Cree que la próxima elección presidencial se va a zanjar por la pelea ideológica más que por la simpatía hacia los candidatos. Su apuesta es por Allamand y reconoce aquí que Bachelet es una opción muy fuerte. "Me gustaría que siguiéramos en el gobierno, pero si no fuera así, hay que aceptarlo", advierte.
Por: Claudia Alamo / Fotos: Gonzalo Romero
Lily no para. Entre el Congreso, Santiago y su vida en la Quinta Región Cordillera, vive a mil. Ella reconoce que le cuesta frenar, que es su autoexigencia y el cariño de la gente lo que la mueve y la impulsa. Pero está consciente de que el duro golpe a su salud del año pasado le pide calma, lentitud.
Lily Pérez lleva más de 20 años en política. Tiene voz propia, estilo, influencia. De ahí, tal vez, su insistencia en que la derecha debe "dejar de lloriquear" y ponerse a trabajar fielmente por el gobierno de Sebastián Piñera. La senadora de RN sabe que la próxima elección presidencial se va a disputar voto a voto, y que la presencia de Michelle Bachelet va a dificultar el anhelo de su mundo de mantenerse en el poder. "Para eso hay que trabajar, trabajar, trabajar", sostiene.
Su candidato hoy se llama Andrés Allamand, y es que –a diferencia de muchos– Lily Pérez está convencida de que la lucha presidencial de 2013 será absolutamente ideológica. No cree, para nada, que los candidatos emerjan sólo por su simpatía o cercanía con la gente. Lo que vale, dice ella, es la experiencia política y sobre todo la capacidad de un líder de ser predecible para una ciudadanía que vive centrada en la incertidumbre.
–Queda un año y medio para el fin del gobierno de Piñera. Al inicio, Rodrigo Hinzpeter, usted y otros anunciaron que nacía una derecha liberal. ¿Diría que prosperó?
–Yo creo que la agenda de la derecha liberal está instaladísima. Tenemos una ley Antidiscriminación, posnatal extendido, vamos a regular el lucro en la educación con fondos del Estado. Vamos a tener acuerdo de convivencia. Ahora, sí es cierto que muchos de nosotros fuimos absorbidos por el empeño de empujar al gobierno. O sea, nos abocamos más a apoyar al gobierno que a perfilar esta nueva derecha. No se dieron las condiciones.
–¿Cuánto les ha costado sobrevivir –a Hinzpeter, usted y otros– en un mapa de derecha más conservadora? ¿No les pesa no haber logrado tener un liderazgo presidencial propio?
–En el caso de Rodrigo, es claro que en el rol de ministro del Interior es imposible armarse un liderazgo presidencial. Han sido muchos los temas, los conflictos que le ha tocado enfrentar. Yo creo que él, sabiendo que su ministerio tiene una compleja sobreexposición, asumió tempranamente que desde ahí no iba a poder construir una plataforma presidencial.
–¿Y usted?
–Y en mi caso, decidí darles la pasada a los que llevan más tiempo en esto; a aquellos que son de una generación anterior a la mía. Como soy muy joven todavía, decidí que en esta vuelta, me voy a poner detrás. Siento que les toca a ellos.
–Le toca a Andrés Allamand.
–Estoy segura de eso.
–Pero eso es bien relativo. Hoy es la gente la que dice qué candidatos quiere y cuáles no.
–Sí, pero uno tiene que tener la voluntad para eso. O sea, tienes que generar los equipos, decir que estás disponible y hacer acciones para eso. Yo soy al revés, estoy absolutamente dedicada a mi región y a apoyar al gobierno.
–Me refiero a que Allamand se enfrenta con Laurence Golborne, que es el candidato que la gente está poniendo en la cancha, no porque le toque a una u otra generación...
–Mi apuesta es que Chile va a hacer un giro en sus liderazgos presidenciales. Estoy convencida de que en un país como el nuestro, en que las cosas pueden cambiar de un momento a otro, se requieren líderes predecibles. Hay muchos factores encima: la crisis económica o problemas con nuestros países vecinos, que también es un fantasma que nos recorre, sobre todo que de aquí a fin de año, ya que estamos ad portas del fallo de La Haya. Hoy tenemos una gran estabilidad económica, pero ya nos están diciendo que pueden venir épocas de vacas flacas. Todo eso genera la necesidad de tener un liderazgo que transmita seguridad, certezas.
–¿Y eso sólo lo da la trayectoria?
–A mí me pasa que valoro mucho la trayectoria, la experiencia. Digo esto sin hacer ningún juicio de valor respecto del resto de los candidatos que hay. Aunque debo confesar que me tiene impactada la cantidad de gente que tiene ambiciones presidenciales en Chile. Me impacta porque a algunos los encuentro francamente desubicados. De verdad, yo reservo ese cargo para personas que realmente tienen preparación y competencia. Todo eso tiene Allamand. Además de que es un candidato predecible.
–¿Y Bachelet también lo es?
–Sí, también. Por eso, el tema de fondo es quién es el mejor para enfrentar a Bachelet. Hasta hace un año, todos decían: "No, si ella no se va a venir". Pero todas las señales que ha dado te muestran que vuelve.
–Y que vuelve siendo muy competitiva...
–Claro. Ella no sólo va a ser la candidata de la Concertación, sino que es una opción presidencial muy fuerte. Si ves el desglose de la encuesta CEP, verás que hay un 30 por ciento de gente que se autodefine de derecha y centroderecha, que dice que votaría por Bachelet para una elección presidencial. Ese es nuestro desafío: ganar nuestro voto interno.
"Mi adicción es con la gente"
–Después de su enfermedad, ¿ha podido parar un poco?
–Reconozco que he tratado... Pero he fallado en ese sentido. Me cuesta parar. Tengo una región llena de problemas y me cuesta tomar distancia de las cosas. Hay un problema en el embalse Chacrillas y ahí estoy yo. Me nace así. Más bien, me gustaría que hubiese más gente que cumpliera su rol.
–¿Gente del gobierno, de su coalición?
–Sí. De repente veo a gente nuestra, que está en el gobierno y que anda un poco chupada en sus cargos. Como que andan asustados, como que creen que vamos a estar sólo un período y se puede perder la próxima elección. Esa sensación que existe en el ambiente de nuestro sector, me preocupa. Ese clima de derrota es mucho más peligroso que quiénes van a ser los candidatos. O sea, creo que esa sensación de derrota es más peligrosa que la candidatura de Bachelet. Y lo veo en aquellos que tienen un cargo que ejercer. Se lo he transmitido al gobierno porque es preocupante.
–Decía que le ha costado parar, ir más lento después de la enfermedad...
–Sí... reconozco que he fallado conmigo misma.
–¿Qué necesita para leer el mensaje?
–No necesito nada más. El mensaje fue súper claro. Sé que estuve súper grave, que fue una cuestión muy jodida.
–Pero usted siempre ha tenido un lado más espiritual, de conexión interna... Desde ahí le pregunto.
–¿Qué necesito?... Yo creo que asumir que ya llegué y que no quiero nada más. No tengo ambición presidencial. De verdad no la tengo. Y agradezco a toda la gente que cree que yo sería una gran Presidenta. O sea, nunca he dicho que quiero, y vi una encuesta en que hay un 30 por ciento de gente que considera que yo lo haría fantástico. Pero de verdad no tengo esa hambre. Ya estoy donde quería llegar, porque los senadores realmente vemos cosas cruciales para el país. Estoy contenta en eso.
–¿No habrá un lado suyo muy perfeccionista?
–Sí. Y ése es un rollo mío. Soy demasiado autoexigente. Me doy cuenta de que me exijo demasiado. Sé que es algo que tengo que superar.
–Pero para eso hay que ver cuánto espacio uno le da a la vulnerabilidad en su vida...
–Sí, claro.
–¿Y cuánto espacio le da usted a la vulnerabilidad?
–Poco. Yo dejo que todos sean vulnerables, menos yo.
–Quizás la política tiene algo adictivo...
–Pero no es la política. No es el tema del poder. Lo que a mí me mueve es la gente. Es una cuestión del amor de ellos, del abrazo, del cariño, de los ojos llenos de lágrimas cuando te ven en persona. Mi adicción es con la gente.
–¿Y Golborne no es un mejor candidato para competir con Bachelet?
–Golborne es un muy buen candidato. El punto es que tenemos que elegir al que va a enfrentar mejor a Michelle Bachelet. Y como estoy convencida de que esa será una pelea ideológica, necesitamos un candidato como Andrés. Esto lo digo sin menospreciar a nadie, pero esto es política real.
–¿Por qué cree que hay un 30 por ciento de gente de derecha que votaría Bachelet? ¿Será porque el gobierno no ha logrado cautivar, generar una mayoría política?
–Este es un gran gobierno. Ha hecho muchas cosas por la gente. Tal vez ha tenido un problema de sintonía fina. A veces se ataranta en los anuncios, se generan expectativas... Además, cuando los gobiernos son de cambios, generan mucha resistencia. Y las grandes transformaciones que ha iniciado el Presidente Piñera son resistidas dentro de su propio sector. De lo que estoy segura es que, en el mediano o largo plazo, se va a valorar la obra que está haciendo este gobierno.
–A la derecha le costó más de 20 años ser gobierno y las encuestas muestran que la gente no se siente parte. ¿Eso pone en juego mantenerse en La Moneda?
–Primero, no se puede vivir mirando las encuestas todo el día. Segundo, la Presidenta Bachelet salió con el 80 por ciento de aprobación y a su candidato le fue pésimo. Por lo tanto, los apoyos no son traspasables. El Presidente Piñera puede no estar bien en las encuestas, pero el gobierno lo podemos mantener igual. Por eso, me carga ver el lloriqueo permanente en mi sector. Sale una mala encuesta y se derrumban. Lo que hay que hacer es trabajar y no seguir buscando alguien a quien responsabilizar.
–Pero es cierto, como dijo Longueira alguna vez, que el fantasma que ronda a la derecha es terminar siendo sólo un paréntesis de Bachelet...
–Por esa razón hay que seguir trabajando. Mi único temor es que el día que decida volver Bachelet, se instale una sensación de derrota en nuestra gente. Todavía hay algunos que creen que ella no va a volver, que está bien allá. Pero las mujeres somos distintas. Es la lógica masculina que todavía impera en la política, no quieren ver la realidad.
–¿Por qué cree que ella sigue estando con tanta fuerza en la gente? ¿Qué genera ella que Piñera no ha podido?
–Ella es mujer y tiene una historia de vida llena de golpes, de éxitos y de fracasos como los tiene cualquier persona. A mí, por ejemplo, me pasa que le tengo un gran cariño y simpatía en lo personal. Yo también soy mujer, también me separé, también me enfermé. O sea, cuando has vivido la vida real, que está llena de cosas buenas y malas, tú no puedes hacer otra cosa que empatizar con alguien que ha sufrido las mismas situaciones.
–Pero Allamand también tiene una historia de dolor....
–Sí, él también tiene una historia de vida súper interesante.
–Y Golborne también tiene la suya. Sin embargo, algo pasa que Bachelet genera más cercanía.
–Tiene que ver con lo que te decía: en un país expuesto a tanta inestabilidad, ella es una opción predecible, como lo es también Allamand. Lo importante es que sea cual sea el resultado de la elección, lo que venga tiene que ser bueno para el país. Claro, a mí me gustaría que siguiéramos en el gobierno, pero si no fuera así, es una cosa que uno tiene que saber aceptar.
–Pero sería duro para la derecha perder el poder tan rápido, ¿no?
–Sería frustrante. Pero eso no explica la actitud de quienes andan con un pesimismo extremo, diciendo que esto será un debut y despedida. No está todo dicho. El escenario está súper abierto.