Desde ayer los dos países más grandes de la región están en el mismo escalón político: el modelo sudamericano de reforma con inclusión que ya había ganado un tercer turno en Brasil ganó su tercer mandato en la Argentina de la mano de Cristina Fernández de Kirchner. La Presidenta consiguió no sólo la reelección, sino la consolidación de su liderazgo político al frente de una alianza social y política heterogénea que le brindó el triunfo más amplio de la historia argentina.
Cristina quedó tercera en votos, después de Juan Perón e Hipólito Yrigoyen. Hasta ayer ese lugar era ocupado por Raúl Alfonsín, con su 51,7 por ciento de 1983.
El último lugar fue para Elisa Carrió, la mayor crítica individual del kirchnerismo, que quedó después de la fórmula del Frente de Izquierda encabezada por Jorge Altamira. "Encabezamos la resistencia a Cristina Kirchner y su proyecto mentiroso y malo para la nación", dijo luego de aclarar que la jefatura de la oposición pasó por los votos a Hermes Binner. Ricardo Alfonsín perdió el segundo lugar que había alcanzado en las primarias del 14 de agosto y hasta volvió a ser derrotado en su lugar en el mundo, Chascomús.
Anoche Cristina incluso se dio el gusto de bailar "Arde la ciudad" en la Plaza de Mayo, a metros donde hace casi un año fue velado Néstor Kirchner. Antes alcanzó a decir un saludo no apto para melancólicos: "Quiero darle las gracias a esta multitud de jóvenes argentinos que volvió a recuperar la Plaza de Mayo. Este es un momento histórico superador de aquellos momentos. Porque esta Plaza fue momento de alegrías pero también de desencuentros y enfrentamientos. Yo quiero celebrar que esta juventud viene a la Plaza a levantar las banderas con alegría y no con odio".
Y en tono de jefa política dio una recomendación: "Les pido que se organicen en los frente sociales, en los frentes estudiantiles, para defender a la patria y los intereses de los más vulnerables y para que nadie pueda arrebatarles lo que hemos conseguido".
La intensidad de la ola electoral puede medirse a través de un triunfo: en Mendoza, la provincia de los radicales Julio Cobos y Roberto Iglesias, Cristina triunfó por más de un 50 por ciento y le hizo ganar el distrito al candidato peronista.
En la provincia de Buenos Aires Cristina obtuvo el 57 por ciento y Hermes Binner, del Frente Amplio Progresista, quedó segundo con el 14. El triunfo del Frente para la Victoria fue contundente y garantizó el espesor de la victoria nacional. También indicó que desde el punto de vista político cicatrizó la crisis política de la 125.
La Presidenta ganó otros dos grandes distritos, Santa Fe y Córdoba. En los dos el FAP fue la segunda fuerza. En Santa Fe Binner quedó muy cerca de Cristina pero no pudo ganar en el territorio que hoy gobierna.
A diferencia del 2007, la Presidenta ganó en todos los grandes centros urbanos de la Argentina, menos Rosario: Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mendoza, Bahía Blanca, Mar del Plata y Córdoba. Es una de las razones por las que obtuvo un diez por ciento más de votos. Entre las capitales, el kirchnerismo recuperó Río Gallegos. Y obviamente arrasó en el conurbano. La Matanza terminó con una victoria de Cristina por 67 a 10. Florencio Varela, 73 a 7. La nota distinta del Gran Buenos Aires la dio el proísta Jorge Macri. El primo del jefe de gobierno porteño le arrebató Vicente López a Enrique "El Japonés" García, un radical aliado al oficialismo. Con la derrota de García y la anterior del radicalismo rionegrino, el radical aliado al gobierno nacional que quedó en posición más sólida es el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora.
A diferencia de 2009 ganó la provincia de Buenos Aires. El triunfador de entonces frente a Néstor Kirchner, Francisco de Narváez, ayer consiguió un lejano segundo puesto tras Daniel Scioli. El gobernador consiguió la reelección por un margen mayor al de Eduardo Duhalde cuando fue reelecto en 1995. En su discurso del Hotel Intercontinental a las diez de la noche, Cristina agradeció dos veces a la "querida provincia de Buenos Aires". Scioli quedó legitimado otra vez y en carrera para 2015. Agradeció in memoriam a Néstor Kirchner y en su discurso no sólo mencionó a Cristina, sino "al compañero Gabriel Mariotto, que sin ninguna duda me va a ayudar a que metamos muchos goles en la provincia". Una nueva figura asoma también en la construcción política futura del oficialismo: la del ministro de Economía Amado Boudou, desde ayer vicepresidente electo.
En ese mismo discurso Cristina dijo: "Yo no quiero más nada". Explicó que ya fue electa como primera mujer a la Presidencia y reelecta para el mismo cargo. Fue un modo de afirmar que no va por la re-reelección para 2015. Aunque sí por la jefatura política: "Por comprensión histórica y por voluntad popular cuenten conmigo para profundizar este proyecto de país".
El tono presidencial de ayer fue de convocatoria "a los 40 millones de argentinos".
La referencia a los grandes medios fue elíptica y estuvo dirigida, en realidad, a los dirigentes políticos. Cuando Cristina rescató la figura de Kirchner dijo que lo hacía como compañera de militancia y no como viuda y que estaba recordando a "un cuadro político". Fue entonces cuando subrayó la importancia de "la voluntad, y no del voluntarismo, unida a la convicción" y dijo que había que terminar con el hábito de "pedirle permiso a alguien para ver qué se puede decir a cambio de ganar cinco minutos más o unas líneas". Dijo la Presidenta que "lo importante es saber leer los ojos de millones de argentinos, porque ahí están las cosas que faltan pero también cuánto se ha hecho desde el 2003".
Delante de enormes imágenes del propio Kirchner, de Eva y de Perón, la Presidenta agradeció a los argentinos y a todos los partidos y de inmediato a los sudamericanos. Habló de "esta región, nuestra casa".
Contó que la presidenta brasileña, "la compañera Dilma Rousseff", le dijo "palabras muy dulces". Fue "un llamado amigo, regional, solidario, fraternal". También mencionó por sus nombres a Pepe (Mujica), Hugo (Chávez) y Juan Manuel (Santos). Explicó que el presidente de Colombia "siempre me recuerda a Néstor", en relación con la mediación de Kirchner y la Unasur entre su país y Venezuela en agosto del año pasado. El chileno Sebastián Piñera fue silbado por el auditorio del salón, aunque no tanto como Julio Cobos y Mauricio Macri. En los tres casos Cristina pidió interrumpir la rechifla. "Pequeñeces no", dijo. "En la victoria hay que ser grandes. Generosos. Y más agradecidos que nunca."
La figura de Kirchner apareció una y otra vez. "Hoy es un día raro y los sentimientos se mezclan", dijo Cristina antes de abrazarse con su hijo Máximo. Y contó: "Quiero hablar sinceramente. En 2009, si él no se hubiera puesto al frente, nuestra derrota en la provincia de Buenos Aires hubiera tenido un efecto terrible. Ese hombre puso todo y más. Se jugaba cada instante como la última vez".
La heterogeneidad de la coalición de gobierno confirmada y ampliada ayer alrededor de la jefatura de Cristina abarca una amplia gama que en su extremo derecho incluye gobernadores electos o reelectos como el ex funcionario de inteligencia de Duhalde Carlos Soria, el ex socio del estudio que patrocina al Ingenio Ledesma Eduardo Fellner y el gobernador de una provincia con asesinatos policiales aún no resueltos como Gildo Insfrán.
La novedad es que el propio peronismo y esa coalición política tienen en la Presidenta un liderazgo nítido. Si antes de las primarias Cristina pudo definir candidaturas distritales, el desafío que pareció encarar en el mencionado discurso de Plaza de Mayo fue la articulación de un movimiento que quiere avanzar también por fuera del peronismo. Por ejemplo en Morón, con el 55 por ciento de los votos escrutados, Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella (que obtuvo el 6 por ciento a nivel provincial) ganó y sigue como primera fuerza.
"No discutamos más los hechos, sino cómo hacer que la situación mejore", fue ayer una de las consignas de la Presidenta.
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