Vientos en contra de la energía atómica
Mientras se evalúa si la planta nuclear de Krümmel podrá reanudar sus operaciones tras el desperfecto sufrido, el ministro alemán del Medio Ambiente propone desconectar anticipadamente antiguos reactores.
Justo en momentos en que el lobby de la energía atómica había lanzado una campaña para presentarla como una fuente energética limpia, ideal para combatir el cambio climático, los desperfectos en dos plantas nucleares alemanas le jugaron una pésima pasada. Hoy son los accidentes ocurridos en las centrales de Krümmel y Brunsbüttel los que están en boca de todos, al igual que la pésima forma en que manejó la situación la empresa operadora sueca, Vattenfall, cuyo jefe en Alemania tuvo que pagar los platos rotos abandonando el cargo.
Pacto reforzado
Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: La planta nuclear japonesa de Kashiwazaki Kariwa, afectada por el terremoto. El antiguo tema de la seguridad de los reactores ha vuelto al primer plano, reforzado además por la noticia de que un temblor causó averías en una planta atómica en Japón, provocando incluso fugas de agua con un cierto grado de contaminación radiactiva.
El momento es propicio para el ministro germano del Medio Ambiente, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, quien desde hace tiempo viene luchando contra los esfuerzos empresariales por extender el plazo acordado en Alemania para el funcionamiento de centrales atómicas. Dicho pacto -sellado durante el anterior gobierno de socialdemócratas y verdes- prevé desconectar paulatinamente los 17 reactores que existen en el país, de acuerdo con sus años de operación y la cantidad de energía generada. En virtud del mismo, Alemania se despedirá definitivamente de la energía atómica alrededor del año 2022.
¿Cierres anticipados?
Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Sigmar Gabriel, ministro alemán del Medio Ambiente.Recuperada la iniciativa, Gabriel ha planteado ahora la intención de desconectar anticipadamente los reactores más antiguos, por razones de seguridad. "Tenemos que desechar esos reactores peligrosos, esas antiguas instalaciones, porque vemos una y otra vez que allí surgen problemas", indicó el ministro, anunciando que convocará una reunión para tratar el asunto con los implicados después de la pausa veraniega. Entre las posibilidades que se barajan está la de compensar eventuales cierres prematuros con la prolongación del funcionamiento de otras plantas más modernas.
Los empresarios del sector, agrupados en la organización Atomforum, se resisten desde ya a poner en práctica tales planes. Pero también están conscientes del perjuicio que les han causado los problemas de Krümmel y Brunsbüttel. "El tema del futuro de la energía atómica ha sufrido un contundente revés político", admitió el presidente de la entidad, Walter Hohlefelder, subrayando que "la impresión que la política de información de Vattenfall dejó en la opinión pública es devastadora". A su juicio, nadie puede quejarse ahora de que los adversarios de la energía atómica saquen provecho político de la situación.
Auge de la energía ecológica
Los que ya se están viendo beneficiados en la práctica son los proveedores de energía ecológica. Por ejemplo, la empresa Lichtblick -con un volumen de negocios superior a los 200 millones de euros la mayor de este tipo en Alemania-, registra de momento un aumento de clientes sin precedentes: más de 20 mil personas optaron por sus servicios en el último mes. La tendencia satisface desde luego a los ecologistas, ante la convicción de que será la presión de los consumidores particulares e industriales- la que en última instancia decretará el fin de la energía atómica.
Rodrigo González Fernández
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