Manos a la obra ahora
ENERO DE 2017 quedará grabado en la memoria de los chilenos por una catástrofe sin precedentes. Llevamos tres semanas de voraces incendios en seis regiones, que han dejado una ola de devastación y angustia. Como corresponde, solo cabe enfrentar con unidad y solidaridad la reconstrucción que se viene por delante. En eso, el corazón de los chilenos nunca falla. Así lo demuestran los millares de voluntarios y las campañas de ayuda que se multiplican. También el compromiso de las más de 20 mil personas que combaten el fuego: bomberos, brigadistas, policías y FF.AA. Y la oportuna ayuda de privados, graficada en la donación del SuperTanker de Lucy Avilés.
Ello no obsta a que cada uno cumpla su rol, no hay que confundirse. La oposición tiene el deber y la obligación de colaborar y aportar su experiencia al gobierno, incentivando lo bueno, pero haciendo presente lo que no se hace bien. Por ello, no caben descalificaciones políticas cuando se señalan errores para corregirlos. Aunque duela, no nos engañemos: el gobierno actuó tarde y mal, hubo negligencia y falta de liderazgo.
Hay casos emblemáticos: la demora de una semana en decretar zona de catástrofe, el deplorable funcionamiento de Conaf (tenía ¡Tres de sus seis aviones! en pana), la reticencia a la llegada del Supertánker (se demoró 4 días y solo fue recibido cuando La Moneda se aseguró que los donantes pagarían ¡Hasta el agua!) y la falta de conocimiento técnico del director de la Conaf, quien insistió en que este avión -aplaudido por la gente en cada descarga- u otros similares, no servían para la geografía chilena.
Ahora hay que corregir errores, entendiendo que Chile es un país de emergencias, que no son la excepción: terremotos, tsunamis, aluviones, volcanes, incendios cada vez más voraces, inundaciones, etc. Tenemos que adecuar nuestra institucionalidad, no hay tiempo que perder. Por ello, no es entendible que la administración Bachelet haya tenido tres años durmiendo en el Congreso los proyectos del gobierno del Presidente Piñera que creaban una nueva Onemi y transformaban la Conaf en un organismo público. Dos iniciativas extremadamente necesarias y así lo ha tenido que reconocer el gobierno: forzado por la catástrofe, tuvo que incluir los proyectos sobre Onemi y Conaf en las prioridades legislativas 2017. Pero se perdieron tres años en temas que no pueden esperar un segundo más.
Lo mismo pasa con las FF.AA. Hay que dejar atrás los complejos políticos y entender que deben jugar un rol permanente y central en un sistema de emergencias. Nuestras instituciones armadas, incluyendo Carabineros, son los únicos organismos en Chile capaces de desplegarse en terreno rápidamente -con la logística, coordinación y el mando necesario- y así lo han demostrado. Su rol es tan valorado, que los vecinos de Valparaíso víctimas del último incendio acaban de pedir su regreso tras su retirada de la zona. Las FF.AA. también deben tener un papel potente en prevención. Hay que capacitarlas para enfrentar desastres naturales, labor que es un muy buen complemento en tiempos de paz para instituciones en las que el país ha depositado un rol fundamental: el resguardo de nuestra soberanía. Qué mejor que tener FF.AA. integradas al país, con un aporte profesional y social valorado por los chilenos.
Manos a la obra ahora, que lamentablemente no sabemos cuándo será tarde de nuevo.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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Santiago- Chile