"Creo que debemos presentarnos como voluntarios en las próximas elecciones", sugirió mi buena amiga Julia mientras tomábamos vino caliente en mi cocina. Era la Nochebuena y mis amigas llegaron a mi casa para compartir la tradicional cena del fin del año. Nuestros chicos no pudieron venir, así que fue un encuentro agradable de chicas con una sola diferencia: en vez de hablar sobre los hombres, discutimos la política. El mismo día horas antes, todas nosotras habíamos participado en la manifestación masiva en el centro de Moscú y queríamos compartir nuestras impresiones.
En aquella noche las emociones estaban alerta, especialmente cuando discutíamos quién podría ser próximo líder de Rusia y qué podía hacer cada una de nosotras para que la sociedad rusa se convirtiera en una sociedad civil. Yo apenas reconocía a mis amigas y a mí misma. Hace poco el tema más discutido entre muchos yuppies moscovitas fue la manera más apropiada de escaparse de Rusia, sea mediante el llamado downshifting (comportamiento social que prevé ralentizar el ritmo de la vida), estudios o trabajo en el extranjero, emigración. Otra opción muy popular era "emigración interna", término emergente de la prensa rusa, usado para describir un refugio pasivo a un vacío informativo total, algo tipo "no tengo nada que ver con lo que ocurre en la Rusia de hoy".
Ahora este término puede resultar redundante, ya que parece que de repente nos hemos despertado. Empezamos a actuar y pensar activamente. Y por fin tenemos esperanza. "El país ha cambiado. Empezamos a hablar sobre el respeto a la dignidad humana que es base de la sociedad civil", dijo Yuri Shevchuk, líder de una de las bandas musicales rock más antiguas de Rusia, famoso por sus críticas contra el gobierno, durante la manifestación del 24 de diciembre que reunió a más de 100.000 personas, más que cualquier otro acto callejero desde la caída de la Unión Soviética.
Tampoco reconozco a mis compatriotas últimamente. Mi pesimismo empezó a desaparecer. La prensa rusa calificó los actos callejeros de la semana pasada, que abordaron no sólo Moscú sino que todo el país, como "La Evolución de Diciembre". A lo mejor las denunciadas infracciones electorales fue la gota que colmó el vaso para romper nuestra tolerancia a la corrupción, propaganda y estancamiento político. O es posible que para los finales de 2011 llegara la hora de que nuestras voces se oyeran más allá de los medios sociales y nuestras cocinas.
Es curioso que las mujeres parezcan volverse locas por esta tendencia. Poco antes, escribí una columna sobre la creciente actividad política de las mujeres: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20110315/148519202.html.
Pero en aquel entonces, el asistir a las manifestaciones y protestar parecía una cosa audaz pero aún rara, especialmente para las mujeres. Algunas de las esporádicas reuniones públicas parecían más fiestas privadas para los adeptos empedernidos, otras como una actividad muy peligrosa, exclusivamente para revolucionarios. Y ahora está muy de moda ser políticamente activo.
Es guay tener una postura civil y defenderla. Justo ante el mitin, una famosa empresa de citas rusa difundió un anuncio digital muy peculiar. Éste invitaba a las mujeres, espacialmente solteronas, a participar en la próxima manifestación, al destacarla como una alternativa mucho más bonita a los servicios de citas. "El 65% de los manifestantes son hombres, de ellos el 80% ganan un salario de nivel medio, el 75% tienen buen coeficiente intelectual, y el 50% son solteros. ¡Así que, chicas, no se lo pierdan!", decía el anuncio. Muchas de mis amigas aceptaron la oportunidad de encontrar a una pareja elegible y algunas de ellas hicieron amistades prometedoras. Muchas colegas mías de Marie Claire y otras revistas lustrosas, que no fueron al mitin, se justificaron diciendo "seguro que iré la próxima vez".
Algunas de las mujeres que lo asistieron, fueron solas, aunque sus parejas pertenecen al campamento político diferente. La editora jefa de la revista rusa Hello que frecuenta mayormente desfiles de moda, inauguraciones de galería de arte VIP, participó en el mitin, aunque su esposo, actor popular y empedernido partidario de Putin, expresó su apoyo a éste en una manifestación de Rusia Unida unos días antes. Otra mujer, Bozhena Rynska, famosa escritora y una de las voces opositoras más altas y furiosas de la blogosfera rusa también se unió a los manifestantes. "Hace poco me hubiera causado vergüenza salir a la calle en medio de una muchedumbre pero hoy es hora de hacerlo", confesó en una entrevista.
Pregunté a mi amiga Julia si creía que el emergente activismo civil podría cambiar algo en Rusia. La coordinadora de la oficina rusa del periódico holandés más influyente, madre de dos hijos, esta mujer estaba muy ocupada últimamente, distribuyendo octavillas entre sus vecinos, escribiendo blogs y republicando la información sobre protestas en Internet. "La actividad en Facebook como tal no puede tener resultados importantes, pero la manifestación sí", dijo al agregar que "si todos salimos a la calle y abogamos por lo que creemos, las cosas cambiarán".
En medio de los manifestantes disimulé a una mujer joven con una pancarta enorme que decía "Quiero que mis hijos vivan en un país libre". Creo que fue una de las consignas más alentadoras. La lucha por unas cosas tan efímeras como la libertad es un nuevo desafío para Rusia y muchos expertos nos auguran un año muy difícil. Pero lo que sí está claro es que haremos para que nuestras voces se escuchen.
Y esto es realmente muy esperanzador.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.