-En «El origen de las especies» Darwin no dejó escrito que el hombre venga del mono.
-¡Ni siquiera en «El origen del hombre», cuidado! Lo que Darwin defiende es que hay una continuidad y parentesco entre el hombre y las demás especies vivientes. Él no cree que el ser humano proceda de ninguna otra especie viviente (y eso es así, claro, porque nadie desciende de su hermano o de su primo). Dice que codescendemos, todas las formas de vida actuales, de especies comunes que van siendo cada vez más remotas en el tiempo conforme nos alejamos en el grado de parentesco. La idea central de Darwin es el árbol de la vida, que incluye a todas las especies vivientes y fósiles que existen y han existido en la historia.
-¿Por eso ha dicho usted en alguna ocasión que descendemos de una bacteria?
-En último término, sí. En realidad no de una bacteria viviente, sino de un antepasado común con las bacterias actuales, una forma de vida muy simple que existió hace 3.800 millones de años. ¡Las bacterias han cambiado menos y nosotros más!
-Ejemplar (y muy trabajado) su esfuerzo para desmontar lugares comunes sobre los postulados del sabio.
-Porque realmente muy poca gente sabe lo que dijo este buen hombre. Esto pasa mucho con los autores o con las personalidades polémicas, que está casi garantizado, al menos en nuestro país, que nadie los va a leer.
-Y cunden simplezas y falsedades.
-Para empezar, no fue el primero que habló de la evolución. Su propio abuelo Erasmus también lo hizo. Y fue el francés Lamarck el primer científico que la planteó. Pero Darwin sí fue pionero en buscar causas y razonarlas, con tal rigor que yo no he encontrado ninguna pregunta o aspecto de la evolución y la selección natural que él no abordara. Para mí es el científico número uno de la historia.
-¿La evolución explica todos nuestros rasgos distintivos, incluso los más fieramente humanos?
-Son producto de la evolución, claro. Y la valoración de nuestras características respecto a la evolución no deja de ser subjetiva. Todas las especies y todos los grupos de organismos hacen cosas asombrosas, si se puede llamar de esa manera. En nuestro caso son la razón y la conciencia lo que nos hace extraordinarios, pero no podríamos existir como especie si no hubiera otras que tienen otras maravillas.
-Arsuaga dixit: «No es que descendamos del mono, es que somos monos»
-Es lo que defendió Darwin. Lo que no dijo nunca es que descendamos de los chimpancés, sino que tenemos antepasados comunes y, en consecuencia, somos sus hermanos o sus primos.
-¿Le irrita o altera el creacionismo?
-El creacionismo es una falsedad. Discutir la evolución es como decir que la Tierra es el centro del universo. Yo digo lo que dicen que dijo Galileo cuando le obligaron a retractarse: «Y, sin embargo, se mueve». O sea, que digan lo que quieran, pero nosotros compartimos con el chimpancé el 99 por ciento de nuestros genes. No hay que recurrir ni siquiera a los fósiles. También los genes hablan. Lo que no me gustaría es que el problema de la gente que cree en falsedades se convirtiera en el mío. No estaría dispuesto a tolerar que obligaran a mis hijos a aprenderse esa sarta de mentiras.
-Su libro destila fascinación por el científico Darwin y también por el hombre.
-Porque la persona es fascinante.Aunque Darwin hubiera muerto a los treinta años habría pasado a la historia como escritor de viajes, como gran viajero y naturalista.