El ministro de Economía alemán (dcha.) se mostró indignado con la decisión de GM.
Los sindicatos alemanes del sector automotriz anunciaron huelgas para este jueves luego que el gigante automotriz estadounidense General Motors (GM), dijera este miércoles que el plan de reestructuración de su filial europea Opel que presentarán "pronto", supondrá la eliminación de unos 10.000 puestos de trabajo en Europa.
La noticia de los despidos se conoció un día después de que GM anunciara su intención de cancelar sus planes de vender Opel, así como su marca británica Vauxhall, al fabricante austríaco-canadiense de autopartes Magna Internacional.
La decisión de GM de no vender Opel, que emplea a cerca de 55.000 empleados en toda Europa, ha sido recibida con indignación en Alemania, país en el que se encuentran la mitad de los trabajadores de la compañía.
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El gobierno de Berlín, que en los últimos meses lideró las conversaciones para la venta de Opel, ha exigido la devolución de los US$2.200 millones aportados para apoyar la operación con Magna.
Tanto el ejecutivo de Angela Merkel como los sindicados de la compañía se habían mostrado favorables a que Opel fuera adquirido por Magna, al considerar que era la mejor manera de salvar puestos de trabajo, ya que el acuerdo incluía la garantía de que no se cerraría ninguna factoría en suelo alemán.
El comportamiento de GM es totalmente inaceptable (...) Recuperaremos el dinero de los contribuyentes
Rainer Brüderle, ministro de economía alemán
"El comportamiento de GM es totalmente inaceptable", ha afirmado el ministro de Economía alemán, Rainer Brüderle, horas después de conocerse la decisión de GM.
"Recuperaremos el dinero de los contribuyentes", ha asegurado.
Según el corresponsal de la BBC en Berlín, Steve Rosenberg, la decisión la automotriz estadounidense supone un "enorme bochorno" para Angela Merkel, después de que su gobierno hubiera presionado a favor del acuerdo con la compañía canadiense Magna.
Rossemberg explica que el gobernador del estado de Hesse, en el que Opel tiene sus oficinas centrales, dijo estar "sorprendido y enfadado".
"Mejora de las perspectivas"
Los sindicatos alemanes han convocado paros en las fábricas para presionar a GM.
GM, que acaba de salir de una complicada suspensión de pagos gracias a las ayudas millonarias de la administración de Barack Obama, explicó en un comunicado que la junta había tomado la decisión debido a "una mejora de las perspectivas de negocio para la compañía en los últimos meses".
En suelo alemán se concentran la mitad de los 55.000 puestos de trabajo que la firma tiene en Europa, mientras que el resto está distribuido entre España, Suecia, Polonia y el Reino Unido.
Tras conocerse la decisión de GM, el ministro español de Industria, Miguel Sebastián, advirtió de que no aceptará nada por debajo del acuerdo alcanzado con Magna para la planta de Figueruelas, en Zaragoza, donde se iban a mantener 6.100 de sus 7.000 empleados.
Por su parte, la Comisión Europea ha dicho esperar que el nuevo plan de reestructuración para Opel sea "sólido" y garantice "empleos duraderos".
El Ejecutivo comunitario también ha advertido que verificará la compatibilidad de cualquier ayuda que los estados miembros de la UE pudieran conceder a GM.
Con esta advertencia la Comisión pretende evitar las desavenencias que causó entre los gobiernos de los países europeos que cuentan con plantas de Opel el acuerdo con Magna.
El gobierno alemán se comprometió con la compañía canadiense a inyectar cerca de US$6.600 millones en la compañía, a cambio de limitar los despidos en las fábricas germanas, lo que causó el enfado de Madrid y Londres.
Por su parte, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, también se mostró su sorpresa por la decisión de GM.
El banco ruso Sberbank, propiedad del Kremlin, debía financiar parte de la operación con Magna.
Reacción positiva en el Reino Unido
El secretario de Comercio británico dijo estar dispuesto a mantener "discusiones preliminares" con GM.
En el Reino Unido, donde Vauxhall emplea a unas 5.500 personas en sus plantas de Luton y Ellesmere Port, la decisión fue recibida de manera más positiva.
Tony Woodley, presidente del sindicato Unite y ex empleado de Vauxhall, consideró que se trata de una decisión "fantástica".
Por su parte, John Featherstone, representante de Unite en la planta de Ellesmere Port, dijo creer que habrá algún tipo de reestructuración, aunque se mostró "satisfecho de tener que negociar con GM" ya que "nos conocemos mutuamente y entendemos su cultura".
Por su parte, el secretario de Comercio del gobierno británico, Peter Mandelson, dijo estar dispuesto a mantener "discusiones preliminares" con GM sobre cómo sus planes afectarán a los trabajadores británicos.
"Siempre he dicho que si se identificaba una solución correcta sostenible de largo plazo el gobierno estría dispuesto a apoyarla", señaló Mandelson.