"Muchos políticos han caído en la tentación del populismo y la irresponsabilidad"
El Mandatario entra a fondo en la situación política derivada del conflicto estudiantil. Se define frente a las principales demandas, critica a la oposición, pero también le agradece su apoyo para sacar adelante la agenda legislativa. Y culmina con un llamado: "Cuidemos a nuestro país, cuidemos lo que juntos hemos construido".
Eduardo Sepúlveda M.
En el primer párrafo, de la primera página, de sus memorias recién publicadas, el ex premier británico Tony Blair dice que el gran infortunio de Estados Unidos es querer ser un país amado, pero saber que eso es imposible. Luego añade que las naciones poderosas no son queridas. Pueden ser admiradas por sus amigos, respetadas por países neutrales, pero deben ser temidas por sus enemigos.
Quizás esta imagen sea también aplicable a los seres humanos poderosos; a los gobernantes.
-Presidente, un jefe de Estado con imagen de poderoso como usted, ¿busca ser querido?
-Todos queremos ser queridos, y especialmente por aquellos a quienes nosotros queremos más. Y, evidentemente, todos los políticos quieren ser populares. Pero yo estoy convencido de que el Gobierno va más allá de los cariños y de las popularidades. Cuando una Coalición por el Cambio como la nuestra llega al gobierno después de 20 años de luchar democráticamente por conquistar ese gobierno, llega con una misión, que tiene que ver no solamente con el programa de gobierno, sino también con ser fiel a nuestras convicciones y principios.
-¿Y qué le pasa cuando ve las encuestas?
-Lo que al final de cada día me produce más felicidad o más tristeza no son tanto las encuestas como esa conciencia interior que a uno le dice si cumplió o no con su misión y con su deber.
Al margen de las complicaciones que enfrenta su gobierno, desafiado desde hace tres meses por un persistente movimiento estudiantil, el Presidente Sebastián Piñera está, en lo personal, contento. Sus dos hijas le acaban de contar que lo volverán a hacer abuelo y su hijo Sebastián le anunció que se casa.
Pero tampoco está como si nada. Reconoce que los momentos que vive como gobernante son difíciles, aunque dice que su optimismo está tan firme como siempre.
-El Gobierno logró eliminar el 7% de la cotización de salud de los jubilados, consiguió un acuerdo para aprobar un posnatal de 6 meses, para crear un ministerio contra la pobreza; de manera inédita militares chilenos desfilan en Perú y en Argentina, mostrando normalidad en las relaciones vecinales; se ve un esfuerzo por eliminar abusos en materia de crédito, el país crece, se crean empleos... pero, Presidente, nada de esto luce. ¿Es sólo un problema comunicacional?
-No. Sólo en parte es un problema comunicacional. Hay muchos elementos que están influyendo. Por de pronto, hay una nueva ciudadanía, más consciente de sus derechos, más empoderada, más impaciente, que nos juzga y que es mucho más exigente con nosotros de lo que era con los gobiernos anteriores. Y no solamente con el Gobierno, también con los parlamentarios, con la Coalición por el Cambio y con la propia Concertación, porque algunos se fijan en nuestros niveles de apoyo y se olvidan de mirar los niveles de apoyo que ellos mismos obtienen, que son inferiores a los del Gobierno.
-El Gobierno ha aparecido cediendo ante demandas planteadas en redes sociales o por movimientos organizados. Sin embargo, algunos críticos estiman insuficientes las concesiones gubernamentales, y otros las ven como señales de debilidad. Casi nadie las considera como muestras de flexibilidad. ¿Por qué?
-Es verdad. Uno escucha opiniones tan contradictorias como que "ha cedido demasiado", o que "ha sido demasiado rígido", porque al fin y al cabo, en la política y en el debate público, y particularmente en los últimos tiempos, muchas veces la pasión desborda a la razón, y los intereses oscurecen la verdad. Los movimientos organizados piden muchas cosas. Da la impresión de que quieren que los problemas que se arrastran por décadas se resuelvan todos, aquí y ahora, para todos, y en forma absoluta. Ojalá eso fuera posible. Pero un gobierno tiene que gobernar, y gobernar es escuchar, analizar, evaluar, decidir, y empujar para que las cosas avancen en la dirección correcta. Y eso es lo que el Gobierno ha hecho en educación.
-¿Qué opina del movimiento estudiantil?
-Nosotros hemos escuchado con mucha atención y con mucha buena voluntad al movimiento estudiantil, porque compartimos la esencia y el alma de sus planteamientos, que es que tenemos que tomar el toro por las astas y dar un gigantesco salto adelante en materia de calidad de la educación en todos sus niveles; preescolar, escolar y superior. En consecuencia, tenemos un primer sentimiento de compartir sus demandas y sus objetivos, pero también tenemos un segundo sentimiento que nos dice "en esto hay que avanzar construyendo sobre roca y no sobre arena", lo cual significa hacerlo en forma seria y responsable.
-¿Qué significa eso en concreto?
-Mire, yo les he planteado a los parlamentarios de la Concertación y al país entero que esto es un tema país, que se arrastra durante décadas, y que es un problema de toda la sociedad, y por tanto no creo que sea ni bueno ni justo que los mismos responsables de todos estos problemas de arrastre sean hoy día los que rasgan vestiduras.
-¿Quiénes rasgan vestiduras?
-Por ejemplo, hoy día se rasga vestiduras por el lucro en las universidades; esta es una ley del año 81, y yo me pregunto qué se hizo durante las últimas tres décadas para hacer cumplir esa ley. El acuerdo de la educación escolar que creaba la agencia de calidad y la superintendencia, el famoso acuerdo de los brazos en alto, que es del año 2006, recién ahora, durante nuestro gobierno logramos aprobarlo. Por ejemplo, los sistemas de becas y de créditos los heredamos de los gobiernos anteriores, y es nuestro gobierno el que está haciendo una profunda reforma y mejoramiento tanto a las becas, al garantizar el acceso a ellas a todos los alumnos de la educación superior pertenecientes a los hogares del 40% más vulnerable, como al perfeccionar profundamente el sistema de crédito con aval del Estado. Y por supuesto esto genera incomprensiones. Lo importante es que este es el primer gobierno que ha tomado el toro por las astas en el tema de la educación y está enfrentando problemas que se venían arrastrando durante décadas.
-¿Usted cree que el movimiento estudiantil es una genuina explosión ciudadana, o hay también un móvil político detrás?
-Por supuesto que la motivación principal de la mayoría de los estudiantes que se movilizan pacíficamente es una genuina preocupación y compromiso por lograr una educación de mayor calidad y de mayor equidad, pero no somos ingenuos, no son esos los únicos intereses. Sabemos muy bien que escondidas detrás de este movimiento estudiantil hay otras motivaciones, mucho menos sanas y transparentes que el tema de la educación; sabemos que algunos están haciendo lo imposible por desestabilizar, destruir, confrontar, de forma tal de lograr sus propósitos, que sí son oscuros, porque nunca los han puesto sobre la mesa, pero que apuntan a crear caos, crisis y anarquía en nuestro país. Por eso es muy importante saber hacer la distinción entre las decenas de miles de estudiantes que marchan y se manifiestan pacíficamente y a veces con mucho ingenio, y los centenares de encapuchados que van a las marchas con un propósito exclusivo de producir daño, destrucción, porque tienen propósitos que nada tienen que ver con la calidad de la educación.
-¿Usted ve que los intentos por desestabilizar al Gobierno provienen de los encapuchados y anarquistas o también de algunas fuerzas políticas?
-Bueno, por supuesto que dentro de las fuerzas políticas ha habido posturas distintas. Lamentablemente sólo unos pocos han sabido mantener posiciones responsables, serias y coherentes, pero muchos políticos han caído en la tentación del populismo y la irresponsabilidad, y curiosamente, y esto es un fenómeno universal, muchas veces los que tienen las mayores cuotas de responsabilidad en la generación de los problemas, son los que menos aportan a la solución de los problemas.
-¿Se refiere a dirigentes de la Concertación?
-Me refiero a todos aquellos que en lugar de contribuir a resolver el problema están contribuyendo a agravarlo; con sus palabras, con sus conductas, con su falta de coherencia, con su falta de responsabilidad. Por eso les pido a los que fueron parte del problema, hagan un esfuerzo por ser también parte de la solución. Porque esto no es un problema de este gobierno; nuestro gobierno lleva recién un año y medio y estos problemas se vienen acumulando y arrastrando por décadas.
-¿Cómo ha visto el rol de otras autoridades, como el presidente del Senado, Guido Girardi?
-Sin juzgar intenciones, veo que su actuación no ha sido coherente, porque primero llama al diálogo y a constituir una mesa de diálogo, y después la desahucia. En segundo lugar, no ha sido ecuánime, porque sus críticas, en mi opinión, son exageradas y poco justas.
-¿El Gobierno está dispuesto a sentarse a una mesa de diálogo con los estudiantes?
-Estamos disponibles para dialogar directamente con los estudiantes; estamos disponibles para dialogar en el Congreso, que es el lugar donde se deben discutir, analizar y aprobar las leyes, pero lo que no estamos disponibles es a renunciar a nuestro derecho y obligación de gobernar. Por esa razón, nosotros escuchamos a todos, pero no renunciamos a nuestro derecho y obligación de gobernar, y siempre pensando en el bien común de todos. Quiero recordarles a los estudiantes que sin duda son muy importantes en la sociedad chilena, pero que también hay otros sectores muy importantes que también tienen necesidades, que también tienen urgencias, y que muchas veces no tienen la capacidad de expresar sus planteamientos con la fuerza e ingenio con que lo hacen los estudiantes. El Gobierno tiene que prestarles atención a los estudiantes, pero también tiene que escuchar a los chilenos que no tienen voz, que es esa inmensa mayoría silenciosa que quiere vivir en paz y progresar en orden. Yo estoy convencido que la mayoría de los estudiantes quiere estudiar, la inmensa mayoría de los chilenos queremos vivir y prosperar en paz, y muchas veces minorías pretenden arrebatarles a las grandes mayorías esos derechos fundamentales. Los estudiantes muchas veces piensan sólo en sus propias necesidades, que son legítimas, pero que no son las únicas.
-¿Por cuánto tiempo más cree que se va a extender el movimiento estudiantil?
-Algunos piensan que esto está planificado desde el primer día, y que van a hacer lo imposible para extender este movimiento para que calce o se enlace con el paro a que ha llamado la CUT para el 24 y 25 de agosto, y posteriormente continúe hasta el mes de septiembre, que tiene fechas muy emblemáticas; como el 4 de septiembre, la asunción del Presidente Allende; el 11 de septiembre, el golpe de Estado y la muerte del Presidente Allende, y que es un fenómeno que está planeado no sólo dentro de Chile. Hemos detectado todo tipo de correlaciones con grupos extranjeros que están contribuyendo a generar este clima de violencia y de desestabilización. Eso va a pasar si predominan los extremismos, si predominan las intransigencias y si se pierde todo sentido de la responsabilidad y del bien común. Yo tengo esperanza en que eso no va a ocurrir, y que vamos a poder llegar a ese Gran Acuerdo Nacional por la Educación que el Gobierno ha propuesto.
-¿Cree posible conseguir ese acuerdo?
-Cuando uno ve la reacción de las cúpulas a las propuestas del Gobierno, uno nota una cierta cuota de irresponsabilidad, porque muchas veces, antes de conocer nuestras propuestas, las rechazan. Hay una cuota de intransigencia, porque se la juegan por el todo o nada, y uno esperaría que después de nueve o diez semanas de movilizaciones podamos reemplazar la intransigencia por el diálogo, reemplazar la violencia por la racionalidad, y reemplazar la confrontación por la búsqueda de buena voluntad. Lo que nos une con los estudiantes es más que lo que nos separa. Estamos todos de acuerdo en que si queremos ser un país desarrollado en esta sociedad del conocimiento y la información, tenemos que mejorar sustancialmente la calidad, la cobertura y el financiamiento de nuestro sistema educacional en todos los niveles.
-Una de las demandas del movimiento es un plebiscito. El senador DC Andrés Zaldívar dijo que es una utopía. ¿Será que el Gobierno no ha tenido éxito en enmarcar la discusión en un ámbito más realista?
-Bueno, por supuesto que en este debate ha faltado más seriedad, más realismo, más responsabilidad. Pero mientras más voluntarismo, populismo o demagogia exista en el debate, más firme y claro tiene que estar el Gobierno en sus convicciones. Yo he escuchado estas peticiones con respecto al plebiscito. Pero, ¿qué vamos a plebiscitar? ¿Si queremos educación de calidad? ¿Si queremos educación gratuita? ¿Y por qué no plebiscitamos también salud de calidad; salud gratuita; viviendas gratuitas...? Y podríamos seguir y seguir, pensando que basta con quererlo para lograrlo. Todos queremos educación de calidad, y salud de calidad, y viviendas de calidad... Y sin embargo no lo hemos logrado. Por supuesto que quisiéramos que muchos de estos bienes públicos fueran gratuitos para todos aquellos que no tienen los medios para acceder a ellos, pero tenemos que ser serios y responsables y distinguir lo que es posible de lo que es imposible, porque de lo contrario lo único que haríamos sería crear falsas expectativas que van a terminar en una tremenda frustración.
-Los estudiantes también están pidiendo asamblea constituyente; una nueva constitución; nacionalizar el cobre...
-Está bien, ellos tienen derecho a pedir lo que estimen conveniente, pero lo que se haga no es una decisión que corresponde tomar a los estudiantes, esa es una decisión que en una sociedad democrática y dentro de un estado de derecho tiene sus canales institucionales. El Gobierno tiene que gobernar para todos: debe escuchar a los estudiantes con atención, pero ellos no son los únicos ciudadanos de este país.
-El tema de terminar con el lucro en la educación es otra de las demandas centrales del movimiento. ¿Por qué está prohibido para las universidades, pero está permitido para los colegios, los centros de formación técnica, los institutos profesionales?
-En primer lugar, las leyes vigentes hay que cumplirlas y por tanto el Gobierno va a cumplir con la ley que prohíbe el lucro en la educación universitaria. Pero yendo al tema de fondo, nosotros creemos en una sociedad docente, no en un Estado docente, es decir, en que coexista la educación pública con la educación particular, y el gobierno tiene un compromiso con ambas: asegurar la calidad de ambos tipos de educación, y asegurar el financiamiento y el acceso de los estudiantes a ambos sistemas. Y también el gobierno tiene que respetar la libertad de enseñanza; que pueda haber distintos modelos educativos, y que los padres y los estudiantes puedan escoger la educación que ellos quieren para sí mismos. Yo no creo en que el Estado tenga el derecho a monopolizar la educación, porque cuando eso ocurre, como se intentó hacer con la Escuela Nacional Unificada, en tiempos de la Unidad Popular, lo que ocurre es que se sacrifica la libertad, la equidad y la calidad, y muchas veces la educación termina siendo más adoctrinamiento que educación. No hay que tenerle miedo a la libertad. ¿Por qué queremos arrebatarles a los padres y a los estudiantes su derecho a elegir la educación de sus hijos o de ellos mismos?
-Pero respecto específicamente del lucro...
-En este modelo de sociedad docente deben coexistir la educación pública y la educación privada, y dentro de la educación privada hay distintos modelos; hay instituciones religiosas que tienen compromiso con la educación, hay instituciones filantrópicas que tienen compromiso con la educación, pero también debe haber un espacio para el emprendimiento privado: ¿cómo no va a ser absurdo que los particulares, las personas, puedan emprender en todos los campos, sin restricciones, y que se les prohíba emprender y aportar en el campo más importante para la sociedad chilena que es el proveer una educación de calidad para todos y cada uno de los estudiantes de nuestro país? Creo que detrás de eso hay mucho ideologismo, y la palabra lucro ya es una palabra obscena, por eso yo más que hablar de lucro, prefiero hablar de no frenar ni matar la capacidad de innovación, ni de emprendimiento.
-¿Y respecto de las aprensiones de quienes no consideran legítimo que los recursos públicos vayan a manos de privados?
-Lo importante es que todos los que quieran incursionar en el sector de la educación tienen que comprender que o aportan educación de calidad o no van a poder subsistir. Y, adicionalmente, quiero decirlo con toda claridad, que los recursos del Estado tienen que ir única y exclusivamente a aquellas instituciones que están aportando educación de calidad, y que además tienen sistemas de gestión y de administración transparentes. Y a eso apuntan las reformas que hemos estado impulsando. Porque, además, si nosotros dijéramos ¿cuál es la consecuencia de las propuestas de los estudiantes? ¿Lo han pensado bien? En nuestro país existen más de tres mil escuelas subvencionadas que están educando a más de un millón de alumnos, que tendrían que desaparecer si esa norma se implementara, y lo mismo pasaría a nivel de la educación superior. Yo aprecio y valoro el aporte de las universidades públicas, y me siento muy orgulloso de nuestras universidades públicas, pero también aprecio y valoro el aporte que han hecho las universidades privadas. Si el hecho de haber pasado de 200 mil estudiantes en la educación superior en la década de los 90, a más de un millón hoy día, en gran medida es gracias a la innovación y al emprendimiento que ha surgido desde el sector privado.
-Aquí ha fijado una posición. Durante este debate hubo quienes plantearon que usted no tenía convicciones ideológicas...
-¿Cuáles son mis convicciones profundas? Primero, yo creo en un concepto de libertad integral, que tiene expresiones en distintos campos. Yo creo que en el campo de la libertad política su mejor expresión es la democracia, y por eso estamos haciendo un esfuerzo por fortalecer, revitalizar, rejuvenecer nuestra democracia. Ahí están nuestras propuestas de inscripción automática, voto voluntario, voto a los chilenos en el extranjero, primarias, iniciativa popular de ley, plebiscitos comunales, elección directa de los cores, e incluso nuestra apertura a discutir una mejor ley de partidos políticos y perfeccionamientos al sistema electoral. También creo en la libertad económica, y creo que su mejor expresión es una economía libre, abierta, competitiva e integrada al mundo. Y por eso es tan importante que esas características se den en la realidad, y no solamente en el papel, y finalmente yo también creo en la libertad social, y eso está profundamente ligado a derrotar la pobreza y a crear una sociedad con mayor igualdad de oportunidades.
-¿Ha modificado de algún modo sus convicciones?
-Esas son mis creencias profundas, y por eso, si usted analiza mi trayectoria, se va a dar cuenta de que esto me ha acompañado desde siempre. Es la posición que tuve cuando tuvimos gobierno militar; la posición que tuve durante la transición, la posición que tengo hoy día como Presidente de la República. Y hay algo más que también es interesante entender; yo creo que la libertad no es solamente derechos. La libertad también significa deberes, y siento que en la sociedad chilena, demasiadas personas están demasiado conscientes de sus propios derechos y se olvidan de los derechos de los demás, y muchas veces se olvidan de sus propias responsabilidades y solamente exigen las responsabilidades de los demás. Por tanto necesitamos restablecer el equilibro entre derechos y deberes.
-El Gobierno ha autorizado prácticamente todas las marchas que se han organizado. Mucha gente las apoya, pero un número no menor las rechaza. ¿Cuál es el límite entre la libertad de expresión, la libertad de reunión y el orden público?
-Nuestra Constitución contempla, dentro de un espíritu libertario, el derecho de los ciudadanos a reunirse, manifestarse y marchar, pero también le entrega al Gobierno la responsabilidad de garantizar que ese derecho a marchar y manifestarse sea respetuoso con otros derechos, como son los derechos de los demás, el orden público, la paz y la tranquilidad social, y por eso el Gobierno tiene la facultad para, buscando compatibilizar todos estos derechos, establecer ciertas condiciones respecto del lugar en que se va a marchar, la forma en que se va a marchar y el tiempo en que se va a marchar.
-¿Cómo está el Gobierno luego del último cambio de gabinete?
-A mí me encanta la Edith Piaf, pero no soy de aquellos que dicen "no me arrepiento de nada", y estoy consciente de que hemos cometido errores, y que estamos haciendo todos los esfuerzos necesarios para corregirlos. Desde ese punto de vista, el cambio de gabinete apuntó a una necesidad de integrar, coordinar y compatibilizar mejor la capacidad profesional y técnica que requieren los ministros con la experiencia política que también requieren los ministros. Quiero decirle que tenemos un gobierno que está con toda la fuerza y el entusiasmo del mundo a pesar de las dificultades; tenemos claro el norte y firme el timón, lo cual no significa desconocer que a veces cruzamos mares tormentosos, pero aquí no hay un barco a la deriva, hay un barco que enfrenta muchas dificultades pero que tiene la fuerza, las ganas, la voluntad y el entusiasmo de llegar a buen puerto. Mientras mayores sean las dificultades, más importante es que el Gobierno se mantenga sólido.
-¿Confía en que repuntará su popularidad?
-Las encuestas no son los únicos medidores del éxito de un gobierno. Porque con ese criterio, ¿cómo debiéramos evaluar a la Concertación, cuyo nivel de apoyo está por debajo del 20%? En consecuencia, yo creo que es muy importante estar consciente de la sensación térmica que son las encuestas, pero nunca perder de vista el termómetro, que es la realidad. Y nosotros miramos ambas cosas, pero yo le doy mucho más importancia al termómetro que a la sensación térmica. Siento que estamos teniendo resultados muy notables y que espero que la sociedad chilena gradualmente los vaya apreciando.
-¿Y la autocrítica?
-Por supuesto que también somos autocríticos, y dedicamos mucho tiempo a la autocrítica. Pero habiendo tantos que han hecho de la crítica una verdadera profesión, les regalo ese campo a ellos. Prefiero quedarme con la parte positiva y constructiva, porque los países requieren equilibrio. Se requieren algunos que también tengan capacidad de decirles a los chilenos que tenemos un país maravilloso, que sin perjuicio de las dificultades estamos saliendo adelante, que cuando nos comparamos con el resto del mundo la comparación es muy favorable. Quiero aprovechar esta oportunidad de pedir encarecidamente a todos los chilenos, pero particularmente a los que tienen posiciones de liderazgo o que ejercen cargos de elección popular, que cuidemos a nuestro país, que cuidemos lo que juntos hemos construido, que seamos capaces de transitar por los caminos del diálogo y de los acuerdos, que los hagamos con mejor voluntad, con un espíritu más constructivo, con menos intransigencia. También quiero agradecer a la Concertación, por su apoyo en sacar adelante en las últimas semanas proyectos de gran importancia para los chilenos, y a la Coalición por el Cambio, por su enorme respaldo.
"Chile no está inmune a las tempestades que pueden venir desde el frente externo"-Su gobierno acaba de culminar el primer tercio del período. ¿Cuál es su balance?
-Las grandes prioridades de estos primeros 16 meses fueron, primero, la instalación de un nuevo gobierno luego de 20 años de gobierno de la Concertación; segundo, enfrentar el tema de la reconstrucción. No nos olvidemos que hace solo un año Chile fue golpeado por el terremoto más devastador que hayamos tenido en nuestra historia. Pero además teníamos otra responsabilidad, que era revitalizar nuestra economía, que cada día crecía menos y creaba menos trabajo. Y, finalmente, poner en marcha los 7 ejes de nuestro gobierno. Ahora estamos entrando a un segundo tercio, que además de mantener las preocupaciones anteriores, va a poner un énfasis muy especial en dos valores que yo aprecio en plenitud: Uno, el hacer un esfuerzo para que nuestra sociedad sea más justa, con menos pobreza y menos desigualdades. Y, en segundo lugar, que nuestra sociedad sea más respetuosa. Más respetuosa de los derechos de todos, que no tolere los abusos, que proteja a los consumidores, que proteja a los trabajadores y que tenga los instrumentos necesarios para que esa protección sea verdadera y eficaz.
-¿La reconstrucción en materia de vivienda fue la gran deuda del primer tercio?
-Reconozco que ha habido un retraso en el tema de la vivienda. Pero la reconstrucción ha sido notable en materia de puertos, aeropuertos, carreteras, puentes, embalses, canales, agua potable rural, hospitales y escuelas. Pero también quiero destacar otras cosas positivas: durante el primer semestre de este año, nuestro país creció al 8,4%. Es uno de los mayores crecimientos a nivel mundial. Hemos logrado crear 550 mil nuevos empleos. Los salarios reales están creciendo a un ritmo de entre un 2 y un 3% al año. La inflación, que en un momento se desbordó, hemos logrado contenerla y va a estar dentro del rango programado. Adicionalmente, hemos logrado una notable recuperación en nuestra capacidad de invertir; la inversión creció a más de 20% en el primer trimestre de este año, y ha ido aumentando como porcentaje del Producto Interno Bruto para poder sustentar y garantizar el crecimiento a futuro. Las exportaciones crecieron más de un 10% durante el segundo trimestre de este año, tenemos además una productividad que de negativa pasó a positiva. Y todo esto dentro de nuestras dos anclas: equilibro estructural y limitar el crecimiento del gasto para que no supere al crecimiento del producto.
-¿Y cómo está preparado Chile para enfrentar las turbulencias económicas internacionales?
-Es cierto que el mundo está viviendo tiempos extraordinariamente difíciles. La economía norteamericana no ha podido recuperarse y estuvo al borde de la cesación de pagos; la economía europea está profundamente afectada por la crisis de la deuda, que ya no es la crisis de los países periféricos como Portugal o Grecia, sino que ya está afectando a países como España, Italia e incluso Francia. Es lo que se llama que la crisis pasa de la periferia hacia el centro, e incluso existen temores o advertencias de que la economía mundial podría entrar en una nueva recesión. Por otra parte, los países emergentes que estaban creciendo a dos dígitos, como China e India, han perdido dinamismo y, por tanto, tenemos un cuadro externo mucho más desfavorable del que teníamos hace sólo un par de meses. Por eso yo llamo a cuidar la economía chilena, a cuidar a nuestro país, porque si bien Chile está firme y está protegido, no está inmune a las tempestades que pueden venir desde el frente externo.
-¿Qué puede hacer Chile para protegerse?
-Es muy importante que todos, y muy especialmente los que tenemos liderazgos o cargos de elección popular, tengamos una conducta seria y responsable; que sepamos distinguir entre lo que es populista y lo que es responsable; que tengamos un compromiso por mantener nuestra fortaleza fiscal y nuestros equilibrios macroeconómicos; que sigamos impulsando la agenda de impulsos competitivos, de lo contrario esto será un obstáculo para el crecimiento futuro. Que además respetemos nuestras instituciones y nuestro Estado de Derecho, y que nos demos cuenta de que ya no basta con los pilares del pasado, cuando se pensaba que bastaba con una democracia estable y una economía de mercado para que los países crecieran. Eso ya no es suficiente, y por eso tenemos y estamos construyendo los nuevos pilares del desarrollo, para lo cual pido unidad y colaboración.
"A través de un decreto, vamos a prohibir la participación de encapuchados en las marchas, y a través de un proyecto de ley vamos a aumentar las penas para los delitos que sean cometidos por personas encapuchadas", afirma el Presidente. Foto:ALEX MORENO [+] Vea más fotos |
Saludos
Rodrigo González Fernández
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