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domingo, enero 23, 2011

EVO MORALES ES UN PERSONAJE POCO CREIBLE

 YO NO CREO EN LAS BROMAS DEL PRESIDENTE BOLIVIANO

HAY QUE TENER CUIDADO CON LAS DECLARACIONES DEL PRESIDENTE DE BOLIVIA. ES UNA PERSONA POCO CREÍBLE. Viene a Chile a jugar futbol, a comer asados y otras cosas y luego pretende "recuperar terrenos que han sido históricamente de Chile "

Las declaraciones del Presidente Boliviano no son "bromas" son realidades que hay que considerar seriamente.

Luego, no habrá de extrañarse que tengamos un nuevo juicio en la Haya en que ese país busque legitimar sus aspiraciones políticas y territoriales .

 

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Rodrigo González Fernández
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LAS INTERVENCIONES LE PASARAN LA CUENTA AL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA

TODA INTERVENCIÓN DE MERCADOS ES MALA, AFECTA A LOS MÁS POBRES
La intervención del mercado de divisas para proteger , para aumentar los ingresos de un sector determinado, es pésimo y los efectos lo pagan los más pobres. Eso le pasará la cuenta al Presidente de la Republica .

Pudiendo el gobierno recurrir a otros instrumentos para mejorar el sistema perverso de exportación de frutas, por ejemplo, no lo hace. Todos saben la falta de transparencia de ese mercado y la fuerte capacidad de Lobby del sector ( más que lobby es tráfico de influencias ) que afecta al país en su conjunto .

El Estado debe preocuparse de la transparencia del sector exportador de frutas. Este es un tema que debe tomar el Ministerio de Agricultura, La fiscalía respectiva, el SII ,  ya que afecta a miles de pequeños y medianos productores y sus efectos son nacionales.

www.agriculturablogger.blogspot.com


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Gobierno boliviano aclara que dichos de Morales sobre Atacama fueron "una broma"

¿bromas ante la asamblea legislativa?

LO POCO CONFIABLE DEL GOBIERNO DE MORALES EN BOLIVIA

Gobierno boliviano aclara que dichos de Morales sobre Atacama fueron "una broma"

Ante la Asamblea Legislativa, Mandatario planteó intención de su país de "recuperar" territorios perdidos tras Guerra del Pacífico.

por C.Vergara e I.Toro
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Ayer, durante su extensa intervención ante la Asamblea Legislativa en La Paz, el Presidente Evo Morales dedicó al menos dos párrafos a Chile. Y en uno de ellos manifestó la intención de que su país recupere territorios perdidos tras la Guerra del Pacífico de 1879, cuyos límites fueron ratificados por ambos países en el Tratado de Paz y Amistad de 1904.

Al referirse a las reservas de litio que tiene su país, recordó las existentes en la zona que dejaron de dominar tras esos episodios. "Atacama antes era de Bolivia. Es verdad. Esperamos recuperarla pronto", dijo Morales, sin entrar en mayores detalles y soltando una sonrisa.

Minutos antes, en el mismo tono, el Presidente boliviano había dicho que Perú bien podría concederles soberanía en la franja de costa que podrá usar su país en el puerto de Ilo.

Los dichos de Morales sobre Atacama encendieron las alarmas en Santiago. Desde la Cancillería se comunicaron con el consulado en La Paz -que lidera Jorge Canelas-, para conocer las declaraciones del mandatario boliviano y el contexto y el tono en que las emitió. Luego que dos fuentes distintas confirmaran que la alusión se había hecho en tono jocoso, en Teatinos 180 optaron por desdramatizar el episodio.

Ya por la noche, la confirmación vendría de parte del portavoz de la Presidencia boliviana, Iván Canelas. "Fue una broma", aseguró el funcionario, según reprodujo la Agencia Boliviana de Información (ABI).

En los contactos telefónicos de la tarde, personeros de Cancillería chilena también inquirieron sobre otro punto. Porque minutos después de aludir a Atacama, el mandatario altiplánico había hecho referencia a las conversaciones que lleva a cabo con nuestro país para conseguir una salida soberana al mar.

"Este año tenemos que empezar con mucha fuerza, pero también tiene que haber resultados", sentenció Morales. En Santiago, pese a que llamaron la atención estos dichos, optaron por destacar la valoración que el mandatario boliviano hizo de la agenda de 13 puntos instaurada entre ambos países.

Morales atraviesa por una compleja situación política en su país, luego que a fines del 2010 decretara el fin de los subsidios a los combustibles, medida que tuvo que revertir tras intensas manifestaciones ciudadanas.

En entrevista con La Tercera, en mayo de 2009, el mandatario había dicho que no utilizaría el tema marítimo para hacer frente a situaciones internas. "No he usado ese tema en la política interna ni lo voy a hacer", aseveró en aquella ocasión.

Impasse con Choquehuanca

Las palabras del jefe de Estado boliviano llegaron sólo 15 días después de que el canciller David Choquehuanca dijera que Bolivia no descartaba recurrir al Tribunal Internacional de La Haya para conseguir una solución a su demanda marítima.

Los dichos del ministro de Relaciones Exteriores boliviano desataron una fuerte molestia en La Moneda y un inmediato reclamo por parte de su par, Alfredo Moreno, quien dijo que "al gobierno chileno le resulta difícil entender políticamente las expresiones, por cuanto no guardan relación con el trabajo que venimos realizando".

Al día siguiente, Choquehuanca envió una carta, en la cual reiteró "formalmente la posición de que la agenda bilateral va a seguir conduciéndose por el camino de hasta ahora".

El lunes pasado, ambos cancilleres dieron por superado formalmente el impasse, al dar inicio a una comisión permanente centrada en el tema marítimo, con una cita realizada en dependencias de la Cancillería chilena.

La crisis de los combustibles gatillaría un cambio de gabinete

El fin del subsidio a los combustibles que Evo Morales decretó en los últimos días del 2010 gatilló una de las peores crisis del gobierno del líder cocalero. Aunque las protestas ciudadanas empujaron al Ejecutivo a retroceder en la medida, las consecuencias para la popularidad del Presidente fueron evidentes: bajó 20 puntos y marcó sólo 30% a mediados de enero.

El episodio no ha sido olvidado por el gobierno, que ayer celebró cinco años en Palacio Quemado. En La Paz, son cada vez más crecientes las versiones que dan cuenta de un inminente cambio de gabinete, que podría concretarse en las próximas horas.

Según el diario La Razón, el actual cónsul de Bolivia en Chile, Walker San Miguel, volvería a La Paz para ocupar el Ministerio de RR.EE., mientras que David Choquehuanca pasaría a la secretaría general de la Presidencia.

San Miguel se desempeñó anteriormente como ministro de Defensa. Recientemente, había viajado a Holanda a pedir los datos sobre el diferendo marítimo entre Chile y Perú que se tramita en La Haya.

El actual embajador en Venezuela, Jorge Alvarado, en tanto, volvería a su país para hacerse cargo de la estratégica cartera de Hidrocarburos.


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sábado, enero 22, 2011

rse la responsabilidad social debe asumir la discapacidad EMPRESARIAL en sus distintas dimensiones

Rsc. Valeriano gómez afirma que la responsabilidad social debe asumir la discapacidad en sus distintas dimensiones

11:27h | SERVIMEDIA


Las políticas de responsabilidad social de las empresas (RSC) deben ser un "marco idóneo" para que las organizaciones "asuman la discapacidad en sus relaciones con los consumidores y usuarios" según afirma el ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez.
En el prólogo del libro "La responsabilidad social empresarial en el ámbito de la discapacidad" editado por el Cermi, el ministro asegura que la gestión de la diversidad a la vez que busca optimizar el proceso empresarial y mejorar la competitividad, contribuye a la cohesión social.
Para el responable del área de trabajo del Gobieno "la no discriminación y la igualdad de trato y de oportunidades de las personas con discapacidad se puede convertir en una ventaja competitiva", un valor añadido y una oportunidad de negocio para las organizaciones.
Según Gómez uno de los beneficios de la gestión de la diversidad es el incremento de captación del talento pues la empresa trabaja con una base de selección más amplia y además "la capacidad de una persona es independiente de su origen o grupo al que pertenece".
La diversidad es una estrategia orientada a la creación de un entorno que incluya todos los perfiles diversos de las personas con el fin de optimizar la eficacia del proceso empresarial.
En concreto, sobre la discapacidad, el ministro afirma que la responsabilidad social debe incorporar un compromiso para superar la desigualdad en los diferentes ámbitos de la actividad empresarial, incluyendo las actuaciones en la cadena de suministro y la contratación de personal.
Gómez concluye que las políticas de diversidad deben prestar una atención especial a las personas más desfavorecidas, que los las que experimentan una mayor exclusión sociolaboral.


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defensor del pueblo, Bolivia: Villena se siente salpicado por video-coima sin razón valedera

CHILE AUN NO TIENE DEFENSOR DEL PUEBLO....
 
Villena se siente salpicado por video-coima sin razón valedera
                     
Reacciones: El Defensor del Pueblo y uno de sus antecesores afirman que la entidad fue afectada por el video-coima. Waldo Albarracín pide investigar hechos y no convocar a declarar a personas que no pueden ayudar a esclarecer el caso.

Rolando Villena recordó ayer que el video-coima se grabó a mediados de 2009, cuando ni sus protagonistas ni él formaban parte de esa entidad, pese a lo que se instaló la impresión de que quien da el dinero es un funcionario de la Defensoría del Pueblo.

"Pareciera ser el móvil del video estar en relación directa con la Defensoría, cuando no es así".

Esa filmación guarda relación con las investigaciones sobre las actividades de la milicia liderada por Eduardo Rózsa Flores en territorio nacional.

Villena tomó posesión de su cargo en mayo de 2010, aproximadamente un año después de que Ignacio Villa Vargas, alias "el Viejo", se diera a la fuga.

Carlos Núñez del Prado comenzó a trabajar en la Defensoría del Pueblo en junio de 2010, después de que esa institución sufrió un robo y fue recomendado por el abogado Jaime Quiroga, quien, según la red televisiva Uno, fue asesor del ex ministro Juan Ramón Quintana.

Edson Alí Espinoza, efectivo de la Policía, es la tercera persona involucrada y nunca fue parte de la Defensoría.

"Se debe buscar a los responsables"

Los protagonistas del video-coima no formaban parte de la institución, dijo ayer el defensor del Pueblo, Rolando Villena, en cuyo criterio "estamos en el proceso de vuelta del efecto bumerán (de la emisión del disco), por lo que se debe investigar quiénes fueron los responsables de que éste se haya filtrado a los medios".

En esa grabación, conocida el 13 de enero, se observa cómo Ignacio Villa Vargas, alias "el Viejo", delator de las actividades de la célula de Eduardo Rózsa Flores, recibe un soborno de 31.500 dólares para huir de Bolivia. Carlos Núñez del Prado, que cuando se hizo la filmación se desempeñaba como director general de Seguridad Ciudadana, es la persona identificada como quien da el dinero al soplón.

Villena no pudo precisar si la difusión de ese video tuvo la finalidad política de causarle daño, pero aseguró que los afectados "están en varios frentes, uno de los cuales es la Defensoría. Uno se puede preguntar a quién perjudica, pero más importante que eso, es determinar quién permitió que ese documento se filtre. Por ello, quien cae mal es el responsable de su custodia, y así se puede llegar hasta la Policía y al Ministro de Gobierno, que son responsables de la seguridad del Estado".

Si bien la difusión de esa grabación causó un fuerte remezón en la Defensoría del Pueblo, esta entidad "ha sufrido un perjuicio y es necesario remontar la situación a la que se nos ha llevado".

El Defensor lamentó que los ciudadanos hagan una mala lectura de los hechos, pues se generó mediáticamente la impresión de que fue esa institución la que pagó un soborno a un individuo que desde entonces es prófugo de la justicia y debe enfrentar un juicio por los delitos de terrorismo y alzamiento armado. Recordó que ni él ni ninguno de los protagonistas de esa grabación formaba parte de la Defensoría cuando se hizo el registro correspondiente.

"Sensiblemente, mucha gente no entiende cuál es el móvil de uno y otro hecho, y somos víctimas de esta situación".

Villena compareció ante el Ministerio Público para explicar por qué contrató a Núñez del Prado, en el que depositó su confianza a grado tal de haberlo invitado a ejercer las funciones de secretario general y, posteriormente, a ser su representante en La Paz.

En esa oportunidad, aseguró que si bien supo que su asesor ejerció las funciones de Director General de Seguridad Ciudadana, ignoraba que participó en el operativo del 16 de abril de 2009, cuando Eduardo Rózsa Flores, Árpád Magyárosi y Micheal Dwyer fueron abatidos.

La situación dio lugar a que se produjera ayer en La Paz una reunión nacional de representantes de las mesas defensoriales de todo el país, quienes costearon sus pasajes y estadía.

Los asistentes ratificaron su confianza en el defensor Villena y recomendaron que la institución dé "una mirada de mediano plazo" para continuar las labores que le encomienda la ley.

"Fruto de la pugna interna del MAS"

En opinión del ex defensor y activista por los derechos humanos Waldo Albarracín, "más que perjudicar a la Defensoría, la aparición de ese video es un reflejo del enfrentamiento interno del Movimiento al Socialismo, en cuyo seno hay diversas tendencias que luchan entre sí por espacios o por el manejo de las instituciones estatales. El MAS no es un ente político homogéneo, porque en su interior comparten corrientes e intereses contrapuestos. Entonces, resulta claro que la emisión del video favorece a un sector en detrimento de otro".

Albarracín indicó que esa grabación sólo pudo salir de una fuente gubernamental, porque solamente funcionarios de los organismos de seguridad del Estado pudieron haber filmado un operativo de este tipo, pues éstos respondieron a las acciones decididas por las autoridades para enfrentar una determinada situación.

"De esa manera, el efecto político que se ha perseguido con la presentación de ese video ha sido influir sobre las decisiones que tomará el Presidente para formar su gabinete de ministros, pero ha salpicado a la Defensoría del Pueblo".

Consultado en torno a la posibilidad de que Rolando Villena sea destituido de su cargo, el ex Defensor dijo que "jurídicamente eso no es posible, porque fue designado por la Asamblea Legislativa Plurinacional y sólo puede dejar sus funciones por tres causas: fallecimiento, renuncia o sentencia ejecutoriada por la comisión de algún delito, pero para que se presente esta figura es necesario que la persona nombrada sea encontrada culpable de la comisión de un delito, sea enjuiciada y sentenciada".

"Son posibilidades muy complejas y la renuncia se haría posible como resultado de una presión muy fuerte de algunos sectores".


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Agricultura y rechazo a fusión: "Es perjudicial para los productores"

nestle y soprole una fusion super-monopolica dañina para productores lecheros

Agricultura y rechazo a fusión: "Es perjudicial para los productores"

El ministerio del ramo expresó ante el TDLC su oposición a la fusión Nestlé-Soprole.

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A través de una opinión enviada al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), el Ministerio de Agricultura reiteró su rechazo a la posible fusión entre algunas de las operaciones de Nestlé y Soprole, por considerarla "perjudicial para los productores de leche en el país y podría atrasar el desarrollo del sector".

En su escrito, la cartera, sostiene que "la materialización del joint venture tendrá un poder oligopsónico en el precio pagado a los productores, especialmente en las dos regiones con mayor producción de leche en Chile (Los Lagos y Los Ríos), y un poder oligopólico en la venta de algunos productos lácteos". Explica que ello se produciría dada la alta concentración en la venta de productos lácteos por parte de las dos empresas involucradas; la participación en el directorio del joint venture de cuatro representantes de Nestlé y Soprole, de un total de siete miembros; la alta concentración en la compra de leche a nivel nacional (45,2% en 2009) por parte de las dos empresas, y la alta concentración en la compra de leche en las regiones en las cuales están presentes (Biobío 60% y Los Lagos, 50%).

A esto se añade, dice el Minagri, el déficit de 240 millones de litros de leche por parte del joint venture para elaborar los productos lácteos, la alta participación del mercado por parte de Nestlé y Soprole para leche cultivada (72,7%), yogur (53,9%) y leche fluida (38,4%) y la alta concentración por parte de la nueva empresa (DPA) en la elaboración de leches fluidas, yogur y postres lácteos.

Así, concluye que la unión "iría en sentido contrario a las políticas del gobierno, en cuanto a buscar mejorar la transparencia de los mercados agrícolas".


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FRAGMENTO LITERARIO: ESPECIAL NÚMERO 1.000 / En Portada

FRAGMENTO LITERARIO: ESPECIAL NÚMERO 1.000 /

La civilización del espectáculo

MARIO VARGAS LLOSA 22/01/2011 vargas_llosa_b.jpg

 

Espíritu, ideales, placer, amor, solidaridad, alma. El Nobel Mario Vargas Llosa se pregunta si estas palabras significan algo todavía. Con este texto inédito para nuestro número 1.000 -el prólogo de su próximo libro- responde al papel de la cultura hoy, define lo que ha bautizado como la "civilización del espectáculo" y desarrolla su Alegato de defensa de los valores eternos

Lima / Madrid 2010

      La noticia en otros webs

      En el pasado, la cultura fue a menudo una conciencia que impedía a las personas cultas dar la espalda a la realidad

      "Las horas han perdido su reloj"

      Vicente Huidobro

      Este ensayo fue naciendo en los últimos años sin que yo me diera cuenta, a raíz de la incómoda sensación que solía asaltarme a veces visitando exposiciones, asistiendo a algunos espectáculos, viendo ciertas películas, obras de teatro o programas de televisión, o leyendo ciertos libros, revistas y periódicos, de que me estaban tomando el pelo y que no tenía cómo defenderme ante una arrolladora y sutil conspiración para hacerme sentir un inculto o un estúpido.

      Este libro es mi alegato de defensa. Cuando comencé a escribirlo descubrí que llevaba tiempo tocando algunos de sus temas de manera fragmentaria en artículos y polémicas, y eso explica que cada capítulo tenga como colofón unos "antecedentes" que reproducen aquellos textos tal como fueron publicados (con la ocasional corrección de una errata o una falta de puntuación). Pero he utilizado también, en algunos capítulos, partes, a veces muy amplias, de ensayos y charlas, introduciendo en estos textos, allí sí, enmiendas importantes. Pese a todos esos collages creo que el libro es un ensayo orgánico que fui elaborando a lo largo de años aguijoneado por un tema inquietante y fascinante: cómo la cultura dentro de la que nos movemos se ha ido frivolizando y banalizando hasta convertirse en algunos casos en un pálido remedo de lo que nuestros padres y abuelos entendían por esa palabra. Me parece que tal transformación significa un deterioro que nos sume en una creciente confusión de la que podría resultar, a la corta o a la larga, un mundo sin valores estéticos, en el que las artes y las letras -las humanidades- habrían pasado a ser poco más que formas secundarias del entretenimiento, a la zaga del que proveen al gran público los grandes medios audiovisuales, y sin mayor influencia en la vida social. Ésta, resueltamente orientada por consideraciones pragmáticas, transcurriría entonces bajo la dirección absoluta de los especialistas y los técnicos, abocada esencialmente a la satisfacción de las necesidades materiales y animada por el espíritu de lucro, motor de la economía, valor supremo de la sociedad, medida exclusiva del fracaso y del éxito, y, por lo mismo, razón de ser de los destinos individuales.

      Ésta no es una pesadilla orwelliana sino una realidad perfectamente posible a la que, insensiblemente, se han ido acercando las naciones más avanzadas y libres del planeta, las del Occidente democrático y liberal, a medida que los fundamentos de la cultura tradicional entraban en bancarrota, se iban desintegrando, y los iban sustituyendo unos embelecos que han ido alejando cada vez más del gran público las creaciones artísticas y literarias, las ideas filosóficas, los ideales cívicos, los valores y, en suma, toda aquella dimensión espiritual llamada antiguamente la cultura, que, aunque confinada principalmente en una elite, desbordaba en el pasado hacia el conjunto de la sociedad e influía en ella dándole un sentido a la vida y una razón de ser a la existencia que trascendía el mero bienestar material del ciudadano. Nunca hemos vivido como ahora en una época tan rica en conocimientos científicos y hallazgos tecnológicos ni mejor equipada para derrotar la enfermedad, la ignorancia y la pobreza y, sin embargo, acaso nunca hayamos estado tan desconcertados y extraviados respecto a ciertas cuestiones básicas como qué hacemos aquí en este astro sin luz propia que nos tocó, si la mera supervivencia es el único norte que justifica la vida, si palabras como espíritu, ideales, placer, amor, solidaridad, arte, creación, alma, trascendencia, significan algo todavía, y, si la respuesta es positiva, qué es exactamente lo que hay en ellas y qué no. Antes, la razón de ser de la cultura era dar una respuesta a este género de preguntas, pero lo que hoy entendemos por cultura está exonerada por completo de semejante responsabilidad, ya que hemos ido haciendo de ella algo mucho más superficial y voluble, o una forma de diversión ligera para el gran público o un juego retórico, esotérico y oscurantista para grupúsculos vanidosos y de espaldas al conjunto de la sociedad.

      La idea de progreso es engañosa. Quién, que no fuera un ciego o un fanático, podría negar que una época en la que los seres humanos pueden viajar a las estrellas, comunicarse al instante salvando todas las distancias gracias al Internet, clonar a los animales y a los humanos, fabricar armas capaces de volatilizar el planeta e ir destruyendo con nuestras prodigiosas invenciones industriales el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra que nos alimenta, ha alcanzado un desarrollo sin precedentes en la historia de la humanidad. Al mismo tiempo, nunca ha estado menos segura la supervivencia de la especie por los riesgos de una confrontación atómica, la locura sanguinaria de los fanatismos religiosos y la erosión del medio ambiente, y acaso nunca haya habido, junto a las extraordinarias oportunidades y condiciones de vida de que gozan los privilegiados, el contraste de la pavorosa miseria y las atroces condiciones de vida que todavía padecen, en este mundo tan próspero, centenares de millones de seres humanos, y no sólo en el llamado Tercer Mundo, también en enclaves de horror y vergüenza en el seno mismo de las ciudades más opulentas del planeta.

      En el pasado, la cultura tuvo siempre que ver con esos temas y fue a menudo el mejor llamado de atención ante semejantes problemas, una conciencia que impedía a las personas cultas dar la espalda a la realidad cruda y ruda de su tiempo. Ahora, más bien, lo que llamamos cultura es un mecanismo que permite ignorar los asuntos problemáticos, distraernos de lo que es serio, sumergirnos en un momentáneo "paraíso artificial", poco menos que el sucedáneo de una calada de marihuana o un jalón de coca, es decir, una pequeña vacación de irrealidad.

      Todos estos son temas profundos y complejos que no caben en las pretensiones, mucho más limitadas, de este libro. Éste sólo quiere ser un testimonio personal, en el que aquellas cuestiones se refractan en la experiencia de alguien que, desde que descubrió, a través de los libros, la aventura espiritual, tuvo siempre por un modelo a aquellas personas cultas, que se movían con desenvoltura en el mundo de las ideas y que tenían más o menos claros unos valores estéticos que les permitían opinar con seguridad sobre lo que era bueno y malo, original o epígono, revolucionario o rutinario, en la literatura, las artes plásticas, la filosofía, la música. Muy consciente de las deficiencias de mi formación escolar y universitaria, durante toda mi vida he procurado suplir esos vacíos, estudiando, leyendo, visitando museos y galerías, yendo a bibliotecas, conferencias y conciertos. No había en ello sacrificio alguno. Más bien, el inmenso placer de ir, poco a poco, descubriendo que se ensanchaba mi horizonte intelectual, que entender a Nietzsche o a Popper, leer a Homero, descifrar el Ulises de Joyce, gustar la poesía de Góngora, de Baudelaire, de T. S. Eliot, explorar el universo de Goya, de Rembrandt, de Picasso, de Mozart, de Mahler, de Bartók, de Chéjov, de O'Neil, de Ibsen, de Brecht, enriquecía extraordinariamente mi fantasía, mis apetitos y mi sensibilidad.

      Hasta que, de pronto, empecé a sentir que muchos artistas, pensadores y escritores contemporáneos me estaban tomando el pelo. Y que no era un hecho aislado, casual y transitivo, sino un verdadero proceso del que parecían cómplices, además de ciertos creadores, sus críticos, editores, galeristas, productores, y un público de papanatas inconscientes a los que aquellos manipulaban a su gusto, haciéndoles tragar gato por liebre, por razones crematísticas a veces y a veces por pura frivolidad.

      Quiero dejar sentada mi protesta, por lo que pueda valer, que, lo sé, no será mucho. Hay demasiados intereses de por medio, helás. Probablemente, el fenómeno que este ensayo describe en unos cuantos apuntes no tenga remedio, porque forma ya parte de una manera de ser, de vivir, de fantasear y de creer de nuestra época, y que lo que este libro añora sea polvo y ceniza sin resurrección posible. Pero podría ser, también, ya que nada se está quieto en el mundo en que vivimos, que ese fenómeno, la civilización del espectáculo, perezca sin pena ni gloria, por obra de su propia inanidad y nadería, y que otro lo reemplace, acaso mejor, acaso peor, en la sociedad del porvenir. Confieso que tengo poca curiosidad por el futuro, en el que, tal como van las cosas, tiendo a descreer. En cambio, me interesa mucho el pasado, y muchísimo el presente, que sería incomprensible sin aquél. En este presente hay innumerables cosas mejores que las que vieron nuestros ancestros, desde luego: menos dictaduras, más democracias, una libertad que alcanza a más países y personas que nunca antes, una prosperidad y una educación que llegan a muchas más gentes que antaño y unas oportunidades para un gran número de seres humanos que jamás existieron antes, salvo para ínfimas minorías.

      Pero, en un campo específico, aunque de fronteras volátiles, el de la cultura, creo que hemos retrocedido, sin advertirlo ni quererlo, por culpa fundamentalmente de los países más cultos, los de la vanguardia del desarrollo, los que marcan las pautas y las metas que poco a poco van contagiando a los que vienen detrás. Y asimismo creo que una de las consecuencias que podría tener la corrupción de la vida cultural por obra de la frivolidad, podría ser que aquellos gigantes, a la larga, revelaran tener unos pies de barro y perdieran su protagonismo y poder, por haber derrochado con tanta ligereza el arma secreta que hizo de ellos lo que han llegado a ser, esa delicada materia que da sentido, contenido y un orden a lo que llamamos civilización.

      Juan Dolio, diciembre de 2010.

      Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936, premio Nobel de Literatura 2010) ha publicado El sueño del celta (Alfaguara) y prepara La civilización del espectáculo. www.mvargasllosa.com


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      Diario publica sueldos de Presidentes de la región: Piñera es el cuarto mejor pagadoRánking de "El Tiempo" es liderado por el estadounidense Barack Obama, quien percibe 16 veces más que el último, el boliviano Evo Morales.EmolCompartir | | Viernes 21


      Diario publica sueldos de Presidentes de la región: Piñera es el cuarto mejor pagado

      Ránking de "El Tiempo" es liderado por el estadounidense Barack Obama, quien percibe 16 veces más que el último, el boliviano Evo Morales.

      Emol
      Viernes 21 de Enero de 2011 17:29

      SANTIAGO.- El cuarto mandatario mejor pagado mensualmente de América Latina es Sebastián Piñera, según un ránking realizado por el diario colombiano "El Tiempo" y que considera a 12 Gobernantes de la región.


      El listado lo lidera el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con un sueldo de 33.394 dólares ($16.402.382), que duplica a quienes completan el "podio": el mexicano Felipe Calderón con US$16.524 ($8.116.217) y la brasileña Dilma Rousseff con 15.619 dólares ($7.671.702).


      Poco más atrás aparece el Gobernante Sebastián Piñera, quien cierra el grupo de los que ganan más de 15 mil billetes de la divisa norteamericana (US$15.042 ó $7.388.292).


      Hacia bajo, los salarios caen hasta los US$11.721 ($5.757.092) del Mandatario uruguayo, José Mujica; los US$9.968 ($4.896.058) del colombiano, Juan Manuel Santos; y los US$9.175 ($4.506.554) del venezolano, Hugo Chávez.


      Entre el octavo y undécimo Jefe de Estado, los salarios disminuyen desde los 6.000 a los 4.500 mil dólares.


      En este grupo figuran el ecuatoriano Rafael Correa (US$6.194 ó $3.042.354); el peruano Alan García (US$5.793 ó $2.845.391); el paraguayo Fernando Lugo (US$4.877 ó $2.395.473), y la argentina Cristina Fernández (US$4.506 ó $2.213.246)


      En último puesto aparace el Presidente de Bolivia, Evo Morales, cuyo sueldo es 16 veces menos que el de Barack Obama y 7 menos que el de Sebastián Piñera: US$2.008, es decir, $986.284.


      Ya hace unas semanas el sitio web español Tu Salario había revelado los salarios de los líderes mundiales y el gobernante norteamericano Bill Clinton era el mejor rentado (US$4.085.215), ganando unas 313 veces más -en ese entonces- que el Mandatario chileno.

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      Rodrigo González Fernández
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      SEBASTIAN PIÑERA: Reunión en Cerro Castillo de Viña del Mar:


      Reunión en Cerro Castillo de Viña del Mar:
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      A los cinco les advirtió que dicha valoración positiva debía ser un aliciente para cumplir las metas como secretarios de Estado. Mandatario mencionó como "presidenciables" a los titulares de Interior, Defensa, Educación, Trabajo y Energía-Minería.  

       

      Enviarán proyecto que elimina 7% de cotización de salud y extensión del pre y posnatal

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      viernes, enero 21, 2011

      RSE La Responsabilidad Social Corporativa y la Cooperación Internacional para el Desarrollo: caminos convergentes (ARI)

      La Responsabilidad Social Corporativa y la Cooperación Internacional para el Desarrollo: caminos convergentes (ARI)
      Rafael Domínguez Martín
      ARI 6/2011 - 18/01/2011
      Tema: La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) para el desarrollo ha cobrado un gran auge en la última década, desde que Naciones Unidas lanzó el Pacto Mundial. Este ARI traza los paralelismos de la RSC y la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID), paralelismos que sugieren la oportunidad de colaboración entre una RSC menos asistencialista y más estratégica con una CID que vaya más allá de la ayuda y busque la coherencia de políticas[1].

      Resumen: Este ARI revisa los principales paralelismos entre la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), como estrategia empresarial, y la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID), como política pública concertada, en cuanto a su naturaleza e influencias doctrinales, objetivos, eficiencia/eficacia, críticas, principales problemas de identidad y retos respectivos, a partir de la siguiente hipótesis: la RSC es a las empresas lo que la CID es a los gobiernos. La conclusión es que necesita una colaboración estratégica entre la RSC como innovación social y la CID ampliada desde la ayuda a la coherencia de políticas.

      Análisis

      Metáfora fundante y vidas paralelas
      La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es a las empresas lo que la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID) es a los gobiernos. La primera, como estrategia empresarial, y la segunda, como política pública concertada, están destinadas a entenderse desde mucho antes de que Kofi Annan lanzara en 1999 la idea de un Pacto Global.

      El concepto de RSC nace en 1953 con la publicación del trabajo de Howard Bowen (Social Responsibilities of the Businessmen), que formaba parte de una colección sobre "Ética cristiana y vida económica" del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en América. Bowen apelaba a la responsabilidad social de las corporaciones para producir no sólo bienes y servicios, sino devolver a la sociedad parte de lo que ésta les había facilitado. Un año después, Peter Drucker, devoto cristiano episcopaliano, incluía la responsabilidad pública como una de las áreas clave del management: los ejecutivos, además de cumplir su "primera responsabilidad con la sociedad" que es "operar hacia el beneficio", tenían que "promover el bien público… [y] contribuir a la estabilidad, el fortalecimiento y la armonía sociales" (The Practiceof Management, 1954).

      Pero la corporación "con alma", como la denominó un autor del momento, respondía a algo mucho más terrenal, a saber, el alineamiento de los intereses de las empresas norteamericanas en la "lucha más colosal" contra lo que se percibía durante la Guerra Fría como "el desafío del comunismo a nuestro modo de vida", según dijo el decano de la Harvard Business School (HBS), Donald K. David, en mayo de 1949. Y en esta lucha los líderes empresariales debían trabajar "para resolver lo que es de lejos el mayor problema económico actual: el desarrollo de las denominadas áreas subdesarrolladas hasta el punto donde al menos las sombrías consecuencias de la extrema pobreza (la malnutrición, la muerte prematura, la mala salud crónica, la superstición, la sordidez y la miseria) sean mitigadas", como planteó el economista y activo miembro de los cuáqueros Kenneth E. Boulding en un artículo para la revista de la HBS en 1950. El propio decano David volvería sobre este tema en su discurso de 1958 en la HBS llamando a una movilización "de todos los recursos de nuestro sector privado empresarial mediante un contrato entre las agencias gubernamentales responsables y las compañías privadas y sus ejecutivos para hacer un trabajo masivo y efectivo de desarrollo económico en el exterior".

      Por su parte, la CID surgió como política pública a raíz del Programa de los Cuatro Puntos del presidente Truman, en enero de 1949, en el que el político Demócrata, de arraigadas convicciones baptistas, se planteó la creación de un gran programa para "la mejora y el crecimiento de las áreas subdesarrolladas", siguiendo la ética pragmática de "ayudar a los menos afortunados a ayudarse a sí mismos". Este lema, calcado de la misión original del Banco Mundial, cabe remontarlo a la máxima del filántropo Andrew Carnegie, para quien "en el otorgamiento de la caridad, la principal consideración debería ser ayudar a aquellos que quieren ayudarse a sí mismos" y, como fuente original, al puritanismo depurado de Benjamin Franklin, que es a quien se debe la frase "Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos" (Poor Richard's Almanak, 1757). El programa de Truman se consideró como parte de las "nuevas responsabilidades" derivadas de la "nueva influencia" de la democracia americana, que serviría para testar "nuestra devoción por el deber… anclada en nuestra fe por el Todopoderoso", y, por supuesto, para responder al objetivo más mundano de luchar contra "la falsa filosofía del comunismo". Sólo tres meses más tarde, el decano de la HBS, Donald K. David, se sumaría entusiásticamente a la causa con la RSC.

      La historia del objetivo del 0,7% también reúne esa peculiar mezcla de religión y política. En 1955, el Consejo Mundial de las Iglesias, una organización ecuménica con sede en Ginebra que agrupa a todas las iglesias cristianas, solicitó el asesoramiento del economista senior del Banco Mundial (que luego sería rector del International Institute of Social Studies de Rotterdam, el decano de los institutos de desarrollo europeos), Egbert de Vries. Se trataba de promover las donaciones de las parroquias en los países ricos con el fin de destinarlas a los países pobres en coherencia con la virtud cristiana de la caridad y de los objetivos fundacionales del Consejo. De Vries, militante cristiano, les convenció de que las donaciones privadas, por mucho que aumentaran, no podrían cubrir la gran brecha de capital que necesitaban los países pobres para salir del subdesarrollo. Así que el comité central del Consejo, cuando volvió a reunirse en 1958, aprobó una declaración en la que se solicitaba que "al menos un 1% del ingreso nacional de los países [desarrollados] fuera dedicado a estos propósitos". La petición del Consejo fue transmitida a las misiones diplomáticas de varias naciones industrializadas de la ONU, cuya Asamblea General, a fines de 1960, expresó "la esperanza de que el flujo de ayuda internacional y de capital debería incrementarse sustancialmente para alcanzar lo más pronto posible el 1% de los ingresos nacionales combinados de los países económicamente desarrollados".

      A esta misma cifra mágica también habían llegado Jan Tinbergen y sus colaboradores del Netherlands Economic Institute de Rotterdam, en 1959 (y cuyo trabajo De Vries probablemente conocía), aunque el 1% fue presentado a nivel mundial en 1962, gracias al patrocinio de la Twentieth-Century Fund, un think-tank progresista en cuyo patronato estaban integrados muy connotados asesores del presidente Kennedy, Demócrata y católico, como J. Kenneth Galbraith y Arthur Schlesinger Jr. (poco después Peter Drucker se integraría a esta institución). Según Tinbergen, se trataba de poner en marcha un programa mundial para distribuir la cantidad de 7.000 millones de dólares, necesaria para ayudar a ayudarse a sí mismos a los países en desarrollo, siguiendo la propuesta de Rosenstein-Rodan de un impuesto progresivo a las familias de los países desarrollados. En 1968, en el segundo encuentro de la UNCTAD, se adoptó la recomendación de que el 0,75% de ese 1% fuera destinado a la ayuda al desarrollo, recomendación que fue suscrita inmediatamente por 10 de los 16 miembros del Comité de Ayuda al Desarrollo y luego por el CAD en 1969 y la Asamblea General de la ONU en 1970 como objetivo oficial para la II Década del Desarrollo.

      Con estos antecedentes, no es de extrañar que la legitimación primaria de la AOD por parte del CAD fuera de carácter moral: "la necesidad de ayudar a los países menos desarrollados a ayudarse a sí mismos" (resolución sobre el Esfuerzo Común de la Ayuda, 1961). El Banco Mundial y su agencia también justificaron su propia actuación en 1969 desde una perspectiva moral que combinaba el enfoque de la ética deontológica (del motivo), muy influida por la Encíclica de Pablo VI Populorum Progressio (1967), y la utilitarista (de las consecuencias). Si en la primera se apelaba a la "cooperación en el bien común", sobre la base de que "los pueblos ya desarrollados tienen la obligación gravísima de ayudar a los países en vías de desarrollo", en el Informe Pearson se afirmó "la obligación de los ricos y privilegiados de ayudar a los pobres y necesitados", pero sin olvidar que la ayuda a los países pobres generaría "más desarrollo y progreso en los países ricos industrializados". De acuerdo con la noción de una "comunidad mundial interdependiente", la racionalidad de todo esto era análoga al modelo de egoísmo ilustrado de la RSC que se construyó simultáneamente: "el interés nacional es la base racional para la política –de la ayuda y de cualquier otra cosa–, pero solamente si es ilustrada y clarividente y mira más allá de sus propias fronteras". Estas consideraciones morales, junto con la fijación del objetivo del 0,7% del PIB de los países desarrollados para AOD en 1975 "y en ningún caso más allá de 1980", más varias recomendaciones sobre el desligamiento de la ayuda y la coherencia de las políticas comerciales y de inversión extranjera directa, fueron las principales conclusiones del informe Partners in Development, dirigido por el ex primer ministro de Canadá y premio Nobel de la Paz Lester B. Pearson a propuesta del presidente del Banco Mundial Robert MacNamara. Si Pearson era hijo de un pastor metodista, el ex secretario de Defensa de Kennedy, Robert McNamara, con sus raíces católico-irlandesas, desde luego tenía una gran familiaridad con la combinación de los enfoques deontológico y utilitarista sobre los que el hermano del difunto presidente, Robert Kennedy, había teorizado en 1968 al afirmar que "la ayuda prestada al extranjero no es una donación gratuita, sino que es, a la vez, una obligación moral para con todos los seres humanos y una sana y necesaria inversión para el futuro".

      En la década de los 60, el enfoque altruista (arraigado en la filantropía) de la RSC, por el que las empresas tenían que avanzar sobre sus obligaciones legales usando voluntariamente sus recursos para fines sociales más amplios como respuesta a presiones externas fue la tónica dominante. De hecho, las empresas tuvieron que reaccionar antelas demandas sindicales, del movimiento de los derechos civiles, de las mujeres, de los consumidores y las reivindicaciones conservacionistas, sin esperar, además, ningún retorno económico específico por sus acciones sociales voluntarias. Esta posición defensiva suscitó muy pronto las primeras críticas que, también en el marco de la ideología de la Guerra Fría, denunciaron el carácter "subversivo" de la RSC, identificada como "socialismo" y verdadero pretexto para aumentar las regulaciones, según Milton Friedman, para quien el negocio de las empresas era hacer beneficios. Esto obligó a buscar una racionalidad para la RSC, que se concretó en el llamado "modelo de egoísmo ilustrado" según el cual la RSC contribuiría a maximizar a largo plazo el valor para el accionista, y la RSC se presentó como auténtico poder blando ("poder social") de las empresas, antes de que tal concepto fuera acuñado en la teoría de las relaciones internacionales.

      En paralelo, la CID también recibió las tempranas críticas de Milton Friedman, que ya en 1958 había condenado la ayuda por promover el desarrollo a través de un medio (la planificación centralizada) contaminado con "la ideología comunista". Luego, Peter T. Bauer (Dissenton Development Studies and Debates in DevelopmentEconomics, 1971) denunció que la ayuda era simplemente "caridad" para atenuar los "sentimientos de culpabilidad… por injusticias pasadas", a la vez que un mecanismo de compensación de las barreras arancelarias erigidas contra las exportaciones de los países en desarrollo, cuando no un "instrumento para forzarlos a comprar lo que de otra manera no podría venderse". La ayuda, para Bauer, representaba "una ampliación natural de la imposición progresiva" desde el "nivel nacional al internacional", en lo que este autor de la escuela austríaca veía como una expansión perversa del Estado del bienestar.

      Humanocentrismo de "stakeholders" y "partners"
      Consolidada la definición de RSC como aquella estrategia voluntaria que empieza donde termina la ley, en los 70 se reafirmó la noción del contrato social (implícito) entre las empresas y la sociedad, que desembocó de manera natural en la teoría de la integración de los stakeholders a la empresa. La empresa empezó a concebirse no como una organización maximizadora de beneficios, sino del bien común, concepto vinculado no por casualidad a la doctrina social de la Iglesia (Encíclica de Pablo VI, Populorum Progressio, 1967). Así, los stakeholders se convirtieron en los 80 en la contrapartida conceptual de los partners de la CID, a medida que las empresas y sus grupos de interés se fueron globalizando. Y el poder blando de la empresa se ligó al concepto de reputación corporativa, dentro de una ética estoica en la que las empresas, como personas jurídicas, buscan la "aprobación social" y la "gratitud de quienes han cosechado el beneficio de sus acciones" a los que se refirió Adam Smith en su Teoría de los sentimientos morales. PeterDrucker (The Frontiers of Management, 1986) otra vez fue quien explicitó claramente la idea de centrar los objetivos de las empresas en las personas: la empresa se redefinió como una institución social basada en relaciones de confianza a largo plazo con personas (trabajadores, clientes y proveedores, como capital social, el único que aumenta con el uso), cuya razón de existir era servir a los clientes y donde el beneficio sólo resultaba un medio para este fin que es el que asegura la sostenibilidad de la empresa. En la organización, así concebida, los trabajadores (recursos humanos) no eran un pasivo, sino el principal activo de la organización, junto con el capital social y la reputación corporativa.

      Sobre estos fundamentos y la teoría de los stakeholders, al llegar el nuevo siglo, el objetivo de la RSC evolucionó de manera natural hacia el desarrollo humano sostenible, una vez que estuvo claro que esto era un compromiso político para conciliar el crecimiento económico con la protección del medio ambiente dentro de una noción blanda y puramente empresarial de sostenibilidad. Así, el Libro Verde de la Comisión Europea definió la RSC como la "integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales (business operations) y sus relaciones con sus interlocutores", lo que subraya, además, la diferencia entre filantropía y la RSC al conectar ésta con el núcleo duro de las operaciones de la compañía en las que necesariamente está la gestión de los stakeholders. Por su parte, el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) utilizó el sustitutivo de sostenibilidad para referirse al "compromiso de las empresas para contribuir al desarrollo económico sostenible, trabajando con los empleados, sus familias, la comunidad local y la sociedad en su conjunto". Desde ese momento, se aceleró el proceso de creación en los países desarrollados de una infraestructura institucional emergente de nuevas normas de comportamiento, transparencia y rendición de cuentas para las compañías multinacionales a modo de poder compensatorio. Y publicaciones tan influyentes como la Academy of Management Review empezaron a hablar de que "las corporaciones deberían actuar como agentes de cambio social".

      Paralelamente, la CID retomó con fuerza la teoría de los partners, con la Comisión Independiente sobre Asuntos de Desarrollo Internacional, presidida en 1980 por el socialdemócrata Willy Brandt a sugerencia del presidente del Banco Mundial, Robert McNamara. El llamado Informe Brandt propuso un nuevo pacto internacional keynesiano para "la solidaridad humana y el compromiso internacional con la justicia social". El pacto consistía en un impuesto universal pagado por todos los países, excepto los más pobres, calculado mediante una escala móvil dependiendo del ingreso nacional, para constituir un fondo de desarrollo en el que los países desarrollados deberían aportar al menos el 0,7% de su PIB para 1985 y el 1% en 2000. Dicho fondo también recibiría aportaciones de las tasas sobre los gastos militares, las exportaciones de armas y el comercio internacional, de acuerdo con el principio de "responsabilidad global" que obviamente apelaba a lo que luego –cuando empezó a bajar la marea neoliberal que dio al traste con las recomendaciones de Informe Brandt– se reconstruiría como coherencia de políticas.

      La coherencia de políticas no era más que una concreción de la teoría de la interdependencia compleja, según la cual el aumento de las interrelaciones económicas, sociales y ecológicas elevaba la probabilidad de la cooperación internacional entre los Estados en detrimento de las relaciones jerárquicas basadas en el poder militar. Dicha cooperación arraigaba en la ética utilitarista compartida tanto por la visión liberal como la realista de las relaciones internacionales (los Estados persiguen sus propios intereses de acuerdo a una serie de incentivos), mientras que la interdependencia se volvía compleja al perder los Estados el monopolio de las relaciones exteriores. Mientras que en la visión tradicional de las relaciones internacionales los Estados maximizaban su seguridad a través del poder militar (al igual que en la visión de Milton Friedman, las empresas maximizaban beneficios para ser viables), con el fin de la Guerra Fría, la teoría de la interdependencia compleja estableció que los Estados maximizaban su seguridad a través del "poder blando" o "cooptativo" de la cooperación internacional (al igual que en la visión Drucker, las empresas maximizaban su reputación con los stakeholders para ser sostenibles).

      En este contexto, en el que precisamente se publicó el manual de Drucker sobre la empresa como proyecto de personas, con personas y para las personas, la CID fue diseñando el cambio del objetivo del crecimiento económico por el del desarrollo humano, que el PNUD definió en 1991 como "el desarrollo de las personas, para las personas y por las personas". Las personas eran fines en sí mismas, mientras el aumento del ingreso o del consumo era un medio para ese fin del desarrollo humano que necesariamente debía ser sostenible (compatible con el crecimiento económico) y con la noción de sostenibilidad empresarial. Después de todo, la conocida definición del Informe Bruntland es congruente con la regla del capital constante de Hicks-Solow, lo cual tiene una traducción política inmediata para la CID, como dejó claro el presidente Obama en la Conferencia de seguimiento de los ODM en septiembre de 2010 al expresar que "el propósito del desarrollo es crear las condiciones que no hagan necesaria la ayuda… un desarrollo que sea sostenible".

      Pecados originales, retos comunes
      En la actualidad la RSC estratégica tiene el reto pendiente de la demostración del business case, porque tras 35 años de ingentes esfuerzos de investigación, el último meta-análisis sobre 167 estudios muestra una relación muy tenue entre RSC y rentabilidad financiera, de manera que es posible que sea la rentabilidad la que incite a ser responsable y no al contrario. Aunque hay premio de consolación, porque la revista The Economist, otrora crítica, en enero de 2008 bendijo la RSC como just good business y un reciente informe de la Economist Intelligence Unit arroja el resultado de una encuesta entre ejecutivos de más de 30 países en la que el 69% considera que hay una relación positiva a largo plazo entre desempeño financiero y compromiso con la sosteniblidad.

      Además de estas críticas internas que ponen en evidencia la posible falta de eficiencia de la RSC, desde el ala izquierda se sigue cuestionando la RSC como un discurso promovido por las corporaciones y/o las agencias de desarrollo internacionales para justificar la imposición del modelo neoliberal mediante una retórica green washing y por washing, que sirve para evadir otras responsabilidades. En un sentido más concreto, la RSC según algunos autores, es una noción de las grandes empresas de los países desarrollados que refleja las preocupaciones y prioridades de los consumidores de esos países, noción que es imposible trasladar a la realidad de las MYPMES de los países en desarrollo, que operan en un contexto de reglas de juego muy hostiles, o, si hablamos de multinacionales locales, que tampoco se puede traducir automáticamente por la inexistencia de una sociedad civil y un entorno competitivo suficientemente desarrollados. Incluso se considera que la RSC es una estrategia de las empresas de los países desarrollados para restringir la competencia en los países en desarrollo, mediante la imposición de estándares ambientales y cláusulas sociales que ponen trabas a la producción y las exportaciones. Y finalmente, se critica la falta de regulación de la RSC, como verdadera enmienda a la totalidad, ya que una supervisión pública estricta llevaría a desnaturalizar lo que, por definición, es una actuación voluntaria tal y como reconocen la Comisión Europea, la OIT o la International Organisation of Employers.

      En todo caso, parte de las razones de esta última crítica responden a un problema de identidad de origen de la RSC que, precisamente por su carácter de autorregulación, es muy vulnerable a los fallos de mercado, tales como la información imperfecta, las externalidades y la existencia de free riding, lo que ha promovido un movimiento de accountability corporativa para cerrar la brecha entre la retórica y la política, que está generando una gran demanda de métricas y ratings de la RSC. Este movimiento pretende redireccionar el foco desde la voluntariedad de la RSC hacia las obligaciones legales –que con frecuencia no cumplen las empresas que se dicen responsables–, mediante la participación en iniciativas multi-stakeholder para elevar los estándares y procedimientos para presionar a favor de iniciativas voluntarias internacionales que luego se pueden interiorizar a nivel nacional mediante leyes (regulación articulada). La UE se encamina por esta senda con el anuncio, por parte de la Comisión, de un nuevo Libro Verde sobre transparencia de la información ambiental, social y de derechos humanos, que podría dar lugar a una directiva comunitaria de RSC centrada en la transparencia –particularmente en áreas de derechos humanos y desarrollo sostenible–, el buen gobierno corporativo, la participación de los grupos de interés –con especial atención a los empleados– o la mejora de las relaciones entre las compañías, los accionistas y la sociedad.

      Como la RSC, la CID se enfrenta al reto de demostrar que la ayuda al desarrollo es efectiva. Sin embargo, tras 60 años de ayuda, 50 años de investigación y un centenar largo de estudios, no se puede afirmar que la ayuda haya ejercido, en términos agregados, un impacto positivo sobre el crecimiento del mundo en desarrollo. Parte de la explicación tiene que ver con los problemas sistémicos –carácter voluntario, distorsión asignativa por intereses políticos y comerciales, proliferación de donantes e intermediarios y volatilidad– de la ayuda que no se acompaña con la coherencia de otras políticas, y donde, como en la RSC, están presentes la información imperfecta (incompleta y asimétrica), las externalidades y el free riding, una consecuencia inevitable de una política que al fin y al cabo es unilateral, voluntaria o discrecional de los países desarrollados. Aunque el presidente Obama ha insistido recientemente en la interdependencia compleja (el desarrollo "no sólo como imperativo moral, sino como imperativo estratégico y económico"), las "responsabilidades mutuas" y la coherencia de políticas, y aunque su secretaria de Estado ha hablado de un "modelo de desarrollo basado en la asociación, no en el patrocinio", que implica "responsabilidad compartida", es evidente que el pecado original del sistema de ayuda persiste y no dejará de entorpecer la eficacia de la misma. Esto probablemente seguirá siendo así mientras dure la ayuda como business as usual, y por mucho que el movimiento de accountability y la proliferación de índices de calidad o transparencia de la ayuda traten de identificar a las mejores y peores agencias donantes, en paralelo a lo que pasa en el mundo de la empresas con los ratings y la métrica de la RSC.

      Conclusión

      Hacia una colaboración estratégica
      La RSC nació como una obligación moral, vinculada a la ética cristiana del bien común a la que sigue muy atada a través de la doctrina de los stakeholders (reformulada recientemente en la Encíclica de Benedicto XVI, Caritas in Veritate, de 2009).[2] Por su parte, la CID también nació como una obligación moral vinculada a la virtud cristiana de la caridad a la que sigue muy atada. Recuérdese que la campaña del Jubileo 2000 para cancelar la deuda de los países en desarrollo está basada en la tradición judeocristiana de condonar deudas cada 50 años y en la Encíclica de Juan Pablo II Centesimus annus de 1991.[3]

      Aunque el nuevo contrato entre las empresas y la sociedad que representa la RSC nunca se reconoció como la panacea para resolver todos los problemas sociales, la RSC se fue centrando en los objetivos de desarrollo humano global, a medida que se aceleró la internacionalización de las compañías y sus stakeholders. Por su parte, la obligación moral de los países desarrollados de ayudar a los países en desarrollo se intentó concretar en un nuevo compromiso internacional entre gobiernos basado en la idea de asociación, en que se reconocía, no obstante, que la ayuda, como actuación voluntaria, requería de la coherencia de otras políticas mucho más influyentes en el desarrollo, cuya definición se fue desplazando desde la noción de crecimiento económico hacia la de desarrollo humano sostenible.

      La RSC, como enfoque idealista de poder blando (social), en el que la reputación se convirtió en un factor clave, fue sometido a las críticas de quienes denunciaron la agenda oculta redistributiva e intervencionista de la RSC o –en el extremo contrario– el carácter ideológico de la misma por los problemas de información imperfecta que incentivan la evaporación de políticas y dan como resultado una gran incoherencia entre las actuaciones empresariales y las políticas de RSC que se implementan en la realidad o sólo se anuncian y luego no se cumplen.

      Por tanto, la RSC, como estrategia empresarial, y la CID, como política pública concertada, estaban destinadas desde sus orígenes a confluir y entenderse porque partían de influencias doctrinales muy similares (la virtud cristiana de la caridad como preservativo contra el comunismo durante la Guerra Fría) y objetivos que fueron convergiendo en la noción del desarrollo centrado en las personas (desarrollo humano) y sostenible. Su encuentro también se basó en la falta de eficacia (en el caso de la CID) y eficiencia (en el de la RSC) que en los últimos años está llevando a buscar las ventajas comparativas cruzadas de las empresas –eficacia y eficiencia para la CID– y el sector público –legitimidad para la RSC– con el fin de hacer frente a las críticas comunes sobre las agendas ocultas intervencionistas y redistributivas, los magros resultados financieros o para el desarrollo de una y otra, y la incoherencia y evaporación de políticas que compartieron desde sus inicios.

      El mensaje final de este trabajo es que se necesita descristianizar la RSC y la CID. O dicho de otra manera, hay que aligerar el componente paternalista de la RSC y el asistencialista de la CID arraigados en la ética cristiana de la caridad y el bien común. Si la RSC se convierte en parte del núcleo duro de la estrategia empresarial por el interés propio de las compañías, y la CID va más allá de la ayuda y se centra en la coherencia de políticas cambiaras, comerciales, de inversión o migratorias con las de AOD, también por el interés propio de los países desarrollados, entonces la complementariedad de la estrategia empresarial responsable y la política pública para la promoción del desarrollo sostenible dará buenos resultados, como ha teorizado recientemente la Comisión Europea en su Programa de Trabajo para la Coherencia de Políticas 2010-2013. Independientemente de que empresas o agencias de desarrollo se planteen trascender la ética utilitarista por la ética deontológica kantiana o la estoico-smithiana, y pese a todas la críticas sobre la falta de impacto de la RSC en el desempeño financiero y sobre la escasa relación de la ayuda con el crecimiento económico, seguirá siendo necesario practicar una y otra por defecto, porque sin RSC a las empresas, a sus grupos de interés (trabajadores, proveedores y clientes) y al medioambiente les iría peor, y sin CID todo sería también peor para las poblaciones más vulnerables de los países en desarrollo y para los "intereses compartidos" de países desarrollados y en desarrollo en torno al mantenimiento de los bienes públicos globales.

      La CID, ayudando a implementar las reformas necesarias del entorno regulatorio para que las empresas responsables puedan desempeñar su cometido, y la RSC, en tanto que innovación social promotora de negocios inclusivos que mejoren el entorno para las empresas, están en condiciones de ofrecer una colaboración estratégica como respuesta combinada a la demanda de desarrollo de millones de personas que no están pidiendo caridad sino una ampliación de sus oportunidades. Porque, en definitiva, como ha señalado recientemente Homi Kharas ("Can Aid Catalyze Development?", 2010), "los países pobres que reciben ayuda están más focalizados en el crecimiento que en la caridad" y es ahí donde las empresas tienen la primera responsabilidad en el desarrollo.

      Rafael Domínguez Martín
      Director de la Cátedra de Cooperación Internacional y con Iberoamérica, Universidad de Cantabria


      [1] Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto DER2009-14370 del MCI.

      [2] "La gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia… Se ha de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio inmediato, en vez de la sostenibilidad de la empresa a largo plazo, su propio servicio a la economía real y la promoción, en modo adecuado y oportuno, de iniciativas económicas también en los países necesitados de desarrollo" (http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html).

      [3] "No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables. En estos casos es necesario encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso" (http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_01051991_centesimus-annus_sp.html).


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      Exportaciones de vinos y alcoholes crecieron 11,5% en 2010

      EL ARTE DE COLECCIONAR EL VINO

      Exportaciones de vinos y alcoholes crecieron 11,5% en 2010

      Por su parte, los envíos al exterior de pisco anotaron US$1,7 millones en 2010, 77% más que en 2009, detalló Odepa.

      por La Tercera - 21/01/2011 - 09:36
      © Bloomberg

      Los envíos al exterior de vinos y alcoholes alcanzaron US$1.563 millones en 2010, cifra 11,5% mayor que en 2009, según informó el Ministerio de Agricultura, a través de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa).

      El director de Odepa, Gustavo Rojas, señaló que "en los últimos años las exportaciones de vinos y alcoholes han ido creciendo sostenidamente en el tiempo, tanto en volumen como en valor, lo que se debe al gran dinamismo del sector vitivinícola en 2010".

      Odepa precisóq que los principales productos exportados de esta categoría fueron vino tinto mezclas (US$282 millones); Cabernet Sauvignon (US$276 millones); Sauvignon Blanc (US$ 151 millones); Merlot (US$110 millones); Chardonnay (US$108 millones) y Carménère (US$74 millones).

      "Cabe señalar que las exportaciones de pisco anotaron US$1,7 millones en 2010, un 77% más que en 2009", afirmó el directivo.

      Los principales destinos de los embarques de vinos y alcoholes fueron Estados Unidos (16%), Reino Unido (15%), Canadá (6%), Holanda (5%), China (5%), Japón (5%), Alemania (5%), Brasil (5%) y Dinamarca (4%).


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      Rodrigo González Fernández
      Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
      Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU

       CEL: 93934521
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