SER CANDIDATO
Por primera vez, y aunque falta un año, cabe la posibilidad de que en las próximas elecciones presidenciales participen más de diez personas en la carrera por reemplazar a Michelle Bachelet, y este es un hecho que, al igual que las motivaciones para presentar una postulación, puede ser interpretado de una manera positiva o negativa. Por lo pronto, cada uno de los dos grandes bloques podría llevar dos nombres, más un par o tres por los descolgados de los últimos años, otro por los comunistas, otro por los ecologistas, y con esta facilidad para poner nombres podrían salir representantes de los distintos tipos de minorías y personajes como Leonardo Farkas.
La perspectiva positiva es que demuestra la vocación de servicio de las personas y la libertad que da el sistema político para que se presenten quienes no forman parte de los dos bloques dominantes, e incluso más de un candidato para cada uno de ellos y eso es un desmentido a quienes sostienen que el sistema binominal y bipolar vigente afecta la participación de la ciudadanía.
La mirada negativa apunta a que el exceso de candidatos refleja la descomposición del sistema de partidos y su incapacidad para tomar definiciones, viéndose obligados a dejar a la ciudadanía la tarea de resolver lo que no se pudo hacer al interior de cada pacto.
Aunque falta aún más de un año para las siguientes elecciones, parece poco probable que la plantilla se circunscriba a las seis alternativas que, hasta ahora, ha habido como máximo en cada ocasión, con excepción de la primera, cuando se eligió a Patricio Aylwin.
¿Pero qué motiva a una persona a gastar dinero, tiempo y esfuerzos en una candidatura que se sabe derrotada desde el comienzo? Convengamos en que sólo dos o tres alternativas de las que han sonando son reales y las demás sólo testimoniales.
En primer lugar, hay que considerar que con la legislación actual se cubre buena parte de los gastos, siempre que la campaña sea austera, por lo que la pérdida ya no es tan alta como se podría pensar, y eso sin duda favorece la competencia democrática.
Por otro lado, el candidato puede apoyar a sus propios aliados que postulan al Parlamento y se logra un mayor acceso a los medios de comunicación para difundir las ideas y opiniones que se tienen. También hay un factor vinculado al ego: Poder contar a los nietos que se estuvo cerca de ser Presidente de Chile -aunque no sea cierto- y guardar como recuerdos las chapitas y los carteles no usados. Lo que queda por resolver es si, para los efectos de la democratización del país es bueno o no que haya candidatos para todos los gustos. Con independencia de la respuesta que se dará recién en un año más, es útil recordar la queja ciudadana respecto a la falta de alternativas reales cuando llega el momento de sufragar.
ANDRÉS ROJO T.
Periodista
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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