JAVIER RADA. 23.02.2010 - 07.34 h
El ciudadano de la aldea global teme explotar en el vagón del metro minutos antes de entrar a trabajar. Ser secuestrado a orillas del Índico y notar en la sien el mordisco del fusil. Caer derribado por un bombardeo que no diferencia el amigo del enemigo. Contagiarse por una infección de cifras y letras (H1N1)... Se trata de un viejo amigo del hombre, el miedo, convertido en pesadilla moderna. Los sueños de la globalización crearon monstruos. El supermercado del pavor creció con la década. La marca del terror mundial se impuso. Vivimos en estado de alerta. Los sociólogos hablan de la sociedad del miedo o del riesgo. Otros apuntan a la exageración periodística, la necesidad de vender información en la crisis. El pan mediático de cada día contiene migajas de shock.
Es tan aterradora que es capaz de desviar la atención sobre la política exterior y las incursiones contra las libertades civiles en casa Migajas que son símbolos e imagen (alerta naranja, pandemia, guerra contra el terror, yihad, cruzada, piratas, mercenarios...), palabras que parten de amenazas existentes, brutales, desconocidas para nuestros abuelos, y que marcan la ansiedad de un siglo que despertó en un 11-S con la esquela de dos torres ardiendo. "Entona terrorismo y estimularás el miedo", dice la historiadora Joanna Bourke, autora de Miedo: una historia cultural. "Es tan aterradora que es capaz de desviar la atención sobre la política exterior y las incursiones contra las libertades civiles en casa", sentencia. Palabra bisagra. Competidora con el diablo antiguo. El término por el que empiezan y acaban las guerras.
La nueva década empezó como la anterior. El terrorismo repitió el mensaje. El frustrado atentado contra un avión de la compañía Northwest, con 278 personas a bordo y rumbo a Detroit, hizo saltar de nuevo las alarmas el pasado diciembre. La Administración Obama se vio obligada a mostrar firmeza. La seguridad volvió a ser prioritaria. Apuntaron a un nuevo blanco estratégico: la posibilidad de invadir el Yemen. "Puede ser la guerra del mañana", aseguró un senador estadounidense. La reminiscencia de Irak golpeado aún hoy por el terrorismo cainita tras la invasión de 2003 sobrevoló el globo con mayor velocidad que un misil inteligente. Propició la reaparición de Bin Laden, el que fuera el hombre más buscado del planeta. Y Al Qaeda lo acompañó con su sello: tres compatriotas, miembros de la caravana Acción Solidaria, fueron secuestrados y arrastrados al desierto de Malí.
Tras Guantánamo, cárcel que aún permanece en un agujero legal, el poder de los terroristas parece mayor. La violencia ha germinado en nuevos países aptos para la cantera armada: Nigeria, Mauritania, Somalia, Sudán... En Afganistán, las victorias de los talibanes son contundentes. La CIA anunció la muerte de siete de sus hombres en un atentado, uno de los golpes más certeros sufridos por EE UU en 8 años de guerra. Lo que ha propiciado que por primera vez se hable de la necesidad de pactar la paz con los insurgentes, junto al envío de 30.000 soldados más para asegurar la negociación.
Existen amenazas, pero también una percepción multiplicada de las mismas. Vivimos en un clima semiapocalíptico Son el caldo de cultivo del que beben los monstruos de hoy. "Existen amenazas, pero también una percepción multiplicada de las mismas. Vivimos en un clima semiapocalíptico, un cambio ambiental global, que no climático, provocado porque entramos en un nuevo milenio, el proceso globalizado, y por el mensaje que transmiten los medios de comunicación", dice el catedrático en Sociología Emilio Lamo de Espinosa, presidente de la Federación Española de Sociología.
Estamos en una era de transición, un punto de inflexión hacia un nuevo rumbo. Es la incertidumbre de hallarnos sin los instrumentos de cohesión internacional necesarios para controlar las nuevas amenazas (terrorismo indiscriminado, desastres naturales, colapso financiero, nuevos países con aspiraciones nucleares, la transición de una hegemonía absoluta de EE UU a un poder mayor de países gigantescos, civilizaciones disfrazadas de estado, como China o la India...). Y renace el miedo, ese padre de familia numerosa, parafraseando al escritor Eduardo Galeano. El miedo como mensaje y oportunidad política. "A pesar de las amenazas, se está produciendo un proceso artificial interesado para generar miedo. Son estrategias que sirven para el control de la ciudadanía. Esta estrategia ha sido muy palpable en la crisis económica: usted cállese, guarde silencio, que pueden llegar tiempos peores. El terrorismo le ha ido como anillo al dedo a EE UU para implementar políticas y sirve para desviar la atención en el debate de los verdaderos problemas globales, como el cambio climático y la pobreza", explica el profesor de Ciencias Políticas Carlos Taibo.
La última encuesta del CIS confirma que la mayor preocupación de los españoles es el paro (79%), muy por encima del terrorismo (12,9%) El miedo económico se ha convertido en un factor global. La última encuesta del CIS confirma que la mayor preocupación de los españoles es el paro (79%), muy por encima del terrorismo (12,9%). Más miedos modernos: países europeos que viran paulatinamente a la extrema derecha; miedo al éxodo planetario; miedo al inmigrante, al invasor, el vector de infección de bombas y mafias internacionales; Europa vencida por los vientres de las musulmanas y sus hijos que romperán para siempre nuestro status quo cristiano. Europa vencida por los estereotipos. Un proyecto global de incertidumbre.
"Las sociedades tradicionales no percibían el exterior. Hace años nos habríamos enterado de lo de Haití a su fin", explica Lamo de Espinosa. Hoy participamos en directo. Es el empacho informativo. La sensación de desorden, de inminente cataclismo. "La percepción es que hay más guerras, cuando los datos indican que el número de guerras se ha reducido considerablemente. La democracia se ha expandido, y Asia ha tomado el camino hacia la modernidad", añade. Un informe sobre seguridad humana de 2009, auspiciado por el Reino Unido, afirma que los conflictos han descendido en un 70% desde la Guerra Fría. Y apunta además una perversa paradoja: en las guerras del Tercer Mundo, casi la totalidad, la tasa de mortalidad media de algunos países desciende si se produce un conflicto armado, gracias, en parte, a la ayuda internacional.
Un estudio, avalado por el Gobierno, vaticina que ETA será un mal residual en 2020 "Sentimos tanto terror como en la Edad Media", explica Joanna Bourke. Una situación paradójica, ya que el llamado Occidente tiene actualmente uno de los índices de seguridad más altos de su historia. "La expansión de los medios de comunicación masivos en el siglo XX ha contribuido a que la catástrofe sea publicitada, sin que se nos contextualicen a su vez estas amenazas", añade. El índice de accidentes aéreos se redujo en el mundo un 56% en 2008, según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo. Las probabilidades de morir en un atentado terrorista son proporcionalmente bajas si se comparan con las de morir en un accidente de coche. El terrorismo ha matado a un total de 1.380 españoles desde la instauración de la democracia en España, según la Guardia Civil (855 por ETA y 230 por el terrorismo yihadista). Los muertos por accidente de tráfico, sólo en 2009, alcanzaron los 1.897. Sin embargo, "accidente" no genera el mismo terror que "ETA". "Existe una desproporción en el trato informativo del terrorismo", alega Bourke. Un estudio, avalado por el Gobierno, vaticina que ETA será un mal residual en 2020. El último informe del Departamento de Estado de EE UU apunta que los atentados disminuyeron en el mundo en un 18% en 2008.
"En comparación con la Barcelona de los años treinta, sometida a tiroteos, la Ciudad Condal, como las europeas, es muy segura. El problema deriva de que la desgracia se ha convertido en espectáculo. Hay un caldo de cultivo ideal. En unas sociedades con claros índices de analfabetismo funcional, cuyo nivel de conciencia crítica es muy bajo, es fácil despertar emociones viscerales", dice el antropólogo Josep Comelles. Entonces, ¿vivimos en un mundo más inseguro o en el que los medios nos hacen ver?
La sociedad civil acata las medidas de seguridad y las intervenciones militares en el exterior, convertidas en misiones humanitarias El efecto mariposa es, sin embargo, más palpable que nunca. Y el terrorismo internacional ha sabido aprovecharlo. Unas guerrillas urbanas se arman con un cortaúñas. Secuestran un avión. Lo estrellan contra un rascacielos. Miles de víctimas. La reacción es una guerra asimétrica contra un país difuso en un mapa demasiado lejano, magnificado por periodistas empotrados en las unidades del ejército invasor. Miles de muertos más, los llamados daños colaterales. Una espiral de violencia. Nuevos aspirantes para una yihad arcaica pero tecnológica. Denuncias sobre intereses comerciales. Mariposa de fuego.
La sociedad civil acata las medidas de seguridad y las intervenciones militares en el exterior, convertidas en misiones humanitarias. Afganistán es la misión en la que han muerto más soldados españoles (casi un centenar). "El problema radica en saber qué queremos proteger. La seguridad no puede convertirse en un fin en sí mismo. El riesgo es que el miedo es un mensaje ideológico del que se abusa", dice el catedrático de ética Norbert Bilbeny. "No existe, bajo la ética, un atentado legítimo ni una guerra justa", añade.
Bastaría con pensar y no repetir los mensajes de los medios de comunicación La historia nos recuerda que no hay transición sin violencia. Pero también que el humano es pésimo en la predicción. Es difícil saber qué acontecerá en la próxima década. ¿Serán nuestros miedos reales? ¿Es ajustado este clima apocalíptico? La predicción más pesimista apunta al ecofascismo. "Lo que venga dependerá de nosotros. Aunque apuntamos hacia un darwinismo social minoritario, un modelo ecofascista, en el que las élites se apoderarán de los recursos en menosprecio de una amplia mayoría", explica Taibo. En la predicción optimista, el papel del futuro líder mundial es fundamental. "Se magnifican los riesgos, pero la sociedad civil toma las amenazas con reservas de escepticismo. Y el gran motor económico del mundo, China, da indicios de querer avanzar hacia un sistema más democrático y asume su responsabilidad internacional", dice Lamo de Espinosa.
La sociedad actual orbita entre la amenaza y el calmante mediático. La utopía de la bondad humana proclamada por el filósofo Rousseau fue bombardeada. Hobbes y su hombre como lobo para el hombre se impuso en la interconectada estepa global. Con razón, el discurso del último Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, no sorprendió. "La guerra apareció con el primer hombre. Porque no nos confundamos: el mal existe en el mundo", dijo. El miedo escribirá las esquelas de las próximas guerras. Y esa utopía de la bondad humana muerta quizá firme su daño colateral.
Pensar, el mejor antídoto
Los expertos coinciden en la necesidad de una mayor conciencia crítica como antídoto al terror global. Esta conciencia nos ayudaría a diferenciar entre la amenaza real y la manipulada. "Bastaría con pensar y no repetir los mensajes de los medios de comunicación", explica Norbert Bilbeny. "En el acto de pensar está implícito el contenido crítico", añade. La falta de capacidad crítica es una de las grandes carencias de nuestro tiempo, a juicio de los expertos. Desde las máximas de Maquiavelo el terror ha sido utilizado por el poder y sus contrarios para influenciar a la población. "Se construyen retóricas del miedo basadas en el marketing", afirma Josep Comelles. "Se usa la irracionalidad como práctica política", sentencia.