Proyectos que ayudan a mejorar e incrementar el manejo de los predios, eficientar el uso del agua y tener mayor control de la calidad de los cultivos son los temas que están marcando la pauta de los nuevos desarrollos tecnológicos en el sector agrícola, en un contexto donde se han detectado debilidades en el desarrollo de investigación tecnológica de punta, que permita una mejor competitividad del sector.
Por Francisca Orellana
DF
Proyectos que ayudan a mejorar e incrementar el manejo de los predios, eficientar el uso del agua y tener mayor control de la calidad de los cultivos son los temas que están marcando la pauta de los nuevos desarrollos tecnológicos en el sector agrícola, en un contexto donde se han detectado debilidades en el desarrollo de investigación tecnológica de punta, que permita una mejor competitividad del sector.
Hace unos meses un informe del Banco Mundial, encargado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), reveló que el agro debe sí o sí aumentar sus esfuerzos en el uso de nuevas tecnologías para acrecentar sus fortalezas tanto en materia de desarrollo genético, manejo de predios y cosecha, en calidad y capital humano capacitado. Eso si es que quiere ser un importante actor en el mercado agro-alimentario mundial.
Para el subsecretario de Agricultura, Álvaro Cruzat, hay un factor cultural transversal a todos los sectores: el escaso conocimiento sobre innovación y el hecho de que cada vez se hace más difícil acceder a nuevas tecnologías foráneas, "lo que está obligando a Chile a tener que desarrollar la propia", afirma.
Cruzat añade que, si bien es imperativo hacer cambios, también debe haber esfuerzos de los propios agricultores. "En la medida que el sector privado se organice y asuma el liderazgo en esos temas, se logrará avanzar. Es fundamental el trabajo conjunto entre el sector público y el privado", asegura.
De hecho, la VI Encuesta de Innovación del Ministerio de Economía constató que la tasa de innovación en la agricultura es una de las más bajas del país al llegar al 19,3%, superando sólo a la pesca y hoteles y restaurantes. Asimismo, el bajo nivel de inversión también se percibe en los privados, ya que sólo el 14,6% realiza algún proceso innovador. Además, el débil escenario se manifiesta también en los fondos de capital de riesgo pues son pocos los que se dedican a apoyar proyectos que estén ligados a la agroindustria. Y a los que existen, les cuesta encontrar reales oportunidades de negocio a las iniciativas que se les presentan.
Innovar en necesidades reales
Desde la propia industria reconocen que el poco impulso a la materia se debe a problemas de financiamiento y a una mala organización en la gestión de los recursos (desde lo operativo hasta capital humano).
En la SNA reconocen que hay enormes brechas de productividad que podrían superarse sólo mejorando lo que hay. "Son cosas que ya se sabe cómo hacerlas, pero que no se aplican. Si Chile se esmerara en cerrar esas brechas, podría ganar más que buscar idear un gran invento y que puede tener un impacto marginal", dicen en el gremio.
José Antonio Alcázar, gerente técnico de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno (Sago), añade que el "desarrollo de tecnología es un imperativo. Falta de mano de obra y tener que competir no con el vecino, sino que con economías subsidiadas como las europeas o norteamericanas, hace que muchas de las soluciones que tenemos hayan sido fruto del empeño de los propios productores, más que de una acción consensuada entre diferentes actores". Lo fundamental en ese caso, acota, es que los desarrollos deben ser pertinentes a la realidad productiva.
Medir sus campos, poder hacer una mejor distribución de los recursos o conocer en detalle lo que tienen plantado son algunos de los beneficios que han obtenido 30 de 340 agricultores de la Cooperativa Campesina Intercomunal Peumo (Coopeumo), en la Región de O'Higgins, gracias a un proyecto de poco más de $ 100 millones apoyado por InnovaChile, que les permitió obtener fotos satelitales de sus predios para poder tener una visión más "macro" de su territorio y desarrollar un software para contar con una base de datos con los índices de producción de cultivos. Con eso pueden ver la rentabilidad de cada producto, uso de abono, semillas y contar con asesoría técnica por intranet. Jorge Quintanilla, director de la iniciativa, explica que esta información ayuda a la cooperativa a comercializar mejor sus productos, "ya que sabiendo con la superficie que contamos, la producción promedio que se realiza o los tipos de cultivos, nos permite negociar mejor con los compradores".
¿Cómo hacer que la luz del sol no sólo llegue a la parte superior de los árboles sino que a toda su estructura? Con el uso de films reflectantes que se ponen en medio de las hileras de los árboles, permitiendo así que el fruto logre un mayor color.
El sistema, que estaba bastante desarrollado fuera de Chile, se utilizaba para el uso frutícola, pero había un vacío en las hortalizas. Por ello la empresa Zimex ideó, con apoyo de InnovaChile, un film plástico de alta resistencia, con una capa de aluminio, para usarlo en vegetales y control de plagas. Pier Zachetto, dueño de la firma, explica que con este film es posible aumentar en hasta 60% el número de frutos por planta de pimentones, 45% más de kilos por hectáreas de tomate o disminuir hasta 50% la aplicación de insecticidas. Además, mejoraron el film que se usa en la uva carmenere (lograron adelantar la cosecha en una semana), rimson y manzana Pink Lady.
Más de $ 200 millones ha invertido, con apoyo de InnovaChile, la empresa de ingeniería y soluciones tecnológicas WiseConn en el desarrollo de una plataforma que permite integrar y centralizar en un sólo lugar los sistemas de riego tecnificado y monitoreo del huerto, que puede ser controlado desde cualquier lugar a través de una página web.
La firma se ha especializado en crear sistemas como sensores que ayudan a una mejor eficiencia en el uso de agua en los predios, lo que ha permitido lograr hasta un 40% de ahorro del recurso, o la automatización de las válvulas o bombas que pueden ser controladas desde computadores. "Esto le ha permitido al agricultor tener mayor información para regar lo justo y necesario", dice Cristóbal Rivas, gerente general de la firma. El nuevo desarrollo "nos permitirá internacionalizar nuestras operaciones ya que hay mercado para ello", explica.
La principal debilidad del trigo nacional es su heterogeneidad en cuanto a calidad. De hecho, el 80% de lo que se produce no se sabe a qué variedad corresponde, lo que hace perder competitividad frente a importaciones principalmente de Estados Unidos o Canadá.
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) está desarrollando un proyecto de $ 180 millones para crear una plataforma tecnológica que permita conocer la calidad del trigo que se está produciendo, en una primera etapa, en la Región de la Araucanía. "Vamos a poder estandarizar la calidad de la producción e identificar las variedades, ya que sólo el 20% de la semilla está certificada. La idea es no producir más trigo genérico y que se apueste por calidades especiales y demandadas por la industria", explica Javier Zúñiga, encargado del área calidad de trigo del Inia y líder del proyecto en que también participan Odepa, Cotrisa y molinos, entre otros.
La viña Concha y Toro ha sido pionera en el uso de información satelital, que ha utilizado para medir el impacto del aumento de las temperaturas en sus terrenos cercanos a ríos, de manera de elegir mejor dónde se ubicarán sus próximos viñedos.
La utilización de este tipo de datos para mejorar los procesos de cultivo y producción será la próxima revolución del sector agrícola: tipos de suelo, erosión, ubicación de ríos, maduración de cultivos e, incluso, presencia de plagas, es la información que se puede obtener gracias a los satélites, de ahí la importancia de masificar esta práctica en el agro.
"Chile está bastante atrasado en su uso respecto a otros países", dice Eugenio González, director del Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren), entidad que lidera la ejecución de una serie de iniciativas para expandir su utilización.
Entre estos proyectos destaca el avance de una Infraestructura de Datos Espaciales de Chile, en la que se está actualizando desde las redes de caminos interiores, la ubicación de predios agrícolas, hasta el catastro de especies frutícolas o forestales. Además, el Centro de Modelamiento Matemático de la U. de Chile, por encargo del Inia y Chilealimentos, está investigando modelos para predecir el momento preciso de cosecha hortofrutícola. Partirán con el tomate y están definiendo los predios a estudiar.
Por otro lado, el BID (con apoyo de la Agencia Chilena del Espacio) ejecuta un programa junto a Argentina, Uruguay y Paraguay, para promover el acceso y uso de información satelital procesada en el agro. Se está seleccionando los grupos de agricultores que participarán y se está formando capital humano especializado en procesamiento de imágenes.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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