en descubierto las aguas profundas que agitan a la Alianza de cara a 2009.
LAS SEÑALES
Y es que la semana que termina fue pródiga en señales desde la oposición conservadora respecto de cómo se está redefiniendo frente al Gobierno.
El senador Allamand, a quien la prensa parlamentaria ve muy movido cuando se activan las cámaras en una gestualidad que empezó el 21 de mayo -ese día tras el mensaje de la Presidenta organizó las respuestas aliancistas dando instrucciones a otros legisladores derechistas en clave de DT de fútbol o rugby-, demostró que "El desalojo" que escribió con Marcela Cubillos no sólo lo hizo para encabezar la lista de no-ficción de "El Mercurio", sino para dotar de un marco de referencia y de propaganda- al discurso opositor.
Mal no le está yendo en la gestión.
Durante una semana se instaló, en los medios y los expertos de uno y otro lado ideológico, que la encuesta Casen demostraba que la pobreza extrema se había reducido -el debate era si para continuar mejorando los índices había que confiar más en el crecimiento y el mercado o en la inyección del Estado-, pero el viernes 15 de junio Allamand alteró el cuadro: puso en duda la validez misma del instrumento, sugiriendo derechamente su manipulación en los intersticios técnicos de Mideplan.
Bastó este torpedo para que la Alianza se sumara a la impugnación estadística y la UDI incluso abriera un frente peligroso: involucrar a la Iglesia Católica en la ejecución de las políticas públicas contra la pobreza como garantía de "neutralidad" y eficiencia en temporada de campaña (el programa "Contacto", de Canal 13, fue utilizado como insumo de esta acción, sobre todo por su obsesiva personalización de irregularidades del programa Puente en el ex Presidente Ricardo Lagos).
Pero Allamand puede estar en varias líneas de batalla. De nuevo apoyándose en los media se lanzó contra el presidente del directorio de TVN, Francisco Vidal, consiguiendo que la instancia le rayara la cancha sobre el ejercicio de opinión coyuntural que puede permitirse el ex ministro portavoz y de Interior.
De paso, Allamand quebró una regla no escrita de la estructuración de ese cuerpo colegiado. Al vetar, por "operadores" políticos, a Mahmud Aleuy y Edmundo Pérez Yoma como nuevos directores del canal estatal, propuestos por Bachelet el martes pasado en reemplazo de la fallecida Virginia Rodríguez y del renunciado Ignacio Walker, rompió el equilibrio de representación (sublevó también lateralmente al PRSD, que nunca se siente incluido en el directorio de TVN), pero soslayó deliberadamente que el hombre de RN en la cúpula del canal es Daniel Platovsky, uno de los jefes de campaña de Sebastián Piñera en 2005 y ex vicepresidente del partido.
LA APUESTA
La lectura de los tres movimientos de Allamand es una inequívoca confirmación de que la aplicación práctica del "desalojo", donde la intransigencia en el Congreso es fundamental -como lo comprobó in situ Carlos Larraín-, no autoriza fisuras ni flexibilidades negociadoras.
El senador de la Décima Región Norte apostó a invalidar de un plumazo uno de los pocos éxitos que podía mostrar la administración bacheletista, los índices favorables en la lucha contra la pobreza, especuló con aumentar la crisis del Transantiago -con su efecto expansivo en la justificada irritación ciudadana y en la corrosión del equipo ministerial político- y notificó que la vigilancia que la derecha -con distintas modulaciones- ha ejercido en TVN será inflexible.
En este contexto no hay registro de indicios de Allamand proponiendo un acuerdo al Gobierno por Transantiago, a diferencia de Pablo Longueira, el senador de la UDI que está ensayando la otra vía y que hace varias semanas levantó la tesis de un pacto similar al cual él suscribió en 2003 con el tándem Ricardo Lagos-José Miguel Insulza.
El problema para la agenda propia de Longueira es que hoy la derecha está hegemonizada por la estrategia de "desalojar" La Moneda y no negociar con sus ocupantes, aunque éstos paguen el arriendo puntualmente.