Los consumidores que producen en casa su propia electricidad, calefacción y agua caliente, de paso, contaminan menos y ahorran dinero. Todo ello es posible gracias a la microcogeneración. Su secreto: aprovechar el calor que se emana en la generación eléctrica mediante la quema de combustibles. En España cada vez son más numerosos los edificios con microcogeneración. Las instituciones promueven su instalación a través de diversas ayudas.
Las centrales térmicas, esenciales en el sistema energético actual, queman combustible (carbón en su mayoría) para producir electricidad. A pesar de su nombre, no aprovechan el calor que generan, y lo disipan en el ambiente. Las instalaciones de cogeneración sí lo hacen y, por eso, son más eficientes. No son la mejor solución ecológica, porque utilizan combustibles fósiles como gasóleo o gas natural, pero el medio ambiente lo agradece: las emisiones de gases de efecto invernadero se reducen. En Europa, estas plantas producen el 10% de la electricidad, según la Asociación Técnica Española de la Climatización y la Refrigeración. En España, la cogeneración podría producir 9.700 megavatios (MW) para 2020, según un reciente estudio del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE).
Los consumidores ya no son meros receptores de la energía, sino productores y hasta comercializadores
El sistema no es exclusivo de grandes complejos industriales. La microcogeneración se basa en la misma idea, salvo que su potencia no supera los 500 kilovatios (kW). Sus posibles usuarios son muy numerosos: edificios de viviendas u oficinas, polideportivos, hoteles, residencias, centros comerciales, empresas industriales que utilicen calor y electricidad, etc.
La microcogeneración utiliza microturbinas de gas o micromotores de combustión para producir agua caliente sanitaria (ACS), calor y electricidad. Si además de estos servicios genera también frío, se denomina microtrigeneración. Estos últimos, además de más eficientes que un equipo refrigerante convencional, no utilizan CFC, los gases que dañan la capa de ozono. Para garantizar la mayor cantidad de horas de trabajo anual, se añaden sistemas de acumulación. Estos aparatos almacenan energía en forma de agua caliente para suministrarla cuando la demanda es superior a la potencia térmica disponible.
Ventajas de la microcogeneración
Los consumidores ya no son meros receptores de la energía, sino productores y hasta comercializadores. La generación se realiza en el propio lugar de consumo o en puntos próximos y, por ello, se aprovecha más energía. En España, se estima que más del 10% de la electricidad producida por el sistema convencional se pierde en su transporte y distribución. El Real Decreto 661/2007 regula la venta a la red, en régimen especial, de la electricidad microcogenerada.
La rentabilidad de estos sistemas es importante. Según Enerfon, una empresa asturiana instaladora de microcogeneración, los ocho euros diarios que podría costar la producción de agua caliente para una pequeña comunidad con un sistema convencional podrían pasar a 4,1 euros con la microcogeneración. Los responsables de esta empresa aseguran que empiezan a ser rentables a partir de comunidades de 30 viviendas. Las instituciones ofrecen subvenciones para instalarlos en el sector vivienda y amortizar antes el gasto.
Los ocho euros diarios de agua caliente en una pequeña comunidad podrían pasar a 4,1 euros con la microcogeneración
El Código Técnico de Edificación, que obliga a las nuevas viviendas a ser más eficientes, la incluye como una alternativa a los paneles fotovoltaicos para calentar el agua. La microcogeneración no depende del Sol y garantiza el suministro; incluso puede generar electricidad en caso de emergencia. En cualquier caso, como recuerda el IDAE, la viabilidad de uno u otro sistema depende de las características energéticas, físicas y operativas de cada construcción.
Las máquinas de microcogeneración son más pequeñas que las calderas convencionales o las instalaciones solares térmicas. Las fachadas y los tejados se quedan a salvo, ya que se ubican bajo techo, como en los sótanos. Los equipos, similares en aspecto a electrodomésticos domésticos, no producen ruido. Los defensores de estos sistemas aseguran que su tecnología es madura y puede utilizarse de forma continua. Cuantas más horas funcionen, mayor es su rentabilidad.
Edificios con microcogeneración
El IDAE ha colaborado en la instalación de sistemas de microcogeneración en varias casas de protección pública. En Colmenar Viejo (Madrid), los inquilinos de dos edificios de 94 y 97 viviendas, respectivamente, disfrutarán de sendos equipos para el abastecimiento de calefacción, ACS y producción de energía eléctrica. La inversión ascenderá a 116.000 euros para la primera y 73.500 euros para la segunda.
En el barrio donostiarra de Riberas de Loiola, la empresa guipuzcoana FnEnergia ha llevado la microcogeneración a una comunidad de 91 viviendas de protección oficial. Gracias a este sistema, sus inquilinos pueden vender la electricidad generada a la red y obtener unos ingresos anuales de 13.701 euros al año.
El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y Economía contará con un sistema de trigeneración en su sede de Madrid. El presupuesto estimado es de un millón de euros, pero con su puesta en marcha, evitará cada año el consumo de 2.100 MW/hora y la emisión de 420 toneladas de dióxido de carbono (CO2).
El Hospital de Guadalajara, con una capacidad de 400 camas, añadió en 1991 a su sistema de calderas una instalación de cogeneración de 440 kW. Con una inversión de unos 400.000 euros, sus responsables ahorran al año 4.058 MW/hora y dejan de emitir 1.482 toneladas de CO2.
Cómo instalar un sistema de microcogeneración
Los expertos en estos equipos aseguran que su instalación es sencilla, pero antes es esencial un análisis técnico-económico específico del edificio. Así se podrá evaluar si es la mejor solución y rentabilizar antes la inversión, o decidir si se debe optar por otro tipo de instalación. Conviene recordar que un equipo de microcogeneración no sustituye, sino que complementa, a las calderas centrales.
Los responsables de cualquier edificio susceptible de uno de estos sistemas pueden rentabilizar antes su inversión. Una posibilidad es vender la electricidad generada a la red general y recibir subvenciones. El Plan de Acción 2008-2012 de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética en España contempla ayudas a fondo perdido. Los porcentajes oscilan entre un 10% y un 30%, según la potencia de la instalación, y se articulan a través de las comunidades autónomas. El IDAE y las diferentes instituciones autonómicas con competencia en Energía y Medio Ambiente pueden asesorar a los interesados.