Diez tesis sobre el PPD y la ética pública
categorias: Política - NacionalQuiero compartir con ustedes las palabras de Carlos Peña que considero un tremendo aporte a la real discusión que hoy tenemos que tener en Chile
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Escrito por Fernando Flores
Estimados amigos, en el consejo del PPD se invitó a Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, y destacado profesor de Derecho, quien realizó una presentación cuyo texto presento deseo compartir con ustedes.
Personalmente, pienso que este discurso es extraordinario para la discusión y el debate que estamos llevando en Chile en estos días:
Diez tesis sobre el PPD y la ética pública
Déjenme, ante todo, agradecer al Partido por la Democracia, y a su Presidente, la invitación para intervenir en este Consejo y darles a conocer mis opiniones sobre la ética y la política, un tema que hoy día, sin ninguna duda, merece ser reflexionado atendidos los hechos de corrupción, las infracciones a la ley y las disputas en que se han visto involucrados militantes de diversos partidos de la Concertación y que agobian el ánimo de todos quienes se interesan por los asuntos públicos o participan directamente de ellos.
A fin de favorecer la discusión en torno al problema del que ahora debemos ocuparnos, voy a expresar mi punto de vista en la forma de diez tesis más o menos breves acerca de la relación entre ética y política en Chile.
Cada una de estas tesis intenta dar una respuesta a la siguiente pregunta: ¿por qué, a pesar que sabemos cómo debemos comportarnos en política, no somos capaces de hacerlo? ¿Por qué, a pesar que conocemos las reglas del buen comportamiento, no somos capaces de estar a la altura?
Mi primera tesis es que la política en Chile siempre ha sido clientelística, como lo prueba la vieja existencia de los political borkers y la práctica de entregar facultades extraordinarias a los presidentes electos.
Existe abundante evidencia a favor de esta primera tesis, pero creo que para darle plausibilidad basta que cite dos que se encuentran suficientemente acreditadas en la literatura.
Algunas investigaciones mostraron ya a principios de los años setenta -es decir, poco antes que el golpe militar interrumpiera a la democracia- que la política en Chile estaba estructurada en torno a personas cuya labor era intermediar entre los intereses individuales o particulares de los votantes, por una parte, y el poder central del estado, por la otra. Las investigaciones mostraron que la competencia política a nivel local estaba fuertemente ideologizada e inspirada por el sistema de partidos y que solía ser una competencia encarnizada a pesar que los municipios practicamente no poseían una disposición relevante de recursos ¿Qué explicaba esa paradoja consistente en que se luchara tan denodadamente por una estructura como las alcaldías que, en apariencia al menos, no poseían la capacidad de distribuir recursos? La explicación más plausible es que los poderes locales permitían operar como political brokers, en una especie de corretaje o de mediación hacia el poder central que -este sí- distribuía recursos y prebendas. En suma, lo que hoy día llamamos operadores existieron desde antiguo en Chile y eran verdaderos racimos de personas que se disputaban cargos locales para hacer gestión ante el poder central a favor de intereses individuales.
Y desde luego entre esos intereses individuales se encontraban los puestos de la administración estatal que se manejaron en Chile casi siempre como un botín a favor de quienes ganaban las elecciones.
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