Sebastián Piñera: "Descubrí que los presidentes no tienen vacaciones"
El Presidente hace un mea culpa del desempeño político del gobierno, atribuye las protestas callejeras a que la sociedad chilena está cada vez más exigente y empoderada, y señala que tras la crisis que se desató durante sus días de descanso en Europa ordenó al gabinete realizar cambios en la forma de trabajar.
por C. Bofill y J. Montalva
Cuando el Presidente Sebastián Piñera empieza a hablar de su programa de gobierno, es difícil pararlo. Enumera todo lo que se ha hecho en estos 16 meses, para luego pasar -con más entusiasmo aún- a contar los desafíos que tienen en energía, educación, salud y medioambiente. Pero el impulso decae cuando es interrumpido para hablar de los cuestionamientos a la gestión política a su administración y sus bajos índices de popularidad. Es evidente que el tema le pesa, preocupa y entusiasma poco. Cuenta que durante su viaje a París e Italia estuvo todos los días mandando mails y hablando con sus ministros y colaboradores para resolver las crisis y polémicas producidas en su ausencia. "Descubrí que los presidentes no tienen vacaciones, no hay caso", masculla.
Presidente, su aterrizaje de regreso de las vacaciones fue difícil.
Volví a un ambiente enrarecido. Creo que eso se debe a dos divorcios en la sociedad. El primero es entre el país y la política; el país está bien y la política, mal. Por un lado, estamos avanzando en los principales frentes: el país está creciendo de forma sana, sustentable; creando empleos de forma sistemática; logrando avances en inversión, productividad y exportaciones, que son los sustentos del crecimiento futuro. Estamos mejorando la calidad de la educación y de la salud. Hemos hecho retroceder a la delincuencia y el narcotráfico. Además...
¿Y en qué consiste el segundo divorcio?
A lo mejor es parte de lo mismo, pero veo una gran brecha entre la temperatura del termómetro y la sensación térmica de la gente. Hemos vivido cambios muy importantes en los últimos años. Tenemos una ciudadanía mucho más empoderada y consciente de sus derechos, lo que me parece muy bien. Pero, al mismo tiempo, veo a sectores de la ciudadanía que se han puesto muy intolerantes, que se la juegan por el todo o nada. Se está relajando el respeto no sólo a las autoridades, sino a las instituciones y los procedimientos. Ha crecido la proporción de los que quieren hacer justicia por sus propias manos. La agresión al ministro Lavín, las huelgas de hambre como formas de presión para desconocer un fallo de la Corte Suprema, los paros ilegales, tomas de liceos con mucha violencia, la agresión sistemática a Carabineros son la cara más agresiva de esa realidad.
¿No hay ninguna responsabilidad del gobierno en todo esto?
En un escenario así, nadie tiene toda la responsabilidad y nadie puede aducir no tener ninguna. Todos tenemos responsabilidad en eso. En el gobierno hemos hecho una profunda autocrítica. Estamos escuchando al país, a la gente, a nuestros aliados y a nuestros adversarios.
El gobierno tampoco está ajeno a los problemas que ha vivido la Alianza. En su interior, hay críticas fuertes a la conducción política de La Moneda.
Sí, alguna responsabilidad tenemos y hemos tomado medidas. Necesitamos fortalecer los canales de diálogo, de participación dentro de la Coalición por el Cambio. La gran demanda política de esta época es la participación. Les he pedido a los ministros que cambien la forma de hacer las cosas. Pero también la Coalición por el Cambio tiene que asumir y practicar con lealtad y con perseverancia su condición de bloque de gobierno. Y la oposición tiene que darse cuenta de que el hecho de serlo no significa que están obligados a oponerse a todo.
El gran blanco de las críticas ha sido el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Además, se dice que su relación con él es demasiado fuerte, lo que lo blinda cuando se equivoca. ¿Es así?
Por supuesto que tengo una relación de confianza con el ministro del Interior, pero eso no significa que no lo evalúe objetivamente. Tengo amistad con él, pero lo evalúo con objetividad. En las reuniones que hemos tenido desde el domingo pasado, hemos hecho mucha autocrítica y los propios ministros han hecho mucha autocrítica. Es cierto que el ministro del Interior durante la primera etapa se concentró en la delincuencia y la droga. Pero no es su única función. También es jefe de gabinete y, como tal, se espera que juegue un rol de coordinador con los ministros, con la Coalición por el Cambio y con la oposición.
¿No estaba haciendo su tarea de jefe del gabinete?
Estaba colocando quizás demasiado esfuerzo y dedicación en el tema de la delincuencia y la droga. Ahora va a tener que compatibilizar mejor esas tareas con coordinación del gabinete y diálogo con las fuerzas políticas. Y ya empezó a hacerlo esta semana.
El proyecto más polémico de su gobierno ha sido el AVC, las uniones de hecho. ¿No considera que es una tarea imposible agradar a la UDI y a los sectores más liberales de la coalición en ese tema?
Los temas valóricos despiertan mucha pasión y compromiso. Está bien y es sano que haya opiniones distintas. Por lo mismo, es más difícil llegar a compromisos en estos temas. Ahora bien, ¿qué dijimos en nuestro programa de gobierno? Lo que dijimos es lo que vamos a hacer. Nosotros sentimos y creemos que el matrimonio, por su esencia, por su naturaleza, ha de ser entre un hombre y una mujer, que se unen para compartir una vida, para formar una familia y para procrear si es que ellos y Dios quieren.
Eso está claro, ¿pero qué proyecto va a enviar?
Al igual que todas las familias, todas las parejas merecen respeto y dignidad. Por lo mismo, esto tiene que hacerse seriamente. Vamos a presentar un proyecto de ley y estamos buscando mediante el diálogo y entendimiento un acuerdo que yo siento que está avanzando bien al interior de la Coalición por el Cambio. Cuando sienta que tenemos una base de acuerdo en nuestra propia coalición, trataremos de alcanzar acuerdos con la Concertación. Es la manera prudente de avanzar.
Pero el tema no se incluyó el 21 de mayo y después desató la peor crisis en la coalición. Si era tan simple como dice, ¿lo que ocurrió no demuestra que hay un déficit en la gestión política del gobierno?
Creo que fue un error poner en la mesa el tema (uniones de hecho) con tanta fuerza inmediatamente después del 21 de mayo.
¿Pero fue usted el que le dejó esas instrucciones al ministro Hinzpeter?
No. Pero no nos perdamos: que el matrimonio sea entre un hombre y una mujer interpreta a la inmensa mayoría de la Coalición por el Cambio y también a la gran mayoría de los chilenos. El proyecto de ley sobre uniones de hecho está en nuestro programa de gobierno y verá la luz este año 2011.
¿Confía poder consensuar el proyecto con la UDI?
Hay fórmulas para resolver problemas de herencia, gestión, patrimonio, salud o previsión que concitan altos niveles de apoyo. También es importante que resguardemos la dignidad y el respeto de las parejas, también. Creo que aquí se ha producido un desencuentro sin haber entrado al contenido y al objetivo profundo de la iniciativa. Eso fue un error.
¿Podrá convencer a la UDI de la importancia del tema, considerando la carta que escribieron diputados criticando cómo se había tramitado el AVC?
Son importantes las formas, pero más importante es el fondo, donde creo que hay un acuerdo mucho más grande y profundo. La carta de la UDI parte reconociendo que "el Presidente Sebastián Piñera ha sido muy claro en señalar que para él la institución del matrimonio es entre un hombre y una mujer, y que, sin embargo, está dispuesto a avanzar en la regulación de otras materias que afectan a parejas no unidas en el matrimonio". Muchas veces en nuestra política se generan conflictos sin ir al fondo de los asuntos. Lo que tenemos que hacer es salir de la tormenta de las formalidades y encarrilar la discusión hacia allá, que es donde veo amplias coincidencias en la Coalición por el Cambio, en la Concertación y en el país.
¿Cómo se siente reducido el 36% de popularidad? Hay muchas teorías sobre las causas: un desahogo de la angustia acumulada del 27-F; el alza de la inflación en los más pobres y su excesivo protagonismo, entre otras. ¿Con cuál teoría está más de acuerdo?
Con algo de todas. Pero veamos lo qué se está discutiendo en Chile. Discutimos sobre el AVC, de cómo compatibilizar energía con medioambiente, de posnatal. Ya no se discute como antes sobre desempleo, mala calidad de la educación o de la salud. Cuando uno resuelve un problema, deja espacio para que surjan otros nuevos. Nunca vamos a estar contentos con lo que tenemos. A mí me gustaría plantearle al país, especialmente a quienes tienen cargos de liderazgo, que seamos capaces de distinguir las áreas de divergencia, de otras donde necesitamos alcanzar acuerdos. Tenemos que fortalecer nuestra capacidad de crecimiento para mantenerlo cerca del 6%. Tenemos que mantener la capacidad de creación de empleo, ya que quedan casi 600 mil chilenos desempleados. Tenemos desafíos en la educación superior, en el plan de salud universal, en seguridad laboral, en energía, medioambiente...
Usted rebosa entusiasmo y habla sin parar sobre temas técnicos. Pero cuando habla de política es conciso y poco entusiasta. ¿No es otra señal de que hay un déficit político en el gobierno?
Lo acepto. Asumo que hay un problema político y que el gobierno tiene su cuota de responsabilidad. Pero no es el único responsable. También se requieren cambios tanto de la Coalición por el Cambio como de la oposición.
Se está haciendo un paralelo entre su gobierno y el de Jorge Alessandri, que empezó gobernando con técnicos y el diseño falló. ¿Qué le parece ese símil?
Es cierto que el gobierno de Alessandri empezó de una manera y terminó de otra. Pero también hubo otro gobierno, el del Presidente Allende, que fue esencialmente político, y terminó con un golpe de Estado. La vida no es tan simple. Hemos tratado de conjugar en el gabinete la capacidad técnica, de gestión profesional, con la sensibilidad política.
Roberto Méndez dice que hay una irritación en el país porque está gobernando la derecha y este es un país de centroizquierda. Agrega que lo eligieron a usted no tanto porque lo quisieran, sino porque estaban cansados de los otros. ¿Suscribe su punto de vista?
Los analistas políticos y columnistas tienen que inventar teorías, porque si no, ¿qué harían? Es cierto, Chile es un país sociológicamente o históricamente más de centroizquierda que de centroderecha, pero eso ha ido evolucionando. Si no, ¿cómo se explica que esa misma ciudadanía que está irritada con el gobierno y le da un 36% de apoyo, a la Concertación le da sólo el 23% de apoyo y un 65% de rechazo? Estamos ante una ciudadanía más empoderada, más exigente, más impaciente, y vamos a tener que aprender a vivir con ello.
¿Son problemas de un país con mayor nivel de desarrollo?
Por supuesto. Pese a todo -y a que algunos me critican de ser demasiado optimista- creo que vamos por muy buen camino. Estamos avanzando mucho y en diversos planos. Pero siento que tenemos poco tiempo. No somos un gobierno exitista, pero reconozco que este es un gobierno muy ambicioso. No faltan los que me dicen que el país es capaz de analizar un solo tema por vez. Yo, en cambio, creo en la simultaneidad. Y los resultados objetivos hasta ahora nos dan la razón.
Parlamentarios de su coalición le pidieron un cambio de gabinete. ¿Está descartado?
No, nunca se puede descartar un cambio de gabinete. Lo que he dicho es que en este instante no está en nuestros planes hacerlo.
¿Le gustaría terminar su gobierno con este equipo?
Le insisto. Yo no le puedo decir que no va a haber ningún cambio de gabinete en el resto de nuestro gobierno. Pero ahora no está en nuestros planes. Ahora estamos preocupados de mejorar nuestro trabajo y hemos tomado medidas para que a nivel de las regiones los intendentes, los gobernadores, los seremis, se junten con los parlamentarios de la Coalición y la oposición para compartir el desarrollo de cada una de las regiones. Tiene que haber más diálogo y participación.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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