Sábado 27 de Agosto de 2011
Amigotes, amistades y alianzas de Jaddafi
Hugo Chávez está descompuesto por el estrepitoso derrumbe de su aliado, Muammar Jaddafi. Y el venezolano no es el único Presidente latinoamericano compungido por la suerte del "Hermano Guía" de la "Gran República Árabe Socialista de Libia": Fidel y Raúl Castro, Cristina Kirchner, Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales y hasta Lula, viajaron a Libia a adularlo. Algunos recibieron cuantiosos financiamientos de la "Fundación Jaddafi para los Derechos Humanos": Castro, 250 mil dólares, y Morales otro tanto para su campaña electoral. No sabemos cuánto recibieron los demás.
En los años 80, altos dirigentes de la izquierda chilena, socialistas, comunistas, del MAPU y del MIR se entrevistaron con Jaddafi para buscar y prestarle apoyo. Entre otros, Jorge Arrate, Carlos Altamirano, Luis Maira e incluso José Miguel Insulza. Sólo el MIR reconoció haber aceptado su dinero y recibido entrenamiento terrorista. Más de algún civil, carabinero y soldado chileno debe haber sido asesinado con medios proporcionados por Jaddafi.
El Presidente Ronald Reagan lo llamaba "perro loco" y no dudó en enviar sus aviones para ultimarlo en represalia por los atentados a instalaciones y a un avión comercial de Estados Unidos. Pasaron 25 años para que la OTAN volviera a intentar eliminarlo. Entremedio, lo cobijaron.
Jaddafi fabuló tener poder nuclear. Presumía de socialismo y austeridad viviendo en carpas, aunque llevaba una vida subterránea palaciega y de derroche. En Occidente le quisieron creer su capacidad para desarrollar armas de destrucción masiva, y pactaron un falso desarme de lo que no tenía. Cínicamente, lo premiaron haciendo negocios, lo legitimaron y, durante el gobierno de Gordon Brown, los tribunales escoceses liberaron al esbirro de Jaddafi que hizo estallar el avión estadounidense causando centenares de víctimas. Hasta febrero pasado era recibido en todos los foros mundiales.
Hace un par de años, en Venezuela, en la isla Margarita, durante la II Cumbre de América del Sur y África, Jaddafi se reunió con los presidentes y presidentas latinoamericanos, quienes firmaron con él una declaración conjunta y lo honraron aceptando su ofrecimiento para celebrar la III.a Conferencia Bicontinental en Libia, dispuesta para fines de este año. Hasta hoy, Morales, Correa, Ortega y Chávez continúan defendiendo a su aliado y desconociendo el coraje, las víctimas y el sufrimiento de los libios que lo derrotaron.
Dirigentes chilenos y líderes extranjeros que dicen promover la democracia y los derechos humanos cortejaron a Jaddafi y quisieran olvidar esa tóxica relación que no pueden negar. Es inaceptable que, a pesar del daño que causó a su pueblo y a la humanidad, Jaddafi tenga el apoyo de varios gobiernos latinoamericanos que en unos días más celebrarán en Santiago el décimo aniversario y el compromiso de la Carta Democrática de la OEA.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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