Por el ingeniero agrónomo Héctor Daniel Ginzo
Hace unos 20 años atrás, el 'cambio climático' no existía en las noticias de todos los días. Hoy está casi hasta en la sopa, tanto que cualquier cosa rara o inesperada que pase como, por ejemplo, episodios de lluvias torrenciales o períodos de sequía más o menos prolongados o una sucesión de días muy calurosos (o muy fríos) se la cargan al Gran Responsable, que no es otro que el denominado 'cambio climático'.
La actitud es la misma que se tenia hace unos 60 años atrás para con la aparición de enfermedades raras, que los médicos no podían diagnosticar: los responsables de ésas eran los virus.
Pero hoy por hoy, el Cambio Climático (¡con mayúsculas!) está entre nosotros. En algunas partes de la Tierra sus consecuencias se sienten más que en otras, pero que está presente en todas partes, estemos seguros de que lo está.
Entre nosotros
Y está presente porque nosotros, con nuestras actividades cotidianas, producimos unos gases que son los responsables de que se caliente la Tierra, que es, esencialmente, la característica más notable del Cambio Climático; tanto que también se lo refiere como 'Calentamiento Global'.
Cuando usamos el auto consumimos nafta o gasoil. El uso de la nafta resulta en la liberación de mucho dióxido de carbono, el mismo dióxido de carbono que es burbuja en una botella de gaseosa. El uso del gasoil libera mucho óxido nitroso, el mismo que los dentistas de antaño usaban como anestésico y que hacía reír a los pacientes (por esto se lo conoce como 'gas hilarante').
Tanto el dióxido de carbono como el óxido nitroso contribuyen a que se caliente la Tierra. Cuando nos evadimos del calor mediante un potente equipo de aire acondicionado, se lo debemos al compuesto refrigerante del equipo, el que generalmente es un gas que, cuando anda suelto por la atmósfera, también pone su granito de arena para aumentar la temperatura de la Tierra.
Cuando comemos carne y comemos yogures es gracias a las vacas que los producen, las que eructan metano como consecuencia de la rumia. Y el metano es un gas que también favorece el calentamiento de la Tierra. Así es cómo nuestro vivir y nuestras acciones motorizan el Cambio Climático.
El Cambio Climático es el resultado de una compleja interacción entre los denominados 'Sistemas Terrenos' y los 'Sistemas Humanos'. La ilustración que acompaña la nota tiene muchas virtudes didácticas, pero la primera y principal es que representa muy bien - mediante flechas que conectan dos rectángulos vecinos entre sí - la naturaleza recíproca de las relaciones entre los componentes de esos dos sistemas.
Un componente influye sobre otro - una flecha va del primero al segundo - y éste último influye sobre el primero - la flecha apunta en dirección contraria a la primera flecha.
Los gases de efecto invernadero (GEI)
La Tierra no tiene una temperatura de 35 grados bajo cero porque la atmósfera impide que la energía del sol que llega a la Tierra retorne a la atmósfera tan rápido como llegó. Esta especie de chaleco térmico que es la atmósfera se debe al vapor de agua que hay en ella y a los gases que la componen; ese chaleco se denomina 'efecto invernadero'. Gracias a éste, entonces, la Tierra se encuentra en un estado de equilibrio entre la radiación que le llega del sol y la misma Tierra emite al espacio. Para ese estado de equilibrio la Tierra tiene una cierta temperatura; si el estado de equilibrio se modifica, la temperatura de la Tierra se modifica también: puede subir o bajar.
Cualquier factor - molécula química, partícula sólida, lo que fuere - que saca a la Tierra de ese estado de equilibrio produce lo que se llama 'forzamiento radiativo'. Los GEI producen, precisamente, forzamientos radiativos que aumentan la temperatura terrestre.
Hay muchos gases con efecto invernadero, pero los más importantes son: el dióxido de carbono, el óxido nitroso, el metano, varios compuestos usados en refrigeración - denominados genéricamente fluorocarbo-nos e hidrofluorocarbonos - y el hexafluoruro de azufre (se desprende en el proceso de fabricación del aluminio), porque tienen que ver directamente con las actividades humanas. Los tres primeros son gases comunes en la Naturaleza, los últimos son productos tecnológicos.
No todos esos gases tienen el mismo poder para modificar la temperatura. El dióxido de carbono es el menos potente de todos. Con respecto a éste, el metano es unas 25 veces más potente; el óxido nitroso, unas 300 veces más; los gases refrigerantes, entre 1..400 y 15.000 veces más y el hexafluoruro de azufre, alrededor de unas 23.000 veces más.
El Cambio Climático
La pregunta que alguno de ustedes ya se está haciendo es: ¿cómo es que si siempre hemos comido carne, hemos viajado y nos hemos refrescado en los días de calor ahora nos salen con eso de que somos los responsables del Cambio Climático? Una de las respuestas posibles es que cada vez somos más sobre la superficie del globo y nos gusta vivir más cómodamente.
Todo lo cual está muy bien, pero por lo visto tiene su precio, porque como somos más y nos gusta vivir mejor, consumimos más energía para tener más bombitas encendidas, tener aire acondicionado, un televisor de plasma, el auto confortable y veloz y demás cosas que hacen a lo que normalmente se entiende por 'buena vida'.
Y esa energía que consumimos por lo general la proveen los combustibles fósiles: el carbón, el petróleo y el gas natural. Y cuando se quema uno de estos combustibles para producir electricidad o mover un auto o fabricar un plástico, ¡presto! se produce dióxido de carbono. Si a ese dióxido de carbono, cuyo antecesor se encontraba bajo tierra y no molestaba a nadie, no lo captura algún árbol o yuyo o planta de soja, se escapa hacia la atmósfera, para contribuir al Calentamiento Global.
Entonces, ¿deberíamos abandonar el confort y, por ejemplo, reemplazar el lavarropas por la tabla de lavar, el acondicionador de aire por el abanico de una abuelita y el auto por un sulqui?
Andan sueltos por ahí algunos que están convencidos de que así debe ser, de que hay que volver a la Naturaleza. Y hay también otros que creen que todo esto del Cambio Climático es lo más natural del mundo, y aún hay otros que creen que se trata de una gran conspiración contra el progreso y el bienestar.
Ni lo uno ni lo otro, pero lo esencial es hacer un esfuerzo, para no derrochar energía. Lo que, por ejemplo, se haga en Junín no va a permitir que los juninenses evadan las consecuencias del Cambio Climático, sino que lo que se haga en Junín, y también en Nueva York, modificarán esas consecuencias, porque se trata de un fenómeno global.
Los primeros indicios de que la Tierra se encuentra en un proceso de calentamiento se obtuvieron en el Hemisferio Norte, que es donde se encuentran la mayoría de los países industrializados.
Esos indicios fueron tres: el aumento persistente de la temperatura mundial (a nivel del mar) desde más o menos principios del siglo 20; el aumento del nivel del mar a partir de más o menos 1880 - habitantes de la Ciudad de Buenos Aires y de la costa atlántica: ¡alisten los botes! - y la notable tendencia al achicamiento de la superficie cubierta de nieve desde más o menos 1960 a la fecha.
En los últimos 20 años y como consecuencia de la contracción de los hielos del Ártico, la población de osos polares pasó de 4.000 a 1.500 individuos, que no es más ni menos que una reducción de 62% en ese período. Y lo que es también patético es que esa reducción de la población de osos es consecuencia del aumento del canibalismo entre ellos: los osos adultos se comen sus crías.
Con el correr de los años se han manifestado hechos muy probablemente provocados por el Cambio Climático, como es la cada vez más común manifestación de fuertes tormentas de lluvia y sus secuelas de inundaciones o, por el contrario, sequías prolongadas.
Por ejemplo, para el servicio meteorológico australiano el año 2009 se recordará como el de grandes incendios forestales, tormentas de polvo, sequías prolongadas, zonas inundadas y olas de calor nunca antes sufridas.
La Argentina y el Cambio Climático
¿Qué se podría esperar en Argentina? Predicciones del Estado Nacional y de más o menos unos cinco años atrás, arribaron a las conclusiones siguientes para nuestro país: (a) será un poco más cálido; (b) las lluvias disminuirán en la Cordillera de los Andes, en el noroeste de la Patagonia y el Comahue (las provincias de Neuquén y Rio Negro), pero el régimen de lluvias del resto del país no se modificará y (c) las lluvias muy intensas serán más frecuentes.
Las conclusiones que se pueden obtener de la combinación de estos tres efectos probables del Cambio Climático son: (a) como el país se va a hacer más cálido y las lluvias serán como hasta ahora, es muy probable que en las regiones central - donde se encuentra Junín - y norte del país se experimenten más períodos de sequía que hoy en día; (b) las menores lluvias en la región cuyana y el progresivo deshielo de los glaciares como resultado del aumento de la temperatura no sólo pondrían en riesgo la producción agrícola de la región sino el abastecimiento de agua a las centrales hidroeléctricas conectadas con la red nacional de distribución de energía; (c) es de prever un aumento de las olas de calor, que no sólo repercutiría en la agricultura sino que sería particularmente nocivo en los centros urbanos, por sus consecuencias sobre la salud; y (d) es de prever que las lluvias intensas produzcan episodios de inundación, particularmente graves en un país en el que casi el 90% de la población vive en centros urbanos, una buena parte de los cuales son ribereños y así son proclives a los desbordes de los cursos de agua.
El Cambio Climático y el futuro
Todo lo que se dice acerca de que - como consecuencia de las repercusiones del Cambio Climático - en el futuro (¡en 2030, por ejemplo!) va a ocurrir así o asá se basa en predicciones. Y no se trata de ciencia-ficción, sino de predicciones que tienen un fundamento científico y lógico, que las hace razonablemente creíbles.
Así, la temperatura promedio de la Argentina en 2030 podría llegar a ser entre 1 y 1¼ grados centígrados mayor que la temperatura promedio de aquí y ahora en la Provincia de Buenos Aires, lo que en principio no es un disparate.
Pero los que hacen esas predicciones no tienen la bola de cristal, sino que cuentan con una computadora capaz de procesar muchos números con procedimientos denominados 'modelos'. Un modelo viene a ser la descripción de un sistema - por ejemplo, el que determina la variación de la temperatura - que tiene sus características propias y que, bajo ciertas condiciones impuestas por un científico, se comporta de una manera que permite conocer mejor las características del proceso modelado.
Es así que si las predicciones que se hacen de las repercusiones del Cambio Climático son tan variables, es porque ésas dependen de los modelos empleados más que de los números con los que esos modelos se alimentaron. Y resulta entonces que según sea como se interpreten los resultados de esos modelos las predicciones del futuro pueden ser más o menos catastróficas.
La interpretación del futuro que se elija va a tener consecuencias en la vida de los habitantes de una región o de un país, porque va a determinar qué se va a hacer para mitigar los efectos del Cambio Climático y qué se va a hacer para adaptarse a las condiciones que impondrá el Cambio Climático.
Mitigar en el presente y adaptarse a lo que podría venir
'Mitigación' y 'adaptación' son dos términos inseparables entre sí en el vocabulario del Cambio Climático. Mitigar las repercusiones del Cambio Climático significa tomar medidas hoy para disminuir la emisión a la atmósfera de alguno o todos los gases de efecto invernadero o, sino, quitarle a la atmósfera todos o alguno de los gases de efecto invernadero; por ejemplo, plantando árboles para absorber el dióxido de carbono. La mitigación y la adaptación se pueden hacer en una escala personal o regional o nacional.
Por ejemplo, en un plano personal Ana y Basilio podrían hacer lo siguiente para mitigar el Cambio Climático.
Cambiar el auto
Tal vez el auto que tienen es muy poco eficiente en cuanto al consumo de combustible en una cierta distancia recorrida. Por ejemplo, ellos tienen un Cafetera Súper del 2005, que consume 14,7 litros de nafta en 100 kilómetros de marcha urbana y desprende 9,2 toneladas de dióxido de carbono por año.
Ana y Basilio pueden optar por otro Cafetera Súper modelo 2009, porque éste consume 12,4 litros cada 100km (16% menos que el auto anterior) de marcha urbana y desprende 7,8 toneladas de dióxido de carbono por año (22% menos). ¡Todo un logro de la tecnología! Pero Ana y Basilio podrían optar por un Cafetera un poco más chico que el Súper y del año 2009, que tenga un consumo urbano de 7,8 litros de nafta cada 100km y desprenda solamente 5,7 toneladas de dióxido de carbono por año.
Con respecto al modelo Súper, este más chico consumiría casi un 60% menos y contaminaría (dióxido de carbono al aire) 27% menos también. No hay duda de que Ana y Basilio deben cambiar su auto modelo 2005 por el modelo más chico de 2009. ¡Un plan canje les vendría de perlas!
Plantar árboles en el fondo de la casa
Los árboles secuestran (¡sí, así se dice!) el dióxido de carbono del aire y, entre otras cosas, lo convierten en madera. Mientras no se queme la madera todo va bien, salvo que se la use como leña en lugar de usar gas o gasoil para calefaccionar la casa.
Si Ana y Basilio habitan un departamento, pueden unirse con otros vecinos para remozar los árboles de las calles, que generalmente están decrépitos y se rompen con facilidad o para pedirle al municipio que plante muchos árboles en las calles y parques.
Mejorar el aislamiento térmico de la casa, la eficiencia del consumo de electricidad de los electrodomésticos y reemplazar las bombitas incandescentes por bombitas de larga vida son otras medidas con las que Ana y Basilio contribuirían a mitigar el Cambio Climático. Ninguna de éstas, sin embargo, es tan eficaz como racionalizar el uso del automóvil.
Por su parte, adaptarse al Cambio Climático significa prepararse hoy para lo que su supone que vendrá en, tal vez, unos 10 ó 15 años. El problema de la adaptación es que no se tiene mucha certeza de lo que va a ocurrir ni con qué intensidad va a ocurrir. Además esta cuestión de la adaptación más que un problema personal es un problema social, porque los cambios que se esperan van a afectar a toda la sociedad y las medidas que haya que tomar para enfrentar esos cambios van a afectar también a toda la sociedad.
Tómese por caso la situación que se podría presentar en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires. Los modelos prevén que para fines del corriente siglo el nivel del mar en el mundo podría aumentar entre 18 y 56 centímetros. Es de esperar entonces que muchos centros urbanos de la costa se verían afectados por ese ascenso del mar. No se prevén grandes avances de las aguas, salvo en los lugares más bajos.
Pero sí se prevé la progresiva desaparición de las playas como consecuencia del aumento del nivel del mar. Ante este panorama, las acciones de adaptación deberían estar orientadas a la construcción de defensas que eviten la erosión de la costa por efecto del ascenso de las aguas. Todo esto costará mucho dinero y deberá contar con el beneplácito de los potenciales afectados, lo que no será tarea fácil de conseguir si no se ve el peligro inminente de una situación catastrófica.
Desafortunadamente, la experiencia reciente muestra que las catástrofes son necesarias para movilizar a una sociedad a tomar las medidas requeridas para, por lo menos, atenuar las posibles consecuencias de catástrofes futuras. Un ejemplo reciente de imprevisión para responder a una catástrofe climática son las dificultades encontradas para reaccionar rápida y eficazmente ante los desastres ocasionados por el huracán Katrina (Estados Unidos, en agosto de 2005), que dejó un saldo de casi 1.500 muertos y unos 150 mil millones de dólares en pérdidas.
El huracán no hubiese sido tan fatal si el sistema de muros de contención del nivel de agua en la ciudad de Nueva Orléans no hubiese sido tan mal diseñado y tan deficientemente construido.
La agricultura y el Cambio Climático
Junín y su región circundante tienen una economía esencialmente agrícola, que muy probablemente va a ser afectada por el fenómeno del Cambio Climático. Un estudio encomendado por el Estado Nacional, que se intitula 'Vulnerabilidad de la producción agrícola en la región pampeana' muestra que, en plazos cortos a medianos la agricultura pampeana no se vería mayormente afectada por el cambio climático. Lo que no deja de ser tranquilizador; sin embargo, no tiene que serlo tanto como para olvidarse de que el Cambio Climático está a la vuelta de la esquina.
Todos los países indus-trializados (salvo los Estados Unidos) tienen hoy la obligación de restringir sus emisiones de gases de efecto invernadero, para que ésas no superen un límite acordado internacionalmente en el denominado Protocolo de Kioto.
La Argentina no tiene esa obligación. Sí la Argentina - como signataria de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático - tiene el compromiso de colaborar y dentro de sus posibilidades - 'las circunstancias nacionales', en la jerga - en el esfuerzo internacional orientado a mantener las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera en un nivel que impida que las acciones humanas afecten peligrosamente el sistema climático.
Sin embargo es razonable pensar (¡en serio!) acerca de la posibilidad de que la Argentina asuma un compromiso obligatorio de sea la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero, sea el aumento de la producción de bienes y servicios con las mismas emisiones que ahora o tal vez menos
Una de las características singulares de nuestro país en materia de emisiones de GEI es que el total nacional (de 2000) se repartía más o menos en partes iguales entre las emisiones producidas para la producción de energía - esas emisiones provienen del combustible utilizado en las usinas eléctricas y, también, del utilizado en el transporte y en las tareas agrícolas - y la emisiones producidas por las actividades agrícolas, en particular las ganaderas y el uso de ferilizantes minerales de nitrógeno.
Dada la importancia de la agricultura como fuente de emisiones de GEI, ¿cuáles serían las opciones de mitigación y de adaptación para la Argentina?
Opciones de mitigación
Hay unas cuantas, algunas más importantes que otras para Junín y las zonas aledañas. Por ejemplo:
(a) Aumentar el almacenamiento de carbono en la materia orgánica de los cultivos y de las praderas. Hace años que se usa en el país una técnica que favorece la acumulación de carbono en el suelo de los terrenos cultivados con cereales u oleaginosas: es la denominada siembra directa o labranza cero. Al reducirse las labranzas del suelo al mínimo, se disminuye la pérdida de carbono como dióxido de carbono, porque cada labranza del suelo - arada, discado, etc. - favorece la oxidación de aquél. Por el otro lado, las raíces de un cultivo se descomponen y así aumenta la materia orgánica del suelo y con ello la cantidad de carbono almacenada en el mismo.
Sobrepastoreo
En las praderas, el manejo que evita el sobrepas-toreo - y por consiguiente la erosión del suelo - resulta en el incremento de la cantidad de carbono en el mismo. Hay que recordar que la masa vegetal se construye con el dióxido de carbono que las plantas absorben del aire. El censo agropecuario nacional de 2002 registró más o menos 15 millones y medio de hectáreas bajo siembra directa, o aproximadamente el 65% de la superficie implantada con cereales y oleaginosas.
(b) Mejorar el manejo del ganado vacuno y del estiércol para reducir las emisiones de metano. Esto ya no es tán fácil. Empezando por el ganado, la vaca tiene un estómago que es un gran tanque de fermentación del pasto. Las bacterias que digieren del pasto liberan metano, el que la vaca eructa y pasa a la atmósfera, donde contribuye al aumento de la temperatura global.
La alimentación con concentrados disminuye la producción de metano por kilo de carne o de leche producidos. La pulverización de una pradera con ciertas sustancias orgánicas disminuye también la producción de metano. Y los neo-celandeses están desarrollando una vacuna para evitar que las bacterias del rumen produzcan metano.
Pero todo esto se encuentra todavía en una etapa de experimentación, en todo el globo. Así que el agricultor no tiene mucho que hacer al respecto y por ahora. En cuanto al manejo del estiércol, éste desprende metano cuando se lo acumula en cisternas y fermenta, como puede ocurrir en los sistemas de engorde en feed-lot y en los tambos. Se puede recuperar ese metano y usarlo como combustible en lugar de usar gasoil o carbón o gas.
(c) Mejorar las técnicas de aplicación de los fertilizantes nitrogenados, para reducir las emisiones de óxido nitroso. En otras palabras, hay que evitar el derroche de los fertilizantes nitro-genados. Hace años ya que el análisis químico del suelo y el conocimiento de los requisitos de nitrógeno de la mayoría de los cultivos brindan una buena orientación para ajustar la dosis de fertilizante a las necesidades particulares de un cultivo.
(d) Mejorar la eficiencia energética de las actividades agrícolo-ganaderas. Vale para tanto las actividades mecanizadas que consumen combustibles o electricidad, en las que la eficiencia energética se puede aumentar sea mediante la incorporación de tecnologías modernas, sea poniendo a punto los inyectores del motor del tractor, por ejemplo, como para algunas actividades de carne y hueso, como la ganadería.
¿Cómo? Mejorando la fertilidad de las vacas, por ejemplo. Una vaca que queda preñada y pare una cria viva con regularidad durante su vida fértil emite menos metano por unidad de producto que otra vaca que no queda preñada con facilidad o aborta con frecuencia o se le muere el ternero por X razones. Y más eficiente aún es una vaca productora de mellizos vivos. Y lo mismo vale para el toro: los toros sexualmente perezosos favorecen el calentamiento global. En este caso de la ganadería, el buen rendimiento económico va de la mano con la mitigación del Cambio Climático.
(e) Mejorar los rendimientos de los cultivos, en el sentido de aumentar el rendimiento por unidad de emisión del gas de efecto invernadero desprendido en el proceso productivo. Esto es fácil de decir y complicado de realizar. Pero cuando apriete el zapato, seguramente se divulgará cómo hacerlo.
(f) Plantar todos los árboles que se pueda. Se trata de plantar con la idea de proveer sombra o crear una cortina corta-vientos (y proveer sombra, de paso) o crear un parque alrededor de una casa, pero en ninguno de esos casos con la idea de vender la madera. A menos que la madera que se venda se utilice para construir estructuras permanentes o en mueblería, el carbono alojado en ella podría retornar más o menos rápidamente a la atmósfera como dióxido de carbono porque, por ejemplo, la madera se puede pudrir o puede ser atacada por insectos. Tal vez no esté muy lejano el día en que los agricultores puedan llegar a ganarse unos pesos adicionales con la venta de bonos obtenidos por la conservación del carbono contenido en la madera de esos árboles plantados para sombra o protección del viento. No es que vaya a ser fácil ni pronto, pero conviene estar alerta.
Opciones de adaptación
Las acciones para la adaptación al Cambio Climático muestran resultados en un plazo más largo que las acciones de mitigación. Muchas de estas últimas acciones pueden ser tanto de mitigación como de adaptación; la dificultad que puede haber en diferenciarlas no tiene, sin embargo, mucho sentido práctico.
Por ejemplo, tómese el caso de la plantación de árboles como acción de mitigación. Tanto los árboles específicamente plantados para sombra como los plantados para protección del viento 'refrescarán' a los ganados en condiciones de aumento de la temperatura ambiente.
Opciones
Esto último es una medida de adaptación al Cambio Climático.
Algunas opciones 'puras' de adaptación son, para Junín y sus alrededores:
(a) El ajuste de las fechas de siembra o plantación. Una de las consecuencias que se esperan del Cambio Climá-tico es el aumento de la temperatura mínima promedio. Esto significa que los agricultores podrán adelantar las fechas de siembra de algunos cultivos (por ejemplo, el maíz). Lo mismo vale para los horticultores.
(b) La selección de variedades adaptadas. Como se espera que el Cambio Climático se manifieste con más episodios de sequía, las organizaciones de investigación y desarrollo tanto privadas como públicas tendrán que embarcarse en crear variedades capaces de tolerar esos episodios sin notables disminución en sus rendimientos. En otros países ya se está trabajando en la creación de variedades de trigo adaptadas a la sequía y a la salinidad (los efectos de estas dos condiciones sobre el crecimiento del trigo generalmente van de la mano). En este asunto el agricultor sólo puede tener una influencia indirecta sobre los programas de creación de esas variedades adaptadas.
(c) La conservación de la fertilidad del suelo. Un suelo fértil no solamente significa buenos rendimientos de grano o de pasto, sino también menor uso de fertilizantes nitrogenados y, por consiguiente, menor desprendimiento de óxido nitroso. Un suelo infértil es proclive a la erosión producida tanto por el viento como por las lluvias torrenciales.
El Cambio Climático augura lluvias torrenciales - por ejemplo, del tipo de la inundación de Santa Fe en abril de 2003 o el muy reciente episodio en la isla de Madeira -, que seguramente se llevarán consigo y fácilmente los suelos poco fértiles. Y con la erosión se va parte del carbono del suelo, que al estar muy expuesto al aire se descompone y produce dióxido de carbono, gas que contribuye al Calentamiento Global.
(d) La plantación de árboles. En este caso, sobre suelos degradados por la erosión, porque los árboles son muy buenos reconstruyendo suelos hechados a perder.
(e) La adopción de sistemas productivos agrofores-tales o silvopastoriles. En el sistema agroforestal se hacen cultivos entre hileras de árboles; la elección apropiada de los árboles puede resultar en hacer innecesaria la fertilización con nitrógeno. En la región pampeana no hay experiencias de este tipo. Pero en otras partes del globo se emplean los sistemas agroforestales para restituir el equilibrio hídrico en cuencas afectadas por inundaciones, salinidad y alcalinidad. En los sistemas silvopastoriles se crían vacas en un ambiente arbolado.
Este ambiente arbolado puede ser un pastizal natural o una pradera instalada. En el país hay algunos ejemplos de sistemas silvopas-toriles en el Delta del Paraná, la Mesopotamia, el Chaco y en la Patagonia.
Una reflexión final. Lo precedente es solamente un pantallazo de las características esenciales del fenómeno del Cambio Climático y de sus repercusiones sobre el mundo físico y el mundo biológico. La complejidad de los procesos climáticos y las posibles consecuencias de la alteración de aquél por lo que nosotros, la raza humana, hacemos con el ambiente - el que generalmente maltratamos sin mucha consideración por el futuro - ha producido y produce reacciones totalmente divergentes en las personas, los grupos sociales, los políticos y los gobiernos.
Porque en el fondo, bien en el fondo, encarar el desafío del Cambio Climático será vivir mejor que hoy sin desencadenar un fenómeno de calentamiento global con graves consecuencias para la Humanidad y la Naturaleza.
Encarar ese desafío implicará mucho dinero en mitigación, en adaptación, en ayuda económica y comercial para, sobre todo, esas sociedades muy pobres, que serán las primeras víctimas de las repercusiones del cambio climático, para esas sociedades que habitan islas que corren el riesgo de desaparecer bajo el mar y muchas otras calamidades más.
Atemperar o evitar estas calamidades requerirá un esfuerzo económico global, el que hoy por hoy no pasa de unas cuantas promesas, para colmo insuficientemente financiadas. En mayor o menor grado, directa o indirectamente, todos los países del planeta tendrán que poner su cuota de colaboración para frenar el Calentamiento Global, que no es otro Jinete del Apocalipsis ni es una fantasía para dominar el mundo ni es un 'aquí-no-pasa-nada'. Hay que prepararse para vivir más (en un sentido bien amplio) frugalmente
¡y esto no será fácil ni agradable!