Borges y la política
por Alejandra Salinas
Alejandra Salinas es Profesora de Teoría Política de la Pontificia Universidad Católica de Argentina y de ESEADE (Argentina). Salinas es autora de "Political Philosophy in Borges: Fallibility, Liberal Anarchism and Civic Ethics", The Review of Politics, 72 (2), 2010.
Ayer, 14 de junio de 2011, se cumplieron 25 años de la muerte del más grande escritor argentino.
¿Por qué hablar en esta efeméride de Borges y la política?
La elección del tema demanda una justificación, teniendo en cuenta que a lo largo de su vida Borges se mostró reacio a participar en política. Sin embargo, muchos de sus escritos se inspiraron en ideas, instituciones y actividades políticas. En sus ficciones se encuentran consideraciones sobre el nazismo, las huelgas, las conquistas, los asesinatos políticos, la historia latinoamericana, entre otros. Varios de sus ensayos se ocupan de los conflictos civiles, la colonización y el nacionalismo, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Entre sus poemas, "Poema conjetural", "El general Quiroga va a su muerte en coche", "La noche cíclica", y "Oda escrita en 1966" también ofrecen ejemplos de la presencia de la política en su obra. Por otro lado, Borges hizo frecuentes declaraciones sobre política en textos y entrevistas difundidas en los medios de comunicación masiva.
Si tomamos el conjunto de sus obras y opiniones en este campo, el tema políticamente inspirado más relevante para Borges, y quizás el menos conocido, era su preocupación por la interferencia estatal con los individuos: "Yo creo que uno de nuestros males es la preponderancia del Estado sobre el individuo. ... El individuo es real, los Estados son abstracciones abusadas por los políticos, con o sin uniforme". Esta declaración expresa una visión anclada en los valores de la libertad individual y en la implicancia institucional que se deriva de ella, esto es, la necesidad de ampliar las opciones individuales al máximo y reducir la interferencia del Estado a un mínimo.
Su postura fue esgrimida con particular fuerza contra los fenómenos políticos que mayor daño causan a las personas: la opresión, la persecución, la violencia y la guerra. Tal es el espíritu, por ejemplo, de su cuento "La muralla y los libros", escrita poco después del anuncio de la Revolución Cultural en la China maoísta, donde leemos que "quemar libros y erigir fortificaciones son las ocupaciones habituales de los príncipes". La tensión entre la libertad dada por la cultura y los libros, y la opresión de la violencia estatal inspira también la historia de "Juan López y John Ward", escrito después de la Guerra de las Malvinas: un soldado inglés lee Don Quijote, un soldado argentino lee a Joseph Conrad y su unidad cultural es desmantelada por una guerra inexplicable.
Resulta casi natural que la presencia opresiva del Estado fuera su principal preocupación. La vida de Borges y de su familia estuvo marcada por grandes conflictos políticos. Cuatro de sus antepasados directos lucharon en las guerras de independencia y enfrentamientos civiles argentinos, y dos de ellos murieron en batalla. Por otro lado, su estadía en Europa, y su admiración por la cultura occidental basada en la libertad, hizo que el impacto de la II Guerra Mundial le causara una profunda impresión. Denunció al fascismo en varios artículos publicados en revistas y periódicos locales. Sus críticas se extendieron luego a la crítica del populismo, que no pasó desapercibida: durante el gobierno de Perón fue despedido de su puesto en una biblioteca municipal y designado Inspector de Aves. En ese contexto, Borges invitó a los intelectuales a luchar contra las "tristes monotonías" del autoritarismo.
Adentrémonos en el análisis de la defensa que Borges hace de la libertad frente al avance estatal. Su postura se basa principalmente en su creencia en la falibilidad humana, en la conciencia de que todos podemos equivocarnos, y a menudo lo hacemos, tanto individual como colectivamente. Permítanme ilustrar esta creencia. Muchas de sus ficciones, poemas y ensayos expresan esta falibilidad: el ensayo "El idioma analítico de John Wilkins" es una reflexión sobre los problemas de la representación y expresión de la realidad, y una parodia de nuestra inclinación a construir esquemas y clasificaciones arbitrarias. La dificultad para comprender la naturaleza de la realidad es capturada en una de sus metáforas preferidas, el laberinto, "el símbolo más evidente de la perplejidad". Otras de sus metáforas, el universo como una biblioteca, es utilizada para dar cuenta de la acumulación de nuestros limitados intentos por comprender y explicar el universo. En un escenario así representado, la literatura se convierte en la compañera insustituible de la filosofía, iluminando con la luz de la belleza estética las zonas sombrías de la débil racionalidad humana.
Pero hay más. La literatura también nos alerta sobre la naturaleza y los peligros que la pretensión de infalibilidad presenta para la libertad. Un ejemplo de ello es el aclamado cuento "Tlon, Uqbar, Orbis Tertius", un mundo aparentemente perfecto diseñado por un grupo de expertos, que sin embargo para Borges termina como una distopía: "Hace diez años, cualquier simetría, cualquier sistema con una apariencia de orden —el materialismo dialéctico, el antisemitismo, el nazismo— podía hipnotizar a la humanidad .... Fascinado por el rigor de Tlön, la humanidad ha olvidado, y continúa olvidando, que es el rigor de ajedrecistas, no de ángeles".
Su obra más larga de ficción, "El congreso", cuestiona el errado intento de reflejar la multiplicidad de individualidades en un cuerpo único de representantes. Tal intento, leemos, es "afín a la determinación del número exacto de los arquetipos platónicos, enigma que ha causado la perplejidad de los filósofos durante siglos". Por su parte, el cuento "Avelino Arredondo" muestra los efectos más extremos que surgen de la pretensión fallida de concentrar el poder gubernamental restringiendo las libertades civiles y políticas. Finalmente, un testimonio irónico de los intentos por construir órdenes políticos opresivos también late en el cuento "Utopía de un hombre que está cansado", un viaje al futuro donde ya no hay gobiernos, y por lo tanto, ni "espectros colectivos" ni "políticos incapaces" ni la "ocurrencia frecuente del robo". La ficción de una individualidad libre, sin interferencias políticas, constituye para Borges la utopía más audaz y más grande de todas.
A esta altura, parece inevitable preguntarse ¿cómo podrían las personas organizarse en ausencia de gobierno? Borges ofrece una respuesta asentada en la idea de autocontrol, visto como una cualidad ética necesaria para un marco político ordenado. Se trata del compromiso de "hacer lo correcto", tema que inspiró "El soborno", una historia donde, guiado por el principio de imparcialidad, uno de los protagonistas toma una decisión a pesar de que ésta afecta sus preferencias personales.
En suma, los textos y opiniones de Borges condenan los errores políticos más comunes —la pretensión de infalibilidad, la opresión estatal, la violencia civil— y canalizan nuestra imaginación hacia objetivos más utópicos pero no por ello más falibles. Puede decirse que sus escritos nos invitan a ver la dirección que las reformas institucionales no deben seguir: aquella que empeore los problemas de nuestra falibilidad, aumente nuestras "perplejidades" y, peor aún, viole nuestras libertades.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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