¿Estamos realmente blindados?
dic. 27 , 2008
Contaba un ex embajador de Chile en la OEA que como poco tenían que hacer en esa estratégica destinación, se hacían muchas comidas para conversar de todo y de nada entre los embajadores. Y que, para matar el tiempo, hacían votaciones: era una época en que la mayoría de los países no podían votar, porque la mayoría eran gobiernos militares. Total, que una vez se proponen votar al país más presuntuoso de la OEA -los EE.UU. excluidos, por supuesto-, tema que les había consumido muchísimo tiempo y talento. El embajador chileno pensaba para sí: "Pobre argentino
aquí lo van a destrozar
". Pero cuál sería su sorpresa cuando el elegido por la más amplia de las mayorías resultó ser Chile. Ese país de personajes grises, austeros y tímidos. Tan lejos de los coloridos y retóricos personajes del sector norte del continente. El embajador chileno, al mejor estilo de Condorito, exigió una explicación. Y se la dieron.
En la crisis del 29 -le dijeron- tuvieron la presuntuosidad de ser el último país en dejar el patrón oro (con consecuencias devastadoras, por cierto). En mitad de la Guerra Fría, se alían con los rusos, dejando a Mr. Nixon de una pieza. Matan a un personaje en la mitad de Washington DC, como si hubiera sido en Rancagua. Y así siguieron dándole ejemplos, con nuestro embajador cabizbajo y pensativo.
Ahora resulta que "estamos blindados". Una vez más, porque yo recuerdo haber escuchado lo mismo a los cabecillas de la economía el 82, y luego para la crisis asiática.
Y, la verdad, es que en cierta forma lo estamos: en las cifras fiscales, gracias a una posición sabia y conservadora de años anteriores. Pero no así en lo demás. Blindados estaríamos si los bancos prestaran hoy lo mismo que antes de septiembre y a las mismas tasas. Pero lo que se observa es que prestan menos y a tasas mayores. Y que importantes empresas que también les prestan a los chilenos -los factorings y las casas comerciales- lo hacen en mucho menor proporción que antes y a tasas francamente desalentadoras.
Y mientras el crédito no se normalice a los niveles anteriores, la vida no puede seguir igual que antes, como sugiere la palabra "blindaje": pase lo que pase a ti no te va a pasar nada, porque estás blindado. Y como la gente no es tonta, y analiza y escucha, dejan de comprar autos y televisores. Las empresas, que sienten en el aire la sensación de tormenta, paran sus proyectos de inversión. Y los banqueros, que andan más asustados que perro en bote, se ponen "más cautelosos": que en buen romance significa prestar menos y a mayores tasas. O sea, de blindaje nada. Tanto es así, que ya se formó una "Comisión Pro Empleo" para enfrentar las dificultades con el ídem el año que viene. Y el obispo de San Bernardo llama a los empresarios a dejar de lado la función objetivo de maximizar utilidades, y cambiarla por una nueva, que sería -presumiblemente- maximizar el empleo (algo así como que "el empleo es el camino, la verdad y la vida ". Sería más que conveniente que la autoridad eclesiástica también apelara a los buenos cristianos del Consejo del Banco Central, para que bajaran de una buena vez las tasas de interés, y a los del Ministerio del Trabajo y a parlamentarios para que terminaran con la inflexibilidad de las leyes laborales chilenas, que tanto daño le hacen al empleo. No todo está en manos de los empresarios: menos aún, de los empresarios pymes, que dan como el 80% del empleo y cuyas finanzas no tienen ni siquiera un casco plástico, para qué decir de algún blindaje.
Creo que más allá de lo ya hecho en materia financiera es necesario tomar más medidas que ayuden a financiar a las Pymes de Chile, por la vía de las garantías, de mejorar el riesgo de las facturas -que son su principal fuente de financiamiento. A través de la creación de mecanismos "portables" que no dejen la distribución del crédito sólo a la banca. Un buen ejemplo son las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) de reciente creación y garantías a facturas -en estudio-, en fin, elementos que puedan ser usados en forma muy directa por los usuarios para aumentar la competencia del mercado financiero. Muchas de estas medidas pueden tener el carácter de temporal, otras de permanentes. Pero el tiempo es clave, porque la pyme no tiene mucha capacidad de aguante.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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