El actor desvela en 'Príncipe americano', su libro de memorias, los detalles de su idilio con la estrella antes de que ambos alcanzasen la fama
BARBARA CELIS - Nueva York - 12/10/2008
Tony Curtis ya no es esa belleza masculina que hacía suspirar en los años cincuenta a las mujeres. Pero sin duda, aún es consciente de lo guapo que fue antaño, hasta el punto de haber titulado sus memorias, American Prince (Príncipe Americano).
"Nos atraíamos de verdad aunque yo no estaba listo para una relación seria"
El libro, que sale a la venta el martes en Estados Unidos, es un repaso a la vida tumultuosa de este soberbio actor de 83 años que pese a estar postrado en una silla de ruedas, aún asegura tener energía para practicar sexo con su sexta esposa, Jill, 42 años más joven que él.
Viendo su largo currículo de bodas es fácil deducir su debilidad hacia las mujeres pero, según afirma en el libro, sólo dos han sido insuperables en la cama: su actual esposa y Marilyn Monroe, junto a la que interpretó una de las grandes comedias de la era dorada de Hollywood, Con faldas y a lo loco.
Así que, por si no fuera suficiente toda la mitología ya existente en torno a la actriz, Tony Curtis le añade con este libro un capítulo más a la larga colección de hombres en los que Marilyn dejó huella. Sin embargo, el idilio entre ambos no se produjo durante el rodaje de aquella celebrada película sino muchos años antes, cuando ambos trataban de abrirse camino en Hollywood a finales de los años cuarenta.
Tony Curtis la vio caminar por los estudios Universal "con una blusa transparente y una voluptuosidad que cortaba el aliento" y le ofreció un pasaje en su coche hacia Los Ángeles. Aún no era rubia sino pelirroja y todavía hablaba "de forma normal, sencilla, directa", aún no había aprendido a expresarse con "esa afectación sexy que se convertiría en su sello de fábrica". Ella tenía 22 años; él, 23. "Mientras hablábamos en el coche tuve una fuerte sensación de, bueno, 'calor'. Tenía una aura increíble de calidez, amabilidad, generosidad y sexualidad. Nunca había sentido algo así", relata Curtis.
El libro, escrito sin demasiadas ambiciones literarias, explica con todo detalle esos primeros encuentros que llevan a la pareja a acabar en la cama y a empezar una relación básicamente sexual pero no exclusiva ya que ambos tenían otros ligues al mismo tiempo. "Fue la primera mujer de la que me sentí realmente cerca. Nos atraíamos de verdad aunque yo no estaba listo para una relación seria y ella tampoco. Ninguno de los dos estaba dispuesto -o era capaz- de llevar la relación a la siguiente fase". Por eso fue languideciendo de forma natural y después de meses de escarceos, ambos dejaron de verse.
Diez años después, Billy Wilder volvería a unirles en Con faldas y a lo loco, un rodaje del que Tony Curtis también cuenta detalles jugosos puesto que Marilyn ya se había transformado en una estrella problemática. Filmar aquella película fue una tarea ardua que casi acaba con su director. Sin embargo, Curtis tiene buenos recuerdos de aquel rodaje, incluido un beso real con Marilyn que le excitó sexualmente y del que no ahorra en detalles. Ya se sabe, el sexo vende.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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