Sebastián Piñera logró desatar una abierta competencia entre el históricamente poderoso ministro de Hacienda y el de Economía, el pariente pobre, sin brillo, con nueve organismos a su cargo, desde el Sernac y la Fiscalía Nacional Económica hasta el Registro de Propiedad Intelectual y la Empresa de abastecimiento de zonas aisladas (Emaza).
Si bien Felipe Larraín y Juan Andrés Fontaine querían la misma cartera, aquélla que volvió intocables a Nicolás Eyzaguirre y Andrés Velasco, el primero se quedó con el sillón de la elegante oficina en el piso 12 de Teatinos 120.
A Fontaine le tocó Economía, pero recibió de premio uno de los proyectos estrella de su campaña: el Sernac Financiero, porque de su cartera depende el Servicio Nacional de Consumidor.
Y aunque desde el comienzo ambos iniciaron una carrera por aparecer en los medios siempre bien rodeados y con anuncios importantes, con el tiempo Larraín empezó a entrar en forma sistemática al terreno de su par y ahora rival.
Primer round
El primer atisbo de lo fuerte que sería la contienda fue la irrupción de Larraín en medio de la tramitación en el Congreso del Sernac Financiero.
Acompañado de Carlos Budnevich, superintendente de Bancos e Instituciones Financieras, quien está bajo su tutela, Larraín anunció cinco medidas para terminar con prácticas abusivas de los bancos con sus clientes.
Ninguno de los involucrados en el proyecto se enteró hasta la conferencia de prensa. Ni Fontaine, que estaba en Silicon Valley con una delegación de emprendedores. Ni Tomás Flores, el subsecretario, ni Juan Antonio Peribonio, el director del Sernac, que recopiló información sobre los reclamos, armó mesas de trabajo con la banca y el retail, logrando que, por primera vez, el presidente de la Asociación de Bancos, Hernán Sommerville, pisara las dependencias del organismo que vela por la defensa de los consumidores.
El primer choque entre Larraín y Fontaine fue durante la tramitación en el Congreso del Sernac Financiero. Entonces el ministro de Hacienda anunció medidas para terminar con prácticas abusivas de los bancos con sus clientes. Fontaine y el resto de los involucrados en el proyecto se enteraron después de la conferencia de prensa.
Cuando el superintendente de Bancos Carlos Budnevich emitió una nueva circular precisando que no existen las ventas atadas de productos crediticios de los bancos, sino las ventas conjuntas y que el consumidor tiene libertad de elección, Larraín se desentendió. El éxito inicial terminó poniéndolo en una posición muy incómoda, de la que intentó salir alegando que las circulares de la SBIF son conocidas por el Ministerio, pero son responsabilidad de quien las emite.
El problema vino cuando Carlos Budnevich fue citado a la comisión de Economía de la Cámara y contradijo a Larraín. Hacienda estaba al tanto, dijo el superintendente, y por ende, actuó con el respaldo del ministro. Este último irá el 30 de noviembre a la comisión a explicar el cambio de postura.
La rivalidad entre Larraín y Fontaine es un hecho que observa el diputado Joaquín Tuma, miembro de la comisión de Economía que estudió el proyecto del Sernac Financiero. "El Presidente cita a Peribonio y al superintendente de Bancos y les da instrucciones para arreglar el problema. ¿Por qué llama a los segundos en jerarquía y no a los primeros? Para no enfrentarlos. Pareciera que la cosa se puso difícil".
Misma idea, distinto nombre
El 27 de octubre en la comida anual de la Sofofa, Piñera anunció que Fontaine se haría cargo de eliminar los baches que impiden a las empresas ser más competitivas e innovadoras. El nombre escogido para el proyecto fue "Impulso para la Competitividad".
El Presidente agregó que su cartera sería la encargada de coordinar a todos los ministerios y asociaciones gremiales. Varios de los presentes dirigieron sus miradas hacia Felipe Larraín. "Se puso serio, la cara le creció tres metros. El no tenía idea", revela uno de los asistentes. Al día siguiente un sonriente ministro de Economía apareció a página completa en El Mercurio hablando de su nueva tarea.
El 27 de octubre Piñera anunció que Fontaine se haría cargo de eliminar los baches que impiden a las empresas ser más competitivas e innovadoras. El nombre para el proyecto fue "Impulso para la Competitividad". Diez días después, Larraín anunció una "Mesa de Trabajo para la Competitividad".
Larraín arremetió y a los diez días –el sábado 6 de noviembre- citó a la prensa en un frigorífico en Paine en la que se fotografió cortando carne. Junto al presidente de la Sofofa, Andrés Concha, y al timonel de la Sociedad Nacional de Agricultura, Luis Mayol, anunció una "Mesa de Trabajo para la Competitividad" para recuperar la productividad del sector agro-industrial, debido a la caída del dólar. Aunque la iniciativa se centraba en la agricultura, destacó "el carácter transversal" asegurando que su deseo era lograr propuestas para "todo el sector exportador y su competitividad en conjunto".
Fontaine, por su parte, tenía fijada la primera reunión para delinear el "Impulso Competitivo" el 9 de noviembre. Y hasta su oficina llegaron los dirigentes gremiales, entre ellos, Concha y Mayol, a quienes les planteó lo mismo que Larraín en su conferencia: que la caída del tipo de cambio estaba dañando la competitividad de los sectores exportadores, "lo que recomienda promover su productividad".
"Larraín no estaba considerado para participar en el tema de competitividad. Eso es resorte Economía. Larraín lo agregó", dice una de las pocas voces de la cartera de Economía que se refiere a una situación nunca antes vista por ministros de la misma área.
El Mostrador intentó obtener una versión de Hacienda, pero no fue posible. Nadie respondió los llamados ni correos.
Peleando por los trámites
El capítulo trámites ha sido otro motivo de competencia. A fines de octubre Economía envió al Congreso el proyecto de ley que reduce a un día el plazo para constituir una sociedad y rebaja a 10 mil pesos su costo. Hacienda no se quedó atrás y Larraín anunció la creación de una ventanilla única en Aduanas para facilitar los trámites para los exportadores
Ni la Innovación y Desarrollo (más conocida por sus siglas I+D), un proyecto de ley de propiedad de Economía, pudo quedarse al margen de esta pugna inédita. Esta vez fue en el especial de Innovación que circuló este martes con el Diario Financiero, donde las columnas de Larraín y Fontaine apuntaron a los mismos temas. El más importante son los incentivos tributarios para las empresas que inviertan en innovación. Larraín lo mencionó extensamente. Y Fontaine, que era el segundo en orden de aparición, también. Era su tema.
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