La derecha ausente
"Para que exista una genuina oposición, se requiere una coalición o unos partidos que ofrezcan a la ciudadanía relatos o alternativas ideológicas, diagnósticos, formas de ver la realidad o de concebir las políticas públicas, distintas a las que inspiran la acción gubernamental..."
-La oposición de Walker -dijo- es más radical que la oposición de la Fundación Jaime Guzmán, que tuvo una postura bastante constructiva.
Sin darse cuenta, Quintana identificó el principal problema del Gobierno: carecer de oposición.
Para que exista una genuina oposición, se requiere una coalición o unos partidos que ofrezcan a la ciudadanía relatos o alternativas ideológicas, diagnósticos, formas de ver la realidad o de concebir las políticas públicas, distintas a las que inspiran la acción gubernamental. Pero si los dirigentes de derecha apenas pronuncian generalidades; los parlamentarios de RN o la UDI se limitan a simples interpelaciones vociferantes, pero intrascendentes; los partidos se refugian en el silencio de sus técnicos e intelectuales, y sus think tanks , como la Fundación Jaime Guzmán, según apreció Quintana, carecen de dientes ideológicos, entonces en verdad no son oposición: son simplemente una ausencia.
Eso es hoy día la derecha: una simple ausencia replegada sobre sí misma.
Es en verdad increíble que el sector político que apenas hace cuatro años obtuvo la mayoría y cuyas ideas subyacen a buena parte de las transformaciones que Chile experimentó en los últimos treinta años, de pronto haya perdido no solo las elecciones, sino también la voz. La mayoría dice que hay que acabar con el mercado en la educación; sin embargo, la derecha, que en los ochenta, protegida por la dictadura, promovió ese modelo, guarda ahora silencio. La mayoría dice que hay que subir los impuestos, y la derecha, que en todo el mundo aboga por disminuirlos, ahora calla, cautelosa. La Iglesia teme que la reforma educativa ahogue parte de sus escuelas, pero la derecha, que en estas materias siempre la ha defendido, ahora no dice nada genuino.
Es cierto que la derecha casi nunca tiene la razón; pero incluso si, como acostumbra, carece de ella, cumple una función fundamental. Obliga a la izquierda a afinar sus argumentos, a espantar los espejismos y a hacer más realistas sus puntos de vista.
Cuando se carece de resistencia, en cambio, cuando la oposición es ausente, la realidad parece sierva y dócil a cualquier cosa. Entonces es muy fácil incurrir en lo que pudiera llamarse la falacia racionalista: creer que todo lo que puede ser pensado, es susceptible de convertirse en real. Sin oposición, la realidad pierde sus complejidades y los pliegues que la configuran, los intereses conflictivos que anida y que la política siempre debe tener en consideración.
Así, entonces, los senadores Rossi y Quintana cometen un error cuando, como consecuencia del desasosiego que les produce la Democracia Cristiana, anhelan que el trámite legislativo carezca de todo análisis crítico y esté exento de cualquier roce intelectual.
Y es un error porque el ser humano, y para qué decir la democracia, necesita resistencia para funcionar. La que el suelo ofrece al pie permite caminar (por eso, si el suelo es blando, se camina a tropiezos); la que ofrece el ser humano a la naturaleza, permite transformarla (por eso Hegel confiere tanta importancia a lo que llama negatividad); la que ofrece el contendor en un debate, permite afinar las ideas propias (todo pensar es un pensar contra algo), y la que ofrece la oposición política, disminuye la posibilidad de error (y evita el peor de todos: creer que, por el hecho de tener el poder, se tiene además la razón).
Por eso el peligro que hoy día acecha al Gobierno no son los análisis de la Democracia Cristiana, como cree Quintana o piensa Rossi, sino la ausencia de la derecha, esa oposición que, si estuviera a la altura de su deber, siquiera por contraste y por exageración, les ayudaría a ver los errores y a evitar los espejismos.
En la Crítica de la Razón Pura , Kant insinúa que la paloma que imaginara que si no hubiera aire iría más rápido, sería una estúpida. Es aconsejable no imaginar lo que habría dicho de un par de políticos que parecen pensar que sin oposición y sin crítica el Gobierno lo haría mejor.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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