Es muy complejo hacer un pronóstico para este período, habiendo tantas interrogantes abiertas. Quizá baste con identificar las variables que definirán este cuatrienio y que cada cual construya el que más le acomoda.
Por Sergio Melnick
Economista
Antes que todo, conviene recordar que es importante que al gobierno le vaya bien, porque vamos todos en el mismo bote. Estamos muy cerca del umbral del desarrollo después de 30 años de notable progreso, y no nos podemos farrear esa posibilidad. No hay que comparar realidades con utopías porque siempre ganan las utopías. Hay que comparar realidades con realidades alternativas. Es decir, siempre hay problemas en uno u otro camino. Aquí, presento algunas claves para entender lo que viene.
LA ECONOMÍA
Será la columna vertebral del acontecer, básicamente porque iniciamos un período de ajuste a la baja, el dólar está caro, lo que genera inflación que a su vez genera pobreza y presiones. El cobre bajo, que alimenta al dólar y hace caer ingresos fiscales, además de poner en jaque a Codelco. Como si fuera poco, se viene una reforma tributaria de la que no se conocen detalles y que podría llegar a ser un transantiagaso si se meten inadecuadamente al FUT. Habrá presión salarial exagerada, más regulaciones, y un enorme gasto fiscal, que ya partió con bonos permanentes, un error de proporciones en políticas públicas.
El segundo piso de La Moneda es crucial y Bachelet no lo tiene. Se necesitan pesos pesados que no están hoy en el gabinete, salvo quizás Burgos. Peñailillo no es respetado por los partidos y eso es un problema.
El ministro de Hacienda es demasiado ideológico para mi gusto, y ése ha sido el drama en Argentina, Venezuela y otros países que finalmente colapsan. Alberto Arenas debe entender la diferencia entre una reforma tributaria y un alza de impuestos, y entender ello como un medio no como un fin. Ojalá sea así.
Tampoco hay metas económicas de referencia del gobierno, para anclar a los agentes económicos. Yo le recomendaría a Bachelet situar la meta de crecimiento en 4.5% promedio, la creación de unos 500.000 empleos, y mantener baja la inflación. Si logra eso, se llenará de aplausos.
Dentro de la economía, el tema de la energía será una verdadera pesadilla para éste y cualquier otro gobierno. Lo real es que el potencial del país hoy es hidroeléctrico. Lo alternativo es muy deseable, pero en cuatro años es sólo música o fantasía. Los proyectos se han judicializado, el tiempo apremia, los costos están matando la minería y otras actividades.
LA POLÍTICA
Será muy borrosa porque se está redibujando el mapa del poder. La Nueva Mayoría ha sido la única oposición real a Bachelet y lo será por un rato largo. Ya antes de asumir, el bloque izquierdista le botó cuatro subsecretarios, puso en jaque a un par de ministros y a un intendente. La Alianza, por su lado, dejó de existir y tiene un rato largo para renovarse, algo que le hará muy bien. Y estará muy activa en la segunda mitad del gobierno, que podría ser la parte más débil si Bachelet no se maneja bien. Habrá una presión desmedida para el gasto público, y por reformas muy profundas, no todas sabias. El tema de la Constitución es lindo de plantear, pero difícil de realizar sin que se transforme en una lucha de poder de un sector sobre otro. Lo peor sería que un grupo trate de poner el pie encima, dejando algo que carezca nuevamente de legitimidad. El Congreso es impredecible con la bancada juvenil, el PC a bordo, y algunos díscolos profesionales. Las condenas a Maduro descolocaron severamente a la coalición de centroizquierda. La presión por una nueva Constitución será muy fuerte (porque fue ofrecida), pero los mecanismos institucionales que comprometió Bachelet apuntan en otra dirección, que es la propuesta de la DC de una buena modificación. Pero eso rompe expectativas.
Dentro de la economía, el tema de la energía será una verdadera pesadilla para este y cualquier otro gobierno. Lo real es que el potencial del país hoy es hidroeléctrico.
En estas situaciones, el segundo piso de La Moneda es crucial y Bachelet no lo tiene. Se necesitan pesos pesados que no están hoy en el gabinete, salvo quizás Burgos. Peñailillo no es respetado por los partidos y eso es un problema. Yo le recomendaría a Bachelet llevar a un segundo piso a Escalona, Solari, Perez Yoma y otros de ese tonelaje, que le hablen como pares, más allá de los partidos.
Lo más probable que ocurra, como le ocurrió en su gestión anterior, es que aumenten los díscolos o se descuelguen o quiebren partidos en el conglomerado oficialista. Si ello ocurre, sería el fin político del gobierno. Súmele a lo anterior las arremetidas de algunos candidatos presidenciales que quedaron en el camino, y que fueron muchos, y las críticas serán contundentes. ME-O empezará su candidatura desde ahora, Velasco abrirá un frente liberal popular, Roxana molestará por el costado, Claude radicalizará todo lo que puede, Parisi quiere revancha de algún tipo, por hablar de los que le atacan por el flanco izquierdo. Luego vendrán Ossandón, Allamand, y Piñera atacando por otro flanco, haciendo todas las comparaciones posibles de una y otra gestión, lo que probablemente radicalizará al gobierno de la Nueva Mayoría.
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
En general son una arremetida de la izquierda más extrema (salvo quizás el tema de la no discriminación sexual), y son una moda mundial que aporta poco. Los estudiantes son intransigentes y creen tener la verdad universal, producto obviamente de su propia juventud e inexperiencia. El problema es que muchas veces estos movimientos no son pacíficos, o los extremistas los infiltran, detienen la actividad económica, enervan a las ciudades, en fin, son un tema nada fácil de tratar, especialmente para la izquierda que los promueve.
LA DELINCUENCIA
En medio de todo este torbellino político, el mundo del crimen aprovechará aún más su fuerza. En el largo plazo efectivamente la solución es prevención y política social, pero en el corto es sólo mano dura y de eso no hay salida. Lo anterior es muy difícil para un gobierno de izquierda y más aun con el PC, IC, y MAS dentro de la coalición. Agregue a eso una legislación garantista –y lo que ocurre en el Poder Judicial, acusado de blandura– y el guiso será muy difícil de cocinar.
LA EDUCACIÓN
Será posiblemente el discurso central de este período, y el más difícil. La ecuación de calidad, gratuita y pública no tiene solución simple, o quizás simplemente no la tiene. Se han puesto al mismo nivel fines y medios. Peor aún, de calidad de educación en el siglo XXI, que es lo realmente único relevante, no se ha hablado ni una sola palabra, y es algo que no se improvisa. El sistema de títulos debe cambiar, también la PSU y de ahí la media. Necesitamos llegar a 2 millones de estudiantes en educación terciaria. Las grandes claves son la nueva mente colectiva tecnológica, la gestión de conocimiento más que la acumulación, el lenguaje post simbólico, etc. Con un profesorado representado por Gajardo es imposible entrar al tema de la calidad. Por otra parte el ministro Eyzaguirre, que es un talentoso economista, de educación nunca ha escrito una palabra ni ha trabajado en ello. Los estudiantes le tienen bronca por el CAE al 6%, sus ex compañeros de colegio están indignados... en fin. El gran riesgo es la improvisación, y que se cree otro Transantiago simbólico.
EL TEMA MAPUCHE
Un problema demasiado serio por la violencia y el terrorismo que ha desencadenado. Ni la Concertación ni la Alianza fueron capaces de resolverlo. La escalada violentista ha aumentado. Nadie realmente sabe qué hacer. Lo importante es no caer en la confusión. No hay realmente problema con el pueblo Mapuche, el problema es una minoría violenta no representativa que aparece como símbolo. Bachelet ya anunció que no ocupará la ley antiterrorista, y es difícil que los grupos radicales de verdad dialoguen. ¿Entonces, qué?
VENEZUELA
Será un dolor de cabeza para esta nueva coalición. Ello porque va de mal en peor. Su economía está colapsada, simplemente, por mal manejo. Es una economía petrolera con el oro negro a más de US$ 100 el barril y está literalmente quebrada, sin divisas, altísimas deudas, inflación más alta del mundo, racionamiento, delincuencia desatada, y políticamente en crisis, con un comportamiento antidemocrático inaceptable. Bachelet deberá en algún punto tomar posición o, peor, desprestigiarse como ocurre con Insulza. Pero tomar posición será difícil, porque las visiones de la Nueva Mayoría son discordantes y agresivas entre sí. Ya lo hemos visto en estos días. El canciller de Bachelet, Heraldo Muñoz, es de lujo, pero el problema es político y ahí él tiene poco que decir. Si sumamos el tema Bolivia –y un Evo que gusta ofender a sus colegas, a la usanza Maduro–, la cosa es compleja para Bachelet.
EL MATRIMONIO IGUALITARIO
Es una tendencia que rondará todo el período. Un tema en que la Nueva Mayoría tiene diferencias significativas, pero que puede concitar el apoyo de la derecha liberal que está creciendo. Si se entrampa el gobierno en este asunto, le quitará energías a Bachelet, que podría usar en otros temas. Yo le recomendaría ir con todo a la igualdad, y anotarse un poroto que al final le favorecerá ampliamente.
SANTIAGO Y LAS METRÓPOLIS
Está al borde del colapso en congestión, agravado por una contaminación creciente. Será una piedra en el zapato. Los problemas se multiplicarán con 250.000 nuevos vehículos por año. Se suman Concepción, Antofagasta. No hay soluciones de corto plazo que no sean muy drásticas. Pero no están ni pensadas, y eso toma tiempo. La clave es anticipar los escenarios y sus dificultades a la población.
ENORMES EXPECTATIVAS
El matrimonio igualitario es una tendencia que rondará todo el período. Yo le recomendaría a Bachelet ir con todo hacia la igualdad, y anotarse un poroto que al final le favorecerá ampliamente.
Son la espada de Damocles que le penará a Bachelet, tal como le ocurrió a Piñera, y que opacó sus innegables realizaciones. Todos estos temas juntos son demasiados e importan cambios muy radicales si se quiere avanzar en forma real más que ideológicamente voluntarista. Las expectativas no son sólo de la población de a pie, lo son también de los partidos, que harán presiones demasiado fuertes. El discurso inaugural de Bachelet sólo las agrandó, cuando en realidad correspondía reducirlas.
Los temas de la descentralización, o la investigación científica, la innovación, la cultura real además del arte, las nuevas infraestructuras, el gap digital, la modernización del Estado, y otros de esa naturaleza es difícil que tengan algún espacio. Pero de alguna forma aparecerán en escena.
Como ven, es difícil ordenar un solo escenario, pero éstas son variables que estarán sí o sí, y que usted puede ordenar para sus propias proyecciones. •••