Cuando se discute sobre la realidad del modelo chileno, es común encontrar argumentos más basados en la "poesía social" que en la realidad.
Así, podemos encontrar a ilustres personajes que llevan marcado en la frente el slogan "Chile: el peor de los mundos". Estos verdaderos poetas de la cuestión social, con ojos en blanco y tono doctoral, claman al cielo por las profundas desigualdades que existen en Chile y mencionan su verso favorito: el famoso "coeficiente de Gini", estándar mundial para medir las desigualdades del ingreso a nivel mundial y que muestra en Chile un coeficiente de 0.54, uno de los más altos del mundo.
Después de lanzar esta verdadera "bomba" de la desigualdad, nuestros poetas de la cuestión social suelen caer desmayados en las sillas de sus escritorios como agotados por el impacto moral de tamaña realidad (generalmente, corre también una secretaria con un vaso de agua para que el "poeta social" vuelva en sí y se pueda continuar la discusión).
Cuando recobran el sentido, con ojos lastimeros concluyen que "el modelo fracasó", con un mal disimulado sollozo que les sale desde las entrañas.
Ante estos "argumentos", es bueno poner cifras a la discusión. Para eso, recomiendo una gran investigación realizada por el profesor y economista Claudio Sapelli, que se encuentra un su reciente libro llamado "Chile: ¿Más Equitativo?", aparecido este año.
Especialmente quiero centrarme en dos interrogantes que plantea el profesor Sapelli: ¿Es Chile más desigual? ¿Existe en Chile movilidad social?
Señala el profesor Sapelli que el famoso coeficiente de Gini se construye en base a información agregada y, por tanto, no refleja necesariamente la dinámica de la desigualdad del ingreso.
Chile, no es "el peor de los mundos" y el actual modelo de desarrollo chileno de los últimos 30 años ha demostrado con cifras (no con poesía) ser exitoso. Lo anterior no significa que no haya que apurar el tranco e ir más rápido, pero sí hay que ser categóricos en señalar que vamos en la dirección correcta.
Para ello, continúa Sapelli, es necesario realizar un estudio por "cohortes", es decir, analizar la desigualdad del ingreso desagregando la información por edades.
Para aclarar esta forma de analizar nuestros índices sociales, tomemos un ejemplo expuesto por el propio profesor Sapelli, sacado de los últimos informes de la OCDE (Education at a Glance, 2010), el que mostraría que Chile está por debajo del promedio OCDE en el porcentaje de la población con educación secundaria (Chile promedia 68%, y la OCDE, 71%).
El profesor Sapelli explica que si uno realiza un análisis por cohortes de dicha información, se puede apreciar que en Chile, las personas entre 25 y 34 años tienen un promedio de educación secundaria del 85%, mucho más alto que el promedio OCDE, que es de un 80%. Así, nuestro país muestra incluso un porcentaje mayor que Holanda (82%), Noruega (84%), e Inglaterra (77%).
Lo anterior, debido a que el efecto de las políticas públicas en Chile de los últimos 30 años se hacen sentir en las generaciones más jóvenes, en las que recibieron los beneficios del sistema desde sus inicios y eso es lo realmente importante para poder juzgar la eficacia o no de una política pública; es decir, ver cómo les ha ido a quienes se les ha aplicado, no a los que no lograron por edad entrar en ellas.
Ejemplificado de cómo funciona el análisis por cohortes, pasemos a ver la realidad, que según Sapelli nos muestra la distribución del ingreso en nuestro país.
En el caso del coeficiente de Gini, Chile tienen un índice de 0.54 (uno de los más altos del mundo, como ya dijimos), pero esto no refleja la dinámica escondida detrás de esa cifra agregada.
Según los estudios del profesor Sapelli, el análisis de las cohortes más jóvenes en nuestro país, nos muestra una tendencia progresiva a la disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso y un aumento de la movilidad social, pues las generaciones más jóvenes en Chile tienen más educación que sus padres y más oportunidades que ellos.
¿Por qué esta nueva realidad no se expresa en la cifra agregada del Gini? Porque el país ha ido envejeciendo y las generaciones más jóvenes entran ahora más tarde al mundo laboral, por lo que el peso relativo de las personas con mayor edad y, por tanto, más desiguales, sigue marcando el promedio, pero no refleja la tendencia de las nuevas realidades sociales que el "modelo" ha generado en nuestro país.
Por eso, como señala el profesor Sapelli, "un estancamiento en el indicador global, producto del envejecimiento de la población y de las mayores tasas de cobertura del sistema educativo, muestran nuevamente cómo la desigualdad por sí misma es un mal indicador de la situación social".
En otras palabras, Chile, no es "el peor de los mundos" y el actual modelo de desarrollo chileno de los últimos 30 años ha demostrado con cifras (no con poesía) ser exitoso. Lo anterior no significa que no haya que apurar el tranco e ir más rápido, pero sí hay que ser categóricos en señalar que vamos en la dirección correcta.
En estos momentos de agitación social en nuestro país y donde se critica la participación de los privados en la educación superior, es bueno destacar que el estudio del profesor Sapelli marca como un elemento esencial de la movilidad social, el aumento de la matrícula universitaria, la cual en nuestro país, sólo se ha logrado por el aporte de los privados en la misma.
Sin duda, un gran estudio para leer, sobre todo para aquellos "poetas de la cuestión social" que tanto hablan de ayudar a los más pobres, pero que con sus ideas, al final del día, sólo los perjudican.