cuando la economía opera a escala global pero el Gobierno sigue siendo nacional...allí hay un problema Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, reitera su fe en el libre comercio Mientras los estadounidenses debatían este invierno sobre los 800.000 millones de dólares que se iban a gastar para rescatar su propia economía, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, acudía a las páginas del New York Times para romper una lanza en defensa de los países que habían sido más severamente castigados. En su opinión, el Presidente Obama debería promover "un paquete de estímulo económico para el mundo". Zoellick sostenía que las naciones industrializadas deberían dedicar un 0,7% de sus programas de rescate unos 6.000 millones en el caso de Estados Unidos-, a un "fondo de vulnerabilidad" que contribuyese a la estabilización de los países más pobres entre los pobres. "La gente pobre de África no debería pagar las consecuencias de una crisis que tiene su origen en Estados Unidos", escribía. En el paquete de estímulo económico aprobado el pasado mes no se hace mención alguna a esta iniciativa; ni un solo dólar será destinado a este fin. Pero Zoellick sigue insistiendo en la idea, tal y como demostró durante su reciente intervención en el Programa Huntsman en Estudios Internacionales de la Universidad de Pensilvania, donde explicó por qué esta crisis es tan devastadora y está llegando mucho más allá de los países cuyos bancos contribuyeron al descarrilamiento de la economía global. En su opinión, a los países que gozan de una mejor salud relativa les conviene por su propio bien evitar que otros países del mundo se queden fuera del sistema de libre mercado. "Creo que la globalización ha proporcionado muchos beneficios a la gente". Zoellick, que ex alto ejecutivo en el banco de inversión Goldman Sachs, fue representante de comercio de Estados Unidos y ocupaba el puesto de secretario de estado cuando el Presidente George W. Bush le nombró en 2007 presidente del Banco Mundial en sustitución de Paul Wolfowitz. Licenciado en Swarthmore College, en la Facultad de Derecho de Harvard y en Kennedy School of Government, Zoellick ha ocupado diversos cargos en tres administraciones republicanas. Los planes hechos públicos durante su toma de posesión en el Banco Mundial reflejan un modo de pensar propio de la era Bush, esto es, una propuesta para aumentar la cooperación entre países en pro de la expansión de la economía de mercado. En la actualidad el tema de la cooperación es especialmente importante, así como la adaptación a las condiciones propias de la región de las medidas propuestas por el Banco. "Vivimos un periodo de extrema incertidumbre en la economía global", explicaba Zoellick. "¿Cómo podemos adaptar nuestros servicios a cada tipo de grupo y prácticas?... Lo que necesitamos realmente es conseguir movilizar a otros implicados". Un gran reto en Europa Aunque en su editorial del New York Times defendía apasionadamente a países destrozados por conflictos bélicos como Sierra Leona, Zoellick afirmaba que la región más expuesta a la crisis económica global era Europa Central, cuyas economías se ubican en un territorio especialmente vulnerable. Ahora los estados de Europa Central están suficientemente conectados a la economía internacional y el retroceso en el comercio y las remesas sufrido el pasado año ha provocado importantes daños en sus propios mercados. Pero estos países no son lo suficientemente ricos como para disfrutar de un colchón como el de Europa Occidental, Estados Unidos o Japón, sobre todo debido a que sus monedas fluctúan. Zoellick señalaba que el Banco Mundial está trabajando con el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo para "crear un fondo
para apoyar a algunos de los bancos más relevantes de Europa Occidental que proporcionan mucha estructura bancaria a Europa Central y del Este. Pero esto no funcionará a menos que los gobiernos europeos también proporcionen el marco y la estructura general". Mantener esta región estable y orientada hacia el libre mercado sería importante para todos aquellos implicados, afirmaba. Percibiendo que el mundo industrializado teme que la crisis global pueda disuadir a los países emergentes a la hora de liberalizar sus economías, Zoellick declaraba: "Es un momento de grandes cambios en relación a estos temas. Dada la enorme diversidad del mundo, los países están dando diferentes respuestas". Es muy probable que la reciente implementación por parte de Ecuador de restricciones a la importación no tenga éxito, "pero
algunos países de Asia del Este se están dando cuenta que éste podría ser un buen momento para seguir introduciendo reformas, para intentar conseguir una mayor flexibilidad de los mercados". Con este fin, el Banco Mundial se centrará en las lecciones aprendidas durante la crisis financiera de 1997-98, señalaba Zoellick. En lugar de reconfigurar toda la economía, los países deberían centrarse en asuntos clave, como por ejemplo las redes de seguridad social de los más pobres. Cerca de una docena de países de renta media han avanzado mucho en programas de transferencia condicional de efectivo, pero los países más pobres de África Sub-Sahariana aún carecen de recursos para incrementar sus programas de bienestar. "Estamos intentando aprender las cosas que han funcionado en los programas comida-por-trabajo o en los programas de alimentación en las escuelas
que también hacen llegar a las familias algo de comida". Estos programas fueron más efectivos a la hora de cubrir ciertas necesidades que, por ejemplo, aumentar los salarios de los funcionarios o intentar mejorar toda la estructura salarial, señalaba Zoellick. El Banco Mundial también está animando a los países más pobres a que ayuden sobre todo al sector de la pequeña y mediana empresa, ya que es el motor del crecimiento del empleo y frecuentemente la primera víctima de una recesión económica. Pero el Banco debe tener cuidado con este tipo de propuestas, sostenía Zoellick, ya que los problemas de los pequeños negocios de Ucrania y del Sudeste Asiático pueden ser completamente diferentes. "Uno de los retos a los que nos enfrentamos en el Banco Mundial es
asegurarnos de que los analistas realmente crean que pueden resolver problemas dentro de este amplio contexto político y social". Éxito relativo en África En opinión de Zoellick, el continente africano constituye un caso de relativo éxito de desarrollo, ya que dos tercios de sus países crecen a una tasa bastante significativa. "El problema en parte ha sido el tercio restante", que a menudo se corresponde a países atormentados con guerras civiles u otros conflictos. Las estadísticas muestran que el crecimiento económico de países cuyos vecinos han sufrido conflictos bélicos se ha visto mermado. "Lo peor que nos podría pasar como consecuencia de la crisis es que perdiésemos la fe en el desarrollo de África", sostenía Zoellick. No obstante, a Zoellick le preocupa que los países africanos que han dado grandes pasos corran especialmente riesgo precisamente por haberse vinculado con éxito a la economía global. Los estados africanos necesitan sobre todo ayuda para desarrollar programas comerciales entre ellos y crear leyes e instituciones para sostener su crecimiento. "En el caso de África me atrevería a decir que aunque deseas proporcionar asistencia a determinados objetivos por ejemplo, la red de seguridad social-, tampoco quieres perder la oportunidad de construir la futura base del crecimiento". Dicho crecimiento podría verse estimulado mejorando el sistema de transporte a lo largo y ancho del continente, explicaba Zoellick. Ante la pregunta de cuáles serían las variables en las que se fijaría para determinar si la crisis estaba llegando a su fin, Zoellick recomendó observar el impacto de los programas de estímulo económico de varios países. No obstante, advertía que dicho gasto no será más que un "parche temporal" a menos que los países modifiquen sus sistemas bancarios, recapitalizando las instituciones. Asimismo, en su opinión los mercados crediticios deben recibir apoyo mientras los bancos sigan en crisis. "La Reserva Federal ha utilizado su balance para crear un mercado secundario adquiriendo deuda comercial, hipotecas y otros activos". En su opinión, otros bancos centrales deberían seguir su ejemplo y hacer lo mismo. Zoellick tiene puesta toda su atención en otros peligros que acechan a la economía global. Su mayor preocupación es el posible colapso de una de las grandes divisas, algo que podría hacer tambalearse a todo el planeta. Zoellick es partidario de duplicar los recursos del Fondo Monetario Internacional, institución creada para intervenir en estos casos. Reiterando su fe en el libre comercio, Zoellick también expresó su preocupación ante la posible vuelta del proteccionismo. Los países estaban observando muy de cerca de Estados Unidos, al que podrían tachar de hipócrita a la luz de la reciente campaña "compra productos estadounidenses" lanzada por la Administración Obama como parte del original paquete de estímulo económico. Por último, Zoellick advertía que cuando la economía opera a escala global pero el Gobierno sigue siendo nacional, el sistema político mundial tal vez no sea capaz de coordinar las respuestas ante una situación sin precedentes. "A medida que aumentan las tasas de desempleo empezamos a ver cómo
los países
se acusan entre ellos en lugar de intentar cooperar. Es algo a lo que prestaría mucha atención durante este año 2009. Como presidente de una institución internacional, puedo intentar jugar un modesto papel a la hora de detectar dicho comportamiento. Pero en la totalidad del sistema
el reto recae sobre las naciones-estado. Es la base de toda política. Es donde se toman las decisiones. Aún deben responder ante sus ciudadanos. Pero los problemas son transnacionales. ¿Cómo se pueden interconectar todas estas cosas? |