La democracia de los acuerdos
Jan. 29 , 2010
- La confrontación de ideas es la esencia de la democracia por eso no da lo mismo quien gobierne.
En periodos de elecciones los ciudadanos son exhortados a elegir entre opciones programáticas diferentes, lo que no quiere decir que no puedan existir coincidencias, compromisos y acuerdos. Pero ello no implica esperar que el gobierno que supedite sus proyectos al consenso, ni coartar el derecho de ser oposición.
La democracia de los acuerdos es loable siempre y cuando nadie se ponga en un pie forzado. Trasformar lo deseable en una camisa de fuerza, elevar el "bipartidismo" a la categoría de dogma y criminalizar la condición opositora sólo conduce a la frustración.
Los chilenos votaron por un cambio y tienen todo el derecho a esperar que el nuevo gobierno actue en consecuencia. El cambio implica proponer soluciones e ideas y hacer las cosas de un modo muy diferente al de la Concertación, la que naturalmente resentirá que su estilo de gobernar esté siendo revisado, cuestionado y modificado.
Reconocer algunos o muchos aciertos no aminorará el enojo de la nueva oposición, cuya tendencia natural será defender enérgicamente su obra, cuestionando las propuestas del nuevo Presidente. De no hacerlo, estaría avalando la crítica implícita a su gestión, renunciando por décadas a recuperar el poder. No hay oposición en el mundo dispuesta a ello.
La democracia de los acuerdos es un concepto que resultó perfectamente adecuado durante la transición, cuando la estabilidad misma de las renacientes instituciones democráticas estaba en juego y los ex partidarios del régimen militar no tenían posibilidad alguna de triunfar.
La tarea de la oposición de entonces era adquirir "legitimidad democrática" para poder reconcursar y triunfar, como finalmente ocurrió. La tarea de la Concertación era demostrar que podía gobernar sin desatar el caos.
En ese contexto la democracia de los acuerdos convenía a todos. Hoy la cosa no es necesariamente así. La consolidación de la democracia presupone opciones competitivas y eso es lo que a partir del 17 de enero de instaló en el país.
Si Peñera tiene éxito, la Coalición Por El Cambio podría gobernar por muchos años, más allá del 2014. No se le puede pedir a la oposición que facilite esa posibilidad.
El manejo del perfil opositor es cuestión de grados y de conveniencia política. Negar la sal y el agua a un gobierno de turno puede ser contraproducente; entregar demasiado apoyo también. Este es el único incentivo válido para el próximo periodo.
El gran arbitro será la ciudadanía: Sólo ellos calificarán si a la oposición se le está pasando la mano en su crítica y actitudes negativas o si, por el contrario, están defendiendo principios y valores realmente importantes para el bien común.
Para el gobierno también hay desafíos en este terreno. Si Piñera se inhibe de someter su programa al Congreso por temor a desatar la ira opositora o con el fin de evitar las movilizaciones de grupos de interés, perderá perfil y apoyo entre quienes lo votaron. Tres ejemplos se me vienen a la cabeza.
i) La incorporación de capitales privados a Codelco para que las AFP puedan comprar acciones de la empresa mas rentable de Chile y mejorar las pensiones desatará la guerra mundial con la Concertación y los sindicatos. Pero es una excelente idea que no puede esperar más.
ii) El Bono Auge, que permitiría a las personas recibir un bono del Estado para atenderse en una clínica privada, será estigmatizado como el principio del fin del sistema de salud pública con el único fin de hacer ganar más dinero a las clínicas privadas: La privatización definitiva de la salud. Los funcionarios montarán en cólera, encabezados por el Dr. Maturana y el Colegio Médico y con el apoyo de la Concertación en pleno saldrán a las calles paralizando el sistema.
iii) Reforma profunda a la Educación, que requiere el fin del estatuto docente para que los buenos profesores reciban incentivos y los malos se jubilen se presentará como el fin de la carrera docente, la destrucción de la educación pública y la mercantilización definitiva de la enseñanza. Las huelgas no se harían esperar.
Lo peor es ser ingenuo. El éxito de Piñera dependerá de su capacidad de ganar, primero la batalla de la opinión pública y luego buscar los entendimientos en el Congreso. La democracia de los acuerdos, en esta etapa hay que buscarla con los ciudadanos de modo que el costo de votar en contra de los buenos proyectos sea demasiado alto.
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Saludos
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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