El futuro se juega en Santiago. Ésa es la máxima que repiten tanto en La Moneda como al interior de los partidos al momento de analizar el complejo escenario que comenzará a dibujarse para la derecha después de las elecciones del domingo.
Con la suerte echada en la presidencial, en que la anunciada derrota augura una dura "pasada de cuentas", lo que ocurra en las parlamentarias asoma como un factor determinante para el incierto futuro de la Alianza.
En contraste con el ánimo derrotista que existe frente a un posible triunfo apabullante de Michelle Bachelet, los dirigentes del oficialismo descartan que una "marea roja" se extienda al Congreso al punto de hacerlos desaparecer del mapa político.
Por el contrario. Todos los cálculos indican que a pesar de la merma que tendrán en el número de parlamentarios, lograrán una representación suficiente como para actuar de contrapeso al gobierno, obligándolo a llegar a acuerdos para sacar adelante las reformas.
Pero esa esperanza no aleja la tensión con que se aguardan los resultados, porque de éstos depende no sólo la hegemonía de dicho sector, sino cuáles son los liderazgos que quedarán fortalecidos o debilitados para configurar la oposición a partir de marzo.
Y es en esa perspectiva donde aparece decisivo lo que suceda en las senatoriales de la Región Metropolitana, porque el triunfo o la derrota de cada uno de los cuatro competidores, podría determinar la fuerza de quienes pretenden jugar un papel en el futuro, incluido Sebastián Piñera.
Los riesgos de la UDI
Como partido, el que está corriendo más riesgos en estos duelos senatoriales es la UDI, por la posibilidad de perder la circunscripción Poniente, donde el RN Andrés Allamand decidió jugar todas sus cartas, amenazando a Pablo Zalaquett quien espera suceder a Jovino Novoa.
Para el partido que fundó Jaime Guzmán, impedir esa derrota no sólo tiene simbolismo porque ha sido su bastión desde que el propio Guzmán lo conquistara en 1989, sino por las implicancias de que un dirigente como Andrés Allamand, logre regresar al Senado para cumplir su propósito de consolidar su liderazgo en la derecha.
Frente a ese riesgo, la UDI optó por jugarse con todo para no exponerse a que una posible derrota se repitiera en Santiago Oriente, donde otra figura de RN, como Manuel José Ossandón, amenazaba ganar el cupo que conquistó Pablo Longueira en 2005.
Con sus principales líderes fuera del Congreso, porque además de Novoa tampoco estarán ni Evelyn Matthei, ni Andrés Chadwich, ni Longueira, la posibilidad de que las senatoriales de Santiago dejaran los liderazgos en manos de sus aliados, fue lo que impulsó a la UDI a jugarse para que Laurence Golborne aceptara finalmente la candidatura.
Como se trata de un personero con proyección presidencial, la idea es que pueda hacerle contrapeso frente a Allamand, pero además que cumpla el papel que Matthei o Novoa tenían en los temas económicos en el Senado, lo que se considera determinante para hacer frente a las propuestas de Bachelet.
Todo este cuadro es el que hace que la UDI tenga la mirada puesta en estas dos batallas, la que es probable que ganen con Golborne, mientras el pronóstico para el duelo Zalaquett-Allamand es menos certero puesto que los sondeos indican que la pelea está en el límite.
El problema para dicho partido es que, aun cuando se mantenga como la principal fuerza política e incluso consiga retener las dos circunscripciones, el retiro de la primera línea de gran parte de sus históricos dirigentes, mantiene la incertidumbre acerca de quien o quienes asumirán el liderazgo partidista.
Lo que se percibe es que en la UDI se produzca un recambio generacional, aunque siempre con el poder en la sombra de sus antiguos estandartes. No pocos apuestan a que Jovino Novoa intentará mantener su influencia para impedir que el partido pierda su perfil, sin que tampoco se descarte que personeros más pragmáticos como Andrés Chadwick traten de reconquistar un espacio, en la idea de que dicho partido no quede aislado ni pierda influencia frente a las definiciones que habrá en RN.
Las apuestas de RN
Para el partido que preside Carlos Larraín el panorama es distinto, primero porque está en una batalla en la que pretende conquistar los terrenos de la UDI, pero además porque en su caso, lo que más nítidamente está en juego son sus liderazgos, comenzando por el del propio Larraín.
Nadie discute que, en caso de perderse Ossandón -que es uno de sus más cercanos-, su poder interno se debilitaría, situación que sería lapidaria si es que también termina derrotado Allamand, con quien espera tener una alianza para mantener el control partidario.
Teniendo en cuenta lo que este último representa, su triunfo o derrota es considerada deteminante para la dirigencia de su partido, como para sus propias aspiraciones. Es que si Allamand se queda con Santiago Poniente, no sólo le daría un duro golpe a la UDI al conquistarle su terreno después de que este partido lo dejara fuera de la carrera presidencial, sino que un triunfo le permitiría instalarse como una de las figuras de la derecha con más peso político en el Senado.
Con su decisión de asumir la candidatura, que tomó pese a que no era su intención inicial, el ex presidenciable apostó a "pleno", porque en caso de ganar no sólo intentaría posicionarse desde el Congreso, sino también liderando RN, todo con miras a armar su plataforma para 2017.
Parecería innegable que si obtiene la victoria quedaría en una posición inmejorable para sus propósitos, desde el momento en que no le dejaría despejado el camino a Golborne, si éste decide apostar sus cartas presidenciales, pero sobre todo, porque podría transformarse en un obstáculo para las reconocidas aspiraciones de Piñera.
Pero no todo parece tan fácil para el ex presidenciable de RN, porque aun cuando lograra imponerse en la dura disputa que libra con Zalaquett, deberá lidiar con que no sólo la UDI intentará impedir que trate de hegemonizar el liderazgo de la derecha, sino con que tampoco al interior de su partido contaría con el respaldo suficiente para cumplir sus aspiraciones.
De hecho muchos de quienes lo acompañaron en su cruzada presidencial, como gran parte de los diputados más jóvenes del ala liberal de RN, no sólo quedaron desafectados de Allamand después de las primarias sino que no concuerdan con él en su intento de tomarse el partido en alianza con Carlos Larraín, con quien discrepan radicalmente tanto de su línea, como de su estilo de conducción.
Es por eso que a pesar de que gane, su liderazgo no estaría garantizado, menos si como apuntan algunos parlamentarios que se jugaron por él, en la disputa que se anuncia con Piñera, no tienen dudas en que se alinearán con este último.
Y Piñera…
Como no son ocultas las intenciones del actual mandatario de mantener su liderazgo con el fin de regresar a La Moneda, los resultados de estas senatoriales no son inocuos, sino muy por el contrario.
Con preocupación percibió desde el primer momento que uno de los principales críticos constantes a su gestión, como Manuel José Ossandón, pudiera llegar al Senado desde donde no desperdiciaría la tribuna que ese cargo otorga, pero además porque ese posible triunfo implicaría el fortalecimiento de Carlos Larraín al interior de RN, de quien no duda que intentaría torpedearlo, tal como lo ha hecho en estos años de gobierno.
Eso explica que, aun cuando se trata de otro presidenciable, para Piñera resulte más funcional el triunfo de Golborne, porque parte de la base que cualquier posicionamiento que éste pueda buscar o alcanzar, no lo hará a costa de confrontarse con él.
Como no es el caso de Allamand, si éste gana, el camino podría ponérsele más cuesta arriba, sobre todo por las dificultades que tendría para liderar el partido como es su aspiración. Pero el triunfo de quien asoma como su principal contendor, no necesariamente lo complica ni está jugado por su derrota, porque parte de la base que en la pugna que se dará al interior de RN, los llamados piñeristas, como el senador Alberto Espina o algunos de los diputados de la generación más joven, podrían conquistar el partido logrando que éste sea más funcional a sus propósitos.
Con las pugnas que se anuncian, se explica que lo que ocurra en Santiago tenga especialmente expectantes a los dirigentes del oficialismo.