El progresismo catastrófico
Curiosa gente estos individuos que se hacen llamar progresistas. Exhiben su etiqueta a los cuatro vientos y por los océanos azules, pero cuando escriben media docena de eslóganes, desnudan justamente lo contrario de lo que se esperaría de ellos.
Porque progresista debiera asimilarse a progreso, ¿no? Y progreso podría relacionarse con mejoramiento, ¿no? Y mejoramiento con plenitud
Y resulta que es justamente al revés: se leen los letreros que han elaborado cuidadosamente Girardi y su equipo, y resulta que no hay una sola palabra que anime al ser humano a progresar, a mejorar, a buscar la plenitud.
Progreso, mejoría, plenitud: por supuesto, todos sabemos que esa trilogía de conceptos, unidos entre sí, resulta inaceptable para los "progres", quienes rechazan ese encadenamiento porque les parece autoritario o cristiano (para muchos de ellos, ambas cosas son simplemente
la misma cosa).
Pero entonces, ¿qué promueven bajo el concepto de progresismo? Supongamos que no será obviamente ni la pobreza generalizada, ni la esterilización masiva, ni la criminalidad impune, ni el suicidio obligatorio, ni la guerra de todos contra todos.
O sea, convengamos que no proponen abiertamente todo lo contrario del progreso, el mejoramiento y la plenitud. Así es: ningún progresista aceptaría que su objetivo es promover contenidos y políticas tan nefastos; pero lo grave, lo gravísimo, es que tampoco ninguno es capaz de asegurar que con las medidas que defienden podrán evitarse esas catástrofes sociales.
No más generalidades; con ellos, hay que bajar a terreno.
Cuando llega el momento de analizar las causas de la pobreza, el progresista jamás acepta que una de las más graves es la disolución de la familia que él ha promovido mediante el divorcio y la regulación de otras uniones; cuando se prenden las alarmas sobre la gravísima estructura etaria de Chile, el progresista nunca reconoce que se debe a la promoción desatada que él ha hecho del antinatalismo; cuando las estadísticas sobre el crimen muestran la aceleración de la maldad, el progresista es incapaz de aceptar que es culpable de haber presentado al delincuente como víctima de la sociedad; cuando miles y miles de jóvenes acaban con sus vidas (droga y suicidio), el progresista más desafiante que nunca evita toda conciencia de su culpa, aunque ha sido él quien les ha dicho que hagan lo que quieran, cualquier cosa, con sus cortas existencias; cuando el conflicto social (étnico, económico, educacional, etc.) se hace duro y tenso, el progresista olvida que él ha sido un constante promotor de la lucha frontal, siempre en el nombre de los débiles, de esos que hoy son ya muy fuertes.
Para su desgracia, todavía hay ojos, ciudadanos: una tras otra, las catástrofes que el progresista ha provocado están disponibles para el análisis fino. Y, lo más grave, esos procesos están en pleno desarrollo y se proponen hoy nuevas medidas para acelerarlos y extenderlos.
¿Por qué? ¿Qué buscan? ¿Cuál es su sentido del progreso? ¿Para qué todo eso?
Muchos no lo saben; simplemente van en la dirección contraria de aquello que pueda parecerles autoritario o cristiano. A ciegas, empujados por fuerzas irracionales, mientras viven inmersos en una neblina mental o vegetan encandilados por el neocolonialismo de influencias europeas, caminan repitiendo sus eslóganes: "Cualquier unión es familia, la marihuana debe ser despenalizada, hagan lo que quieran con sus cuerpos y con los ajenos, algún día habrá aborto legal, la eutanasia libra del dolor, mayores impuestos deben financiar todo lo anterior, cualquier unión es familia
".
Pero si alguno sabe para qué aquello, que lo diga ya. Y, además, que se lo aplique todo.
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Fuente:el mercurio
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU