Las armas financieras de destrucción masiva Posted: 17 Dec 2008 06:58 PM PST
Estamos en el epicentro de una falla sistémica. Todo el sistema está en crisis: el económico, el político, el social, el cultural, el sistema humano global. Todo el mundo desconfía de todo el mundo. Y en verdad no es para menos. En 1987 Ronald Reagan sacó de la Fed a Paul Volcker y puso en su lugar a Alan Greenspan. Volcker había logrado el objetivo de todo banquero central: reducir la inflación. Y la llevó del 11% al 4%. Pero no fue suficiente. Reagan quería más. Porque Volcker se negaba a desregular los mercados financieros. Y Reagan quería a un firme creyente del libre mercado, a un devoto de esa filosofía objetivista y fanática y, como en los casting, el rol fue para Greenspan. Cumplía a la perfección con lo que Reagan buscaba. De inmediato, Greenspan soltó las amarras. La Ley Glass-Steagall se fue desmoronando lentamente, sin saber que quitaban las vigas maestras de un sistema que, mal que mal, había logrado la estabilidad. Y se encendió entonces la burbuja. Ese enorme globo que terminó estallando en el rostro de todos, con estafas, robos y fraudes de variopinta índole. Los problemas actuales no son sólo el resultado de préstamos incobrables. Mayor es la linea de mega-apuestas mutuas vía derivados financieros tipo credit-default-swaps (CDS). Con ellos, una parte paga a la otra si ocurren ciertos eventos como la quiebra de un banco. Estas armas fueron diseñadas para gestionar el riesgo, con lápiz grafito y al margen de la teoría real. Pero se prestan también para jugar con grandes cantidades de dinero. Por tanto, si uno se siento seguro que el euro va a caer, hace la gran apuesta. Así fue como en 1992 George Soros apostó contra la libra esterlina y ganó, de una sola pasada, dos mil millones de dólares. Pese a ver que aquí se encontraban las armas de destrucción masiva, nadie dijo nada. Nadie hizo nada. Los banqueros centrales, el FMI (preocupado del cumplimiento de las metas de inflación) y los gurús de la economía, guardaron silencio. No previeron el caos que comenzaba a incubarse. Y también la SEC, temiendo que cualquier interferencia a estas innovaciones financieras iba a ser mal vista, guardó silencio. El mismo desmantelamiento de la Ley Glass-Steagall que desde los años 30 había mantenido separados los intereses de los bancos comerciales (que prestan dinero) con los bancos de inversión (que organizan ventas de bonos y valores) ayudó a su mezcla y fusión de intereses esquivos. Esto significó un cambio cultural. Los bancos comerciales que administran los recursos de sus ahorrantes, deben ser conservadores. Pero con estas innovaciones, pasaron también a jugar con el riesgo. Como si esto fuera poco, el 7 de junio de 2001, Bush anunció un masivo recorte de impuestos... especialmente para los de mayores ingresos. Estas reducciones tuvieron un impacto cero en la actividad económica (contrariamente a lo que dice la teoría) y sólo ayudó a alentar aún más la especulación. Con los hechos del 11-S se desató el descalabro. Y la Guerra de Irak lo empeoró todo. El precio del petróleo comenzó su aumento imparable complicando la situación de muchos países. Especialmente la de EEUU que devoraba el 25% de la producción de crudo. Ahora vienen los lamentos, cuando no hay cómo apagar el incendio. Imagen | Hawai Kai Ohana |
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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