El orador internacional, Antonio Vives, estuvo a cargo de la conferencia organizada por la Adec.
"El empoderamiento personal o el ayudarle al individuo a que progrese, es la mejor manera de lograr inclusión económica". Así lo refirió ayer Antonio Vives, el conferencista interamericano de Responsabilidad Social Empresarial en la apertura del III Congreso Internacional sobre RSE, organizado por la Asociación de Empresarios Cristianos (Adec), en el Sheraton Asunción Hotel.
Cuanto menos pobres, mayor poder adquisitivo y posibilidad para las empresas de vender sus productos o servicios. Esto es lo que traen consigo los negocios inclusivos que permiten un desarrollo sustentable.
Una forma tradicional de generar negocios inclusivos, según el experto, es creando programas de apoyo a los productores, por decir, "donde se les da tecnificación, conocimientos para producir mejor y después se le vende a su propia empresa y ganan los dos. Porque la empresa ahora compra un producto que vende relativamente más barato y los productores también", explicó.
Estrella Peinado, invitada del Banco Interamericano de Desarrollo de los Estados Unidos, señaló por su parte, la importancia de un sector privado responsable. "El sector público se enfrenta a falta de recursos y a una capacidad institucional débil, el sector privado tiene que contribuir produciendo bienes y servicios responsables. Los negocios inclusivos son responsables y rentables, que incluyen a pobladores pobres y vulnerables como socios comerciales", enfatizó.
COMBINACIÓN
En la primera etapa de este evento que reunió a importante cantidad de empresarios de distintos rubros, también se destacaron casos de éxito de entidades que desarrollaron negocios inclusivos y lograron mejorar las condiciones de vida de varias comunidades, incrementando igualmente su productividad.
A nivel local, resaltaron los casos de la Azucarera Paraguaya SA (AZPA) y de Codipsa (ver cuadro). Estas empresas nacionales demostraron cómo, con el refuerzo mutuo, capitalizando las fortalezas de los pobres y combinando recursos y capacidades pudieron encontrar la estrategia perfecta para fortalecerse como empresa y lograr un crecimiento sostenido y armónico.
"La principal responsabilidad de las empresas es seguir existiendo por sus propios méritos", según Antonio Vives, quien aseveró además, que el empresariado social, la innovación social y las alianzas con la sociedad civil y el Estado son mucho más efectivas para lograr mayores impactos positivos.
EXPERIENCIAS POSITIVAS
"Se cedió terreno para agricultores"
- Raimundo Pedrozo, Azpa.
"Azucarera Paraguaya es la empresa que se dedica a la elaboración de azúcar convencional orgánica, alcohol y como subproducto melasa y C02; es una empresa centenaria y dentro de su cadena de valor, desde sus inicios, los proveedores de materia prima cumplían un rol importante insertándolos dentro de esa cadena de valor. Se trabajaba en tierras de la empresa y esa misma producción era comprada por la misma empresa", comenzó exponiendo el ingeniero Raimundo Pedrozo, de Azucarera Paraguaya (Azpa).
"La empresa cede terreno a estos agricultores a cambio de un pago a un valor fiscal bastante bajo que se iba descontando al producto", continuó. Agregó que así crearon la cooperativa Cora (Cañeros Orgánicos Asociados) con productores de no más de 25 hectáreas de escasos recursos y baja productividad. Trabajando con ellos lograron captar oportunidades de negocio para la empresa.
"Elevamos la productividad"
- Tehodor Regier, Codipsa.
"Codipsa ha estado buscando ampliar sus actividades a zonas rurales del país, preferentemente aquellas de condición vulnerable, la empresa fue creada por inversionistas comprometidos con los pequeños productores y con experiencia en la agroindustrialización y comercialización, desarrollo económico y social", indicó Tehodor Regier, de Codipsa.
"Tenemos una estrategia social, que es lograr la vinculación de los productores con el sector de la agroindustria, con el fin de elevar los niveles de productividad, de ingreso por medio de la apertura de nuevos mercados para la producción y en tercer lugar la reactivación de la economía y la creación de empleo", señaló. La empresa comenzó sus actividades en 1998 en Caaguazú, con una capacidad de procesamiento de 100 toneladas de mandioca por día y hoy llega a unas 500 toneladas de mandioca por día, asistiendo a un total de 3.266 productores y a 100 empleados.
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