Llegó el momento
Edmundo Eluchans U.
La Constitución Política del año 80, sabia en muchos aspectos, introdujo en nuestro sistema político dos instituciones muy particulares: los senadores designados y el sistema binominal. Contra todo lo que quiera decirse, la verdad es que las dos han sido un elemento estabilizador incuestionable, contribuyendo significativamente a nuestra convivencia democrática.
Hace muchos años que -al haberse suprimido, acertadamente en mi opinión, los senadores designados- nuestro Congreso Nacional está integrado solamente con miembros elegidos a través del voto popular. En su momento, después de l7 años sin Congreso Nacional, esta institución permitió un sano equilibrio moderador frente a un cúmulo de propuestas formuladas por quienes habían estado lejos del poder por largo tiempo.
El sistema binominal, por su parte, ha hecho un aporte más valioso todavía al impedir que los extremos hayan gobernado un proceso de restauración de nuestra democracia que no parecía fácil. Sin binominal no habría existido la Concertación.
Más allá de las falencias, temas pendientes y actos de corrupción que llevaron a que el año 2009 la Alianza ganara el gobierno, durante los 20 años de la Concertación, con gobiernos de centro-izquierda y oposición de centro-derecha, el país avanzó en muchos campos.
Sin embargo, la historia nos enseña que incluso muchas muy nobles instituciones cuando cumplen un ciclo ya no se justifican. Hoy están quedando de manifiesto algunos problemas de diseño que tiene el binominal, como por ejemplo la falta de competencia que trae como consecuencia que son las cúpulas partidarias las que finalmente eligen a los parlamentarios, lo que nos tiene viviendo un problema de representatividad que la ciudadanía cuestiona. La falta de competencia afecta la calidad de la política, más todavía en un régimen de renovación indefinida en los cargos.
Chile vive hoy lo que un columnista llamó "una encrucijada histórica" que tiene semiparalizado a este país, con todas las consecuencias negativas que de ello pueden derivar.
Durante los años de gobierno de la Concertación, la izquierda extra sistema y la izquierda extrema en general mantuvieron una conducta relativamente moderada, sin cuestionar permanentemente nuestro régimen constitucional. La llegada al gobierno de la centro-derecha ha enardecido los ánimos de esa izquierda que había estado semisilenciosa, sin ninguna justificación que no sea que el poder del Ejecutivo lo detenta una coalición que se encuentra en las antípodas de su ideario político.
Las falencias de nuestro sistema educacional no son de responsabilidad de este gobierno y las peticiones y protestas de los jóvenes se justifican indiscutiblemente, pero ello no permite, de manera alguna, aceptar el estado de convulsión que vive el país. Esa izquierda que estuvo semisilenciosa durante los gobiernos de la Concertación, con comunistas incluidos, está llevando al país a situaciones extremas altamente inconvenientes, con el concurso a veces explícito y a veces tácito de algunas fuerzas de la Concertación. Pero hay mucha gente moderada de centro, en especial democratacristianos, que no están contentos con lo que está ocurriendo, y es aquí cuando observamos que el sistema binominal, hoy día, nos está entrampando en un empate que nos inmoviliza.
Razones de coyuntura política hicieron que para la democracia cristiana fuera un tema sin discusión su incorporación a la Concertación, lo que hoy -estoy seguro- no se justifica. Sin embargo, el sistema de elección de diputados y senadores obliga a ese partido y a otras fuerzas moderadas de centro a permanecer en un conglomerado que quizá ya no les acomoda.
Está claro que no podemos tropezar en la misma piedra y por lo tanto no es aceptable volver simplemente al sistema que teníamos el año 73, que nos llevó al desastre institucional.
Llegó el momento de pensar en un mecanismo que permitiendo mayor flexibilidad en las alianzas políticas no ponga en riesgo nuestra estabilidad democrática. Podemos pensar en un sistema proporcional corregido, en un sistema uninominal o incluso en el perfeccionamiento del actual, si es que es capaz de dar solución a los cuestionamientos que lo tienen en la mira.
Tengo la convicción más profunda de que con otro sistema de elección popular para diputados y senadores, fuerzas políticas moderadas de centro e incluso de centro-izquierda estarían pactando con nosotros para enfrentar a la izquierda extrema y al comunismo, que tienen enrarecido en demasía y ya por muy largo tiempo al país.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
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