Por Hernán Larraín F.
Senador de la República
Queridas amigas, queridos amigos:
Al terminar mi período como presidente de la UDI he querido dirigirles estas breves líneas.
En ellas quiero trasmitirles antes que nada mi sentimiento de gratitud a quienes confiaron en mí para asumir esta responsabilidad. Cooperar en el servicio público es, de por sí, algo muy significativo. Hacerlo desde una tribuna tan relevante como ésta constituye una distinción especial que debo reconocer y agradecer.
Espero haber estado a la altura de la tarea. Chile atraviesa por un momento complejo y difícil. Resulta evidente que estamos terminando una etapa política de mucha trascendencia en la historia reciente del país. El retorno a la democracia nos puso frente a situaciones que estaban llenas de incertidumbres y amenazas. La Concertación supo interpretar entonces los nuevos tiempos y representó durante muchos años lo que la gente quería.
Sin embargo, ello ya no es así. Como coalición, la Concertación se encuentra en un estado terminal y el país nos urge para ofrecerle una alternativa que sea capaz de encarnar los nuevos consensos para así liderar y encauzar el destino del país. No basta con demostrar que la Concertación no está en condiciones de seguir gobernando. Esa labor se ha vuelto cada día más fácil, gracias a la ayuda que ellos mismos nos dan día a día. Y no me refiero sólo a la ineficacia exhibida en estos últimos años o a su debilidad para combatir la corrupción. Hay más, han superado las expectativas: ¿Alguien habría imaginado que un grupo de parlamentarios iba a demandar a una ministra de su propio gobierno? Desde la ineptitud hasta lo grotesco, las pruebas son concluyentes. La Concertación no da para más.
Pero ello no es suficiente. Debemos demostrar que nosotros sí estamos en condiciones de gobernar el país, que sí representamos los nuevos consensos sociales y que podemos liderar nuestro futuro.
Durante mi período en la presidencia de la UDI procuré fortalecer a nuestro partido, institucionalizándolo y abriéndolo a los nuevos escenarios; me preocupé de definir nuestro rol opositor de modo de establecer con claridad las diferencias que nos separan de la coalición oficialista, y, muy especialmente, me dediqué a unir y a potenciar la Alianza, para que se convirtiera en una alternativa política seria y creíble, a la cual la ciudadanía pudiera confiar la conducción nacional.
Al mirar retrospectivamente, creo que muchos de esos objetivos se han logrado. No todos, porque hemos cometido errores y equivocaciones que muchas veces han sido de mi responsabilidad. Me ha tocado enfrentar momentos y situaciones difíciles que no siempre resolví a mi entera satisfacción, aun cuando tengo la mayor tranquilidad de conciencia por haber hecho todo lo que de mi parte se podía hacer en esas circunstancias.
"Continuar era lo más fácil"
Siento que nuestro partido se encuentra en una encrucijada particularmente difícil. Debe retomar su espíritu original y asumir las consecuencias del éxito: las agendas personales deben subordinarse al proyecto común. El trabajo en equipo debe estar antes que las aventuras personales. Nuestro estilo y nuestro compromiso con el mundo popular deben anteponerse al mero trabajo mediático, que rinde mucho en el corto plazo pero que deja poco hacia el futuro.
Algunas de esas situaciones han limitado el mayor éxito de nuestro proyecto político.
Precisamente, para provocar una reflexión interna en estas materias es que decidí no repostular. Continuar era lo más fácil, lo obvio, era lo que me pedían. Sin embargo, no era lo mejor para la UDI y por ello pensé que era conveniente dar un paso al lado para generar el cambio y dar espacio a nuevos liderazgos que asuman esta etapa. Creo que las elecciones internas que se han gatillado por mi decisión son un reflejo de una nueva actitud, que, lejos de los temores que han expresado algunos, espero permitan afianzar este objetivo que aún está pendiente y que es esencial. La UDI es un partido clave para el futuro, es la quilla de lo que debe venir y debemos estar en las mejores condiciones para asumir nuestras responsabilidades. Confío, pues, que mi decisión contribuya a la necesaria rectificación de rumbos que nuestra colectividad requiere.
Nuestro perfil opositor desarrollado en estos años ha sido también suficientemente esclarecedor de lo que nos correspondía hacer ante el panorama que nos tocaba vivir. La crisis de gobernabilidad que afecta a la Concertación ha llegado al límite por su anarquía interna y por su increíble inoperancia. El país ha perdido oportunidades inmejorables y su desarrollo ha retornado al ritmo mediocre de otros tiempos. Por otra parte, la corrupción ha crecido porque la Concertación está más preocupada de ganar elecciones, de capturar el Estado, que de trabajar por Chile o de resolver las principales inquietudes de nuestros compatriotas. La gente ya no acepta más este estado de cosas.
Junto con hacer presente nuestras inquietudes, críticas o propuestas, hemos debido actuar para que materias claves -como la educación, la seguridad pública y la reforma previsional- puedan aprobarse y con buenos proyectos. Sin nuestra participación, esas iniciativas no habrían conocido la luz del día o serían un desastre. De esta manera, hemos logrado diferenciarnos del Gobierno, pero a la vez contribuir a resolver los problemas de mayor significación, ya que nuestro compromiso es con el país y su gente, lo que nos obliga a trabajar junto a la Concertación cuando se trata de iniciativas que van en beneficio general. Espero que la Presidenta Michelle Bachelet aprecie nuestra contribución a su gestión, desde las trincheras opositoras.
"La UDI no ha logrado instalar un candidato presidencial"
Quizás lo más importante de este período ha sido nuestro trabajo con Renovación Nacional, para darle fuerza y destino a la Alianza. Creo que después de dos años nadie duda que existe una coalición sólida, responsable y unida, que da confianza. Es más, la Alianza es el único sector político que le garantiza gobernabilidad al país. Nuestra opción presidencial ante el colapso inminente de la Concertación se ha consolidado y todo parece indicar que habrá cambio de mano en los próximos comicios de 2009. Es un escenario nuevo que hemos construido con mucho esfuerzo, de cara al país, y que, de no mediar errores de nuestra parte, podremos alcanzar pronto, para bien de la alternancia democrática.
Ahora, es cierto que la UDI no ha logrado instalar un candidato presidencial, pero creemos que existe el tiempo y la conveniencia de hacerlo, particularmente por nuestra contribución electoral proveniente del mundo popular. Difícil será ganar sin ese apoyo y por eso espero que este dilema se resuelva de aquí a abril próximo. Sin perjuicio de ello, la Alianza sí tiene un nombre que está bien posicionado -Sebastián Piñera- y que podría contar con nuestro respaldo en su momento o bien en la segunda vuelta, si no instalamos a alguien antes o si no ganamos la primera vuelta. Lo importante, y en eso hemos sido claros y generosos, es que la Alianza gane las próximas elecciones y el que se gane la opción ante la ciudadanía tendrá nuestro decidido respaldo.
Han sido años importantes que hoy culminan y que deben abrir espacio para una nueva etapa política. Esta debe procurar establecer una propuesta que se haga cargo de los nuevos consensos sociales, de las nuevas demandas insatisfechas de los chilenos que la Concertación simplemente abandonó. De nosotros depende ahora liderar los sueños de chilenas y chilenos.
Espero dedicar mis mejores energías en los próximos años para cooperar en este esfuerzo. Es este un deber ineludible y cualquiera sea el lugar en que me corresponda estar en esta batalla, quiero expresar nuevamente mi gratitud por todas las oportunidades que he recibido para servir a Chile.
Agradezco muy especialmente a mi familia por su sacrificio. Es lo que me ha permitido dedicarle mucho tiempo al interés público, con toda el alma, puesto que eso es lo que el compromiso con el bien nacional nos exige.
Un abrazo y el cariño de siempre, Hernán Larraín F.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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