IBROS
La buena organización, además de la diversidad y calidad de los títulos, sitúa a la feria al más alto nivel nacional y centra el interés de los coleccionistas
A estas alturas, lo que menos importa es la lectura del ejemplar. El olor del papel viejo, el tacto de unas tapas curtidas y la nostalgia de aquella edición que despierta el recuerdo de infancia. El coleccionismo de libros encuentra estos días un oasis de textos perdidos en el tiempo en pleno centro de la ciudad. La oferta es amplia y variada, y abarca desde las fantasías de Charles Dickens a las recopilaciones de 'Mortadelo y Filemón', para guardar con mayor cuidado joyas de la talla de un ejemplar del 'Concordantiae Bibliorum' con edición datada en 1585, o una edición del 'Quijote' del año 1833.
El itinerario casual o riguroso, fugaz o concienzudo permite escudriñar entre ejemplares de prensa y revistas de principios de siglo, hallazgos inesperados de viejas colecciones con títulos descatalogados, clásicos de la viñeta y pequeñas joyas. Una oferta de catálogos que atraen tanto al curioso como al investigador o al lector voraz, todos ellos cómplices de un territorio en el que asoma la vitalidad del libro antiguo, la literatura, el arte y la historia. Una feria que mueve miles de volúmenes y que renueva cada edición su propuesta, desde lo más visible al catálogo más personalizado y especializado.
Son ya once años de feria bajo la organización de los libreros Carmichael Alonso y Carmen Alonso, que dirigen en Lloreda de Cayón la librería cántabra de referencia especializada en el libro viejo. El alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, y el consejero de cultura, Francisco Javier López Marcano, visitaron ayer la muestra -que permanecerá abierta hasta el día 24-, y que cuenta este año con casetas más amplias con el fin de facilitar el tránsito del público por el interior, para eliminar la barrera física que se imponía entre el comprador y el librero. La librería de Lance, de Bilbao, es una de las 15 especializadas en este negocio. «Ofrecemos gran variedad, porque el público es de lo más heterogéneo», comenta Begoña, al frente del establecimiento bilbaíno. Y la idea es no limitarse a los libros. «Traemos cromo, postal, grabado, etc. Porque al fin y al cabo todo es papel viejo; aunque es mejor que sea sólo antiguo», afirma con ironía. Después de cuatro ediciones remarca la calidad de la organización, que destaca como «causa de que tal cantidad de profesionales de toda España se trasladen a Santander con los costes que eso supone para librerías de estas características». Entre el público, predominan los curiosos que se acercan a las casetas con la confianza de encontrar algún volumen de interés y económico, pero merodean también aquellos que saben muy bien lo que buscan. «Soy de los que viajan a la feria de la Merced, en el paseo de Recoletos de Madrid, en busca de ejemplares, por eso es una maravilla que estas oportunidades lleguen también a Santander», explica Raúl cuando habla del encanto de poder tocar un libro y hablar con el librero, dado que la mayor parte de estos títulos antiguos sólo pueden ser localizados y adquiridos por Internet. «Hoy he encontrado un ejemplar de aventuras de Julio Verne en edición para niños, editado antes de la guerra, en un estado de conservación asombroso», confiesa mientras se entusiasma al hojear el hallazgo. «Son obras que tienen un componente sentimental muy importante, igual que muchos tebeos que leímos cuando éramos pequeños, y que he podido ver por ahí; auténticos regalos».
El itinerario casual o riguroso, fugaz o concienzudo permite escudriñar entre ejemplares de prensa y revistas de principios de siglo, hallazgos inesperados de viejas colecciones con títulos descatalogados, clásicos de la viñeta y pequeñas joyas. Una oferta de catálogos que atraen tanto al curioso como al investigador o al lector voraz, todos ellos cómplices de un territorio en el que asoma la vitalidad del libro antiguo, la literatura, el arte y la historia. Una feria que mueve miles de volúmenes y que renueva cada edición su propuesta, desde lo más visible al catálogo más personalizado y especializado.
Son ya once años de feria bajo la organización de los libreros Carmichael Alonso y Carmen Alonso, que dirigen en Lloreda de Cayón la librería cántabra de referencia especializada en el libro viejo. El alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, y el consejero de cultura, Francisco Javier López Marcano, visitaron ayer la muestra -que permanecerá abierta hasta el día 24-, y que cuenta este año con casetas más amplias con el fin de facilitar el tránsito del público por el interior, para eliminar la barrera física que se imponía entre el comprador y el librero. La librería de Lance, de Bilbao, es una de las 15 especializadas en este negocio. «Ofrecemos gran variedad, porque el público es de lo más heterogéneo», comenta Begoña, al frente del establecimiento bilbaíno. Y la idea es no limitarse a los libros. «Traemos cromo, postal, grabado, etc. Porque al fin y al cabo todo es papel viejo; aunque es mejor que sea sólo antiguo», afirma con ironía. Después de cuatro ediciones remarca la calidad de la organización, que destaca como «causa de que tal cantidad de profesionales de toda España se trasladen a Santander con los costes que eso supone para librerías de estas características». Entre el público, predominan los curiosos que se acercan a las casetas con la confianza de encontrar algún volumen de interés y económico, pero merodean también aquellos que saben muy bien lo que buscan. «Soy de los que viajan a la feria de la Merced, en el paseo de Recoletos de Madrid, en busca de ejemplares, por eso es una maravilla que estas oportunidades lleguen también a Santander», explica Raúl cuando habla del encanto de poder tocar un libro y hablar con el librero, dado que la mayor parte de estos títulos antiguos sólo pueden ser localizados y adquiridos por Internet. «Hoy he encontrado un ejemplar de aventuras de Julio Verne en edición para niños, editado antes de la guerra, en un estado de conservación asombroso», confiesa mientras se entusiasma al hojear el hallazgo. «Son obras que tienen un componente sentimental muy importante, igual que muchos tebeos que leímos cuando éramos pequeños, y que he podido ver por ahí; auténticos regalos».
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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