Un análisis para resolver una incógnita protocolaria
Una boda real es uno de los acontecimientos más esperados por el público en general, y uno de los más analizados por el público especializado.
Expertos de todo tipo estudian hasta el más mínimo detalle, porque un acto como éste genera comentarios de todo tipo, aunque muchos de ellos basados simplemente en gustos personales o criterios demasiado subjetivos.
Pero si se trata de analizar un acto protocolario, el gusto personal y la subjetividad está fuera de lugar. Un análisis protocolario requiere la búsqueda de criterios objetivos y palpables. Esos criterios que han llevado al organizador a realizar el acto de la manera que lo ha hecho para proyectar la imagen deseada y alcanzar los objetivos propuestos.
Desde el punto de vista social, una de las cosas más analizadas y comentadas, será siempre la etiqueta, empezando por el vestido de la novia, pero desde el punto de vista del protocolo como organización, una de las cosas más importantes son los criterios de ubicación de los invitados. Como en cualquier acto, hay que decidir cómo vamos a distribuir a los invitados en el espacio en el que se desarrolla el evento y qué criterios vamos a utilizar ello.
Desde Clarence House y la propia página oficial de la boda http://www.officialroyalwedding2011.org se fue ofreciendo toda la información de interés sobre los aspectos organizativos: programa, música, decoración floral, recorridos, menús de la recepción posterior, etc. y por supuesto, también la información relativa a la ubicación general de todos los grupos de invitados en la Abadía de Westminster (http://www.officialroyalwedding2011.org/blog/2011/April/23/Seating-plan-for-Westminster-Abbey-confirmed), y así supimos dónde se iba colocar la familia real británica, la familia de la novia, los amigos de los novios, los representantes de los países de la Commonwealth, los miembros del Cuerpo Diplomático, los representantes de las distintas Confesiones religiosas, los invitados del Príncipe de Gales, los amigos de la Familia Middleton,y otros invitados generales.
La ordenación de los componentes de los grupos pertenecientes a familia y amigos de los novios no es una cuestión que sea motivo de análisis protocolario, pero sí, el de un grupo en concreto que obviamente debe ser colocado según algún tipo de orden de precedencia, como es el de los invitados pertenecientes a las Casas Reales extranjeras.
Una vez celebrada la boda, intentar descubrir cuales son los criterios utilizados en la precedencia de esos invitados es uno de los trabajos a realizar por cualquier experto o profesional del mundo del protocolo. Y en este caso, a pesar de descubrir a priori un primer criterio general, había algo que despistó a todo el mundo: la ubicación de Alberto II de Mónaco y su prometida.
Repasado el listado de asistentes y su ubicación en la Abadía de Westminster, la conclusión es que las Casas reales estaban diferenciadas en dos grupos: las europeas y el resto. Los representantes de casas reales europeas a su vez, se vuelven a dividir en dos grupos: las reinantes y no reinantes. Y por lo tanto siguiendo el orden alfabético de sus países en inglés el criterio de ordenación es el siguiente:
1º Jefes de casas reales: Dinamarca, Luxemburgo y Noruega
2º Otros representantes de las diferentes casas reales (consortes o príncipes herederos): Bélgica, Holanda, España y Suecia.
3º Representantes de casas reales no reinantes: Bulgaria, Grecia, Rumanía y Yugoslavia.
4º Príncipado de Mónaco.
5º Representantes de casas reales no europeas.
Por lo tanto es curioso que el Príncipe Alberto II de Mónaco, jefe de estado y jefe de una casa real, estuviera colocado junto a su prometida en el último puesto de todas las casas reales europeas. Quizás la explicación posible sea que su prometida, no es todavía Alteza Serenísima, que es en lo que se convertirá tras su boda con el Príncipe, y que por lo tanto, el riguroso protocolo británico no haya querido ubicarla por delante de otros príncipes y princesa europeos, e incluso de una reina, ya que al Príncipe Alberto II le correspondería colocarse junto a los jefes de casas reales reinantes.
Esta es nuestra conclusión, después de analizar minuciosamente la ordenación de esos invitados pertenecientes a la realeza, y descartar otros posibles criterios de precedencia habituales entre las casas reales que no se cumplían en este caso como podrían ser la fecha de subida al trono o los distintos rangos según su tratamiento y dignidad desde Majestad a Alteza Ilustrísima.
*En la foto Charlene Wittstock, que contraerá matrimonio con Alberto de Mónaco en el mes de julio (FOTO: AFP)