Matías Zibell BBC Mundo, El Cairo |
El director ejecutivo del Banco Mundial, Juan José Daboub, considera que hoy América Latina está mejor preparada para afrontar una crisis económica internacional que diez años atrás.
Pese a ello, en una entrevista con BBC Mundo, Daboub reconoció que su institución ha calculado que una desaceleración de la economía estadounidense afectará el crecimiento del producto interior bruto de las naciones de la región, pero agregó que éstas han aprendido las lecciones del pasado.
En medio de su gira por el Medio Oriente, Daboub -quien también fue ministro de Economía de El Salvador- conversó con el corresponsal de BBC Mundo en El Cairo, Matías Zibell.
¿Una posible desaceleración en Estados Unidos va a tener algún tipo de impacto en América Latina?
De acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial pudiera significar la pérdida de entre medio punto y un poco más de un punto porcentual de crecimiento en el producto bruto interno de los países.
Afectaría menos en aquellos que han diversificado un poco mejor su economía y más en los que no lo han hecho.
Comparado a la crisis que se dio en Asia hace unos diez o doce años, en esta ocasión el impacto de una posible desaceleración en EE.UU. entendemos que sería menor, porque la mayoría de países en América Latina han aprendido la lección.
Han hecho cambios importantes en su macroeconomía. Por ejemplo, han diversificado su deuda con diferentes tipos de monedas, tienen reservas mucho más profundas -el equivalente a seis, diez y, en algunos países, hasta doce meses de importaciones- han diversificado los mercados a los cuales exportan y al mismo tiempo han fortalecido sus sistemas financieros.
¿Sigue siendo esta región tan dependiente de Estados Unidos o realmente tiene otros socios comerciales de importancia?
Definitivamente. EE.UU. sigue siendo uno de los socios más importantes pero otros países como la Unión Europea, China e India se han convertido en importantes destinos de los productos de naciones como Brasil y Chile.
Otros países de la región latinoamericana se han integrado más con su vecindario y con otras regiones del mundo. Por eso, la diversificación, como en cualquier portafolio, minimiza los riesgos.
¿La economía latinoamericana desempeña un papel menor a nivel mundial?
No. Yo creo que la economía latinoamericana en general juega un papel importante.
En primer lugar, por su posición geográfica cercana a la economía de EE.UU., con lo que ello conlleva en momentos de vacas gordas y en momentos de vacas flacas. Pero a fin de cuentas es una relación sumamente importante.
Al mismo tiempo, por el tipo de productos primarios que muchos de los países de América Latina poseen. Por ejemplo, la soya en el caso de Brasil o el petróleo en el caso de otros países sudamericanos.
Ciertamente, con lo que está sucediendo ahora en el mundo, tiene impacto lo que se hace o se deja de hacer. Yo diría que la relevancia de América Latina sigue siendo grande, pero también hay que decirlo: estamos enfrentando retos.
Hemos visto cómo, por ejemplo, tanto Asia del Este como Asia del Sur -China e India por mencionar a dos países, pero también Vietnam y otros- han crecido y han hecho mucho más que nuestros países.
Porque han sido muy claros y pragmáticos a la hora de seguir un modelo de alta libertad económica y eso es lo que marca la diferencia en los países: a mayor libertad económica, mayor desarrollo de un país.
La década de los 90 se caracterizó en Latinoamérica por gobiernos que implementaron una serie de reformas hacia esta libertad económica.
En este momento, en el plano político, hemos visto un regreso hacia la centro-izquierda e izquierda y en algunos casos, hacia políticas estatizadoras. ¿Cómo analiza usted este cambio?
Bueno, en primer lugar, muchas de las reformas que se hicieron en los 90 no fueron necesariamente para liberalizar la economía. Algunas ciertamente lo fueron, pero otras eran llamadas de esa forma pero en realidad no eran consistentes ni lograron toda la apertura deseada.
Le pongo ejemplos. En algunos países se privatizaron empresas sin competencia y sin transparencia, y eso es altamente negativo y contra productivo.
Si usted va a tener participación del sector privado -que para mí debe haberla- tiene que ser en competencia. Muchas de las reformas que vimos en estos países, con la excepción de países como Chile, no se hicieron con competencia ni transparencia.
Usted está viendo los resultados que ahora quieren capitalizar ideologías o formas de pensar que se ha comprobado históricamente, y país por país, que son fracasadas y que van a fracasar.
Cuando usted le quita la libertad al individuo y sustituye a la persona por el Estado usted va por mal camino. Ya se vio en Corea del Norte, en la China antigua, Vietnam o Cuba.
Hablando de Cuba, ¿esperan ustedes una nueva política económica ahora que ha cambiado el presidente?
Cuba no es miembro del Banco Mundial. Sin embargo, nosotros esperamos que los cubanos tengan las mismas oportunidades que otros ciudadanos del mundo que pueden tomar el destino en sus manos.
En el momento en que se den las condiciones, el Banco estará dispuesto a colaborar en la forma que -en cuanto sea miembro del Banco- se lo pida.
Usted fue ministro de Economía de un país que dolarizó su economía. ¿Cómo se siente hoy con este valor tan depreciado de la moneda estadounidense?
Yo creo que cada país toma las decisiones que considera mejor le ayudarán a crear oportunidades para sus conciudadanos de acuerdo a la realidad que vive en ese momento.
Mi país tenía tasas de interés cercanas al 30% y por lo tanto era un número reducido de personas -menos del 14% de la población- el que tenía acceso al financiamiento de tasas de interés bajas porque exportaban sus productos y recibían el pago en dólares.
Hoy en día las tasas de interés son de cerca de un 7% y eso ha significado que las personas que antes no tenían acceso pueden acceder al financiamiento más bajo de toda la región.
También ha significado una menor inflación y ha significado integrarse a la economía más grande del mundo. Nos ha permitido volvernos más competitivos porque podemos acceder a otros mercados con una lengua, con una moneda, que es internacionalmente aceptada.
Pero no perdamos de vista una peculiaridad de mi querido país El Salvador, un poco más del 22% de la población vive en los EE.UU. y envía cerca de US$3.000 millones en remesas que antes tenían que cambiar por moneda local y que significaba 40 o 50 millones de dólares que quedaban en manos de las casas de cambio o los bancos.
Ahora estos dineros quedan en los bolsillos de los ciudadanos.
Al mismo tiempo se le ha quitado la posibilidad a los políticos de jugar con el tipo de cambio como una herramienta política en momento particulares, y por lo tanto ha sido un blindaje que le permitirá a nuestro país continuar construyendo sobre lo que hicimos en los 90's y temprano en el 2000 en su ruta hacia el desarrollo.
Pero usted se imaginó alguna vez ver un dólar tan depreciado?
En el mundo esto puede suceder y así como otras monedas se deprecian en ciertos momentos, lo que afecta a unos beneficia a otros.
Por ejemplo, el hecho de que usted tenga una moneda depreciada de esa forma le permite exportar con mayor facilidad, porque sus precios son más competitivos, mientras que usted está amarrado a la economía más grande, donde usted está comprando sus materias primas.
Entonces en nuestro caso tenemos un doble beneficio, compramos con la misma moneda y más barato y estamos vendiendo a mercados donde somos más competitivos o sea que yo más bien lo veo, en esta ocasión, como un punto más bien positivo.
¿Y el resto de América Latina?
Bueno, cada país tiene que ver cuál es la política monetaria que mejor le ayuda.
Definitivamente, un dólar débil es bueno para las importaciones de ciertos productos comprados en ese país pero indiscutiblemente afecta para las exportaciones en monedas más fuertes.
Pero al final del día, usted no toma las decisiones en su país por lo que pueda suceder en un período de tiempo, usted las toma para el largo plazo.
A largo plazo, estabilidad macroeconómica, responsabilidad social y libertad económica es lo que le da a los ciudadanos la oportunidad de tomar las riendas de su destino, lo cual es la mejor herramienta para que el país se desarrolle.
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL DE LA ONU
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