EL ANALISIS:
Análisis realizado por: Hector Soto Especial para Infolatam .Un agudo y hbien desarrollado análisis sobre la coyuntura en Chile.
Lagos y Bachelet: Las cuentas del pasado
Infolatam
Santiago, 21 de febrero 2007
Curiosamente, a ninguno de los problemas que el gobierno chileno ha debido enfrentar en el primer año de su mandato la crisis de la educación, los escándalos de corrupción en reparticiones públicas y el desastroso debut del nuevo plan de transportes para Santiago- es ajeno el ex presidente Ricardo Lagos...
Curiosamente, a ninguno de los problemas que el gobierno chileno ha debido enfrentar en el primer año de su mandato la crisis de la educación, los escándalos de corrupción en reparticiones públicas y el desastroso debut del nuevo plan de transportes para Santiago- es ajeno el ex presidente Ricardo Lagos, la figura hasta mejor evaluada en las encuestas de opinión pública, al punto de entregarle la primera opción para suceder el año 2010 a la presidenta Michelle Bachelet.
De los cuatro presidentes que la Concertación puso en La Moneda desde el regreso de la democracia a Chile, Lagos fue quien estableció mejores puentes de conexión reales y simbólicos con la ciudadanía. Si bien sus primeros años fueron difíciles, al promediar su mandato el presidente se erigió un pedestal de magisterio y superioridad política que le significó terminar su período con niveles de aprobación cercanos al 70%. Su gobierno logró capitalizar para sí los profundos cambios culturales experimentados por la sociedad chilena, en particular desde que Pinochet fuera arrestado en Londres en 1998, y aunque en materia de desempeño económico y de nuevas políticas sociales su período fue mediocre, la modernización de la infraestructura pública y los acuerdos comerciales con la Unión Europea y Estados Unidos le dieron a su gestión una impronta de modernidad que terminó por convencer a la mayoría de los chilenos.
En los últimos días, sin embargo, a raíz de la puesta en marcha del Transantiago un plan que concesionó los recorridos de buses y quiso frenar el explosivo aumento de la cantidad de vehículos de transporte público en la capital, acabando con la cruda guerra por pasajeros que tenía como escenario las atestadas calles de Santiago- vuelven a aparecer los forados de una administración que trabajó con mayor éxito para las cámara de televisión que para modernizar efectivamente el diseño y la ejecución de las políticas públicas. El Transantiago, obra de un conjunto de tecnócratas que concibió un plan de transportes híbrido, subestimando verdades elementales del mercado y experiencias exitosas como el Transmilenio de Bogotá- ha tenido un comienzo muy difícil, rebajando todavía más los ya precarios niveles de calidad de servicio que tenía el viejo y atomizado sistema de locomoción pública, atendido en Chile por las micros. Barrios completos quedaron sin transporte, hay mucho menos frecuencia de buses, aumentaron hasta la desesperación los tiempos de viaje, en la noche la ciudad queda prácticamente sin transporte y en los primeros días el caos urbano entregó imágenes patéticas de la brecha que puede existir entre las buenas intenciones de los planificadores y la cruda realidad de gente agolpada en los paraderos a la espera de buses que no pasaban o iban llenos.
Solo ahora las autoridades están reconociendo que por lo visto en el diseño del plan se cometieron errores gruesos que en los próximos meses tendrán que ser corregidos hasta donde sea posible. Son errores que comenzaron en la mesiánica concepción original del plan, siguieron con una licitación defectuosa y poco transparente (ambas instancias tuvieron lugar en el gobierno de Lagos) y concluyeron en la puesta en marcha improvisada ahora bajo la administración de Bachelet.
Puesto que en Chile hasta ahora nunca ha operado la noción de responsabilidad política de hecho el gobierno del presidente Lagos salió más o menos indenme de algunos de los peores escándalos de malversación de fondos públicos, asociados a los años en que él estuvo al frente del Ministerio de Obras Públicas- nadie podría aventurar una respuesta definitiva respecto del costo que estos desastres podrían tener para el ex mandatario. Lo más probable es que su blindaje de estadista le permita otra vez salir indemne de los desaciertos que cometió. Pero existe cierto consenso en orden a que las cuentas del pasado se han estado acumulando en su contra y que hoy las posibilidades de una nueva campaña presidencial suya, en alguna proporción al menos, se han resentido.
En lo inmediato, en todo caso, el problema no es suyo, sino de la presidenta Bachelet, quien todavía tiene por delante un horizonte de tres años de gobierno. El primero en buena parte lo perdió lidiando con problemas que le dejó su antecesor. La idea de Bachelet es priorizar las políticas sociales durante su gestión, para hacer de Chile, uno de los países con peor distribución de ingresos de la región, una sociedad más equitativa. Para eso tiene a su favor los cuantiosos excedentes fiscales generados por precio del cobre, pero tiene en contra la sostenida pérdida de dinamismo de la economía chilena, que el 2006 creció sólo en poco más de 4%, muy por debajo de los promedios de la región, no obstante las excepcionales condiciones externas.
Son muchos los que creen que Chile corre el riesgo de perder el rumbo y, después de 20 años exultantes en materia de reformas económicas y políticas, de entrar a una fase complaciente de mediocridad.
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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Santiago, Chile
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