Un periodista habla por celular junto a un letrero de la cumbre del G20 en San Petersburgo, Rusia, el miércoles 4 de septiembre de 2013.
Foto: Virginia Mayo / AP Algo inusual estará en el fondo de las discusiones cuando los mandatarios del Grupo de las 20 economías más grandes del mundo inicien una cumbre en Rusia a partir del jueves: pese al repunte del crecimiento económico en el mundo desarrollado, han aumentado los temores sobre el rumbo de los países emergentes.
Y algo también estará ausente: la preocupación sobre una renovada crisis financiera.
Los líderes del G20 tienen más confianza en sus sistemas bancarios que nunca desde que iniciaron las reuniones hace cinco años. Lo que es más, las economías de Estados Unidos, Europa y Japón finalmente crecen simultáneamente.
Empero ciertos temores están surgiendo sobre las naciones emergentes, que han contribuido a impulsar la economía mundial durante años: Desaceleración del crecimiento, salida del dinero de los inversionistas y el costo de la deuda va en ascenso, en parte a causa de las alzas de las tasas de interés en Estados Unidos.
El resultado es un mundo más dividido que el que se encontraron los líderes en cumbres anteriores del G20, una disparidad que podría causar que cualquier logro de la cumbre resulte vago.
Los asuntos más allá de los económicos seguramente se apropiarán de gran parte de la agenda. Es seguro que en algún momento va a surgir el tema de la amenaza de un ataque militar a Siria encabezado por Estados Unidos, en respuesta a lo que el gobierno del presidente Barack Obama califica como un letal ataque con armas químicas. El presidente ruso Vladimir Putin, aliado del mandatario sirio Bashar Assad y anfitrión de la cumbre del G20, ha pedido a Obama reconsiderar cualquier acción militar contra Siria.
Algunos países también podrían aprovechar la oportunidad para quejarse sobre el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense.
La crisis financiera europea y los temores de que la alianza en torno al euro podría deshacerse habían sido temas centrales en reuniones anteriores. Los líderes se reunieron por primera vez en 2008 mientras la crisis financiera estadounidense se desataba e infectaba economías de otras partes del mundo. Estados Unidos, Europa y Japón ahora cuentan con mayor solidez económica.
"Existe un incentivo más fuerte para la cooperación si uno se encuentra al borde de una crisis", dijo Domenico Lombardi, economista en el Centro para la Innovación de la Gobernanza Internacional en Canadá. Sin tal amenaza, "cada país atiende sus propios asuntos internos".
Tras sus primeras reuniones, por ejemplo, los líderes del G-20 adoptaron políticas en un intento por rejuvenecer la economía global. El año pasado acordaron dar un impulso a los recursos financieros del Fondo Monetario Internacional (FMI), que habían sido agotados por la crisis de Europa.
Ahora, "se está convirtiendo en algo más como un ambiente de cada país por lo suyo", dijo Eswar Prasad, un ex funcionario del FMI que ahora imparte clases en la Universidad Cornell.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un grupo de cooperación internacional con sede en París, indicó en un reporte el martes que pese a que las economías avanzadas experimentan una mejoría tras años de bajo crecimiento, una desaceleración de los países emergentes mantendrá el crecimiento económico mundial bajo para este año.
Aun así, es poco probable que las economías avanzadas alteren sus políticas de tasas de interés en respuesta a la tormenta económica de países emergentes. Dichas políticas han sido vitales a las recuperaciones en Estados Unidos, Europa y Japón.
"Esto es algo que el G20 puede acordar, porque llega al corazón de la legislación nacional", agregó Lombardi.
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Los periodistas de AP, Joe McDonald en Beijing, Elaine Kurtenbach en Tokio, Nirmala George en Nueva Delhi y Marjorie Olster en Washington contribuyeron a este despacho.
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Chris Rugaber está en Twitter como: https://Twitter.com/ChrisRugaber
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