CARL SAGAN: EVANESCENCIA DE SU LEGADO BIOÉTICO
Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia
Miembro del Comité de Ética de la Investigación de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín
Un legado evanescente
La reciente Fiesta del Libro realizada en Medellín, Colombia, el pasado mes de septiembre trajo una noticia que encuentro funesta para la buena salud de la Bioética global, noticia que ha pasado desapercibida hasta donde cabe juzgar. Propiamente, se trata de un artículo del profesor Carlos Alberto Álvarez Muñetón aparecido en Desde la Biblioteca, una publicación de índole pedagógica del Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín. En la misma, su autor alerta sobre la precaria disponibilidad actual de los textos de Carl Edward Sagan, el insigne divulgador de la ciencia fallecido el 20 de diciembre de 1996, una situación causada por el hecho que casi no han vuelto a reeditarse sus obras. Por ejemplo, en muchas provincias de España, amén del 90% de Centroamérica y Suramérica, hay desabastecimiento de los libros de Sagan debido a los pequeños tirajes hechos de la obra de este meritorio científico y divulgador. Además, hay serias dificultades para hallar todas las obras de Sagan en la Red.
Considerando que Carl Edward Sagan llevó a cabo una bella labor pedagógica a fin de hacerle accesible la cultura de la ciencia y sus maravillas a la gran mayoría de las personas, sobre todo a aquellas que no necesariamente poseen formación universitaria, incluida su dimensión ética, debe ser motivo de alarma la situación señalada de desabastecimiento de sus obras, puesto que dificulta en forma significativa la labor pedagógica orientada hacia la comprensión del mundo de la ciencia y la tecnología, comprensión que abarca su génesis, evolución y consecuencias, condición indispensable al momento de compenetrarse con el discernimiento ético concomitante. Más aún, son relativamente pocos los autores que se ocupan de fomentar el pensamiento crítico propiamente dicho, máxime en estos tiempos, cuando las humanidades han quedado rebajadas a la categoría infame de pobres damas vergonzantes por obra y gracia de las contrarreformas educativas neoliberales en todo el orbe, una situación denunciada con elocuencia y propiedad por la abogada y filósofa estadounidense Martha Nussbaum. Y entre estos pocos autores figura Sagan, habida cuenta de su insistencia constante con el fomento del pensamiento crítico en todos los niveles de la educación, pues, sin el cultivo de este pensamiento, la democracia se desquicia y el mundo vuelve a sumirse en el oscurantismo. Al fin y al cabo, como sostenía Sagan, la ciencia, por ser el matrimonio equilibrado entre el escepticismo y el asombro, hace las veces de una luz en medio de la oscuridad que nos rodea.
Ahora bien, el vínculo entre Carl Edward Sagan y la Bioética global no sólo está manifiesto con profusión en sus libros, artículos y las entrevistas que le fueron hechas. En septiembre de 2008, en el seno de un congreso internacional de Bioética celebrado en Bogotá, tuve el grato placer de conocer al notable bioeticista estadounidense James Drane. Tan pronto terminé mi conferencia sobre Bioética y Ciencia ficción, en la cual hablé sobre Sagan y su obra, Drane fue hacia mí y conversamos largo y tendido sobre Carl Sagan, en especial porque éste y Drane fueron grandes amigos, conversación que me permitió ampliar sobremanera mi comprensión acerca de la permanente preocupación de Sagan sobre las consecuencias del mal uso de la ciencia y la tecnología, incluida la falta de uso de los principios básicos del modo científico de comprender el mundo como antídoto frente al dogmatismo y el autoritarismo. En suma, esta preocupación del gran hombre fue el fruto de su alta calidad humana en consonancia con su amor por la ciencia y su sana divulgación.
La alta calidad humana de Sagan queda reflejada así mismo en su dimensión magisterial, puesto que Sagan nos inspiró a muchos para el cultivo de vocaciones intelectuales de índole científica sin perder de vista la dimensión ética asociada. Abundan los testimonios acerca del magisterio de Carl, como éste de su viuda, Ann Druyan, aparecido en el epílogo al libro de Sagan intitulado Miles de millones: "Estoy rodeada de cajas llenas de cartas procedentes de todo el planeta. Son de personas que lloran la pérdida de Carl. Muchas le atribuyen su inspiración. Algunas afirman que el ejemplo de Carl las indujo a trabajar por la ciencia y la razón contra las fuerzas de la superstición y el integrismo. Esos pensamientos me consuelan y alivian mi angustia. Me permiten sentir, sin recurrir a lo sobrenatural, que Carl aún vive". En otras palabras, en todos aquellos sobre los que influyó de la manera señalada, Carl nos enseño la ciencia como forma de vida, esto es, como búsqueda responsable de la verdad. Ahora bien, cual espada de Damocles, pende la siguiente cuestión sobre el mundo actual: ¿Qué hacer a fin de evitar la esfumación del legado pedagógico y bioético de Carl Edward Sagan? Esta pregunta es crucial en momentos en los que el pensamiento crítico está asediado por las huestes de la irracionalidad. Y, sin el recurso a tal pensamiento, la Bioética global como tal, según la entendía Van Rensselaer Potter, cojea y marcha a la deriva. Es decir, la comprensión de la cultura de la ciencia es esencial para la debida asimilación de la Bioética sin ir más lejos.