El debate ha sido un producto. Un producto de temporada. Como lo son esas nuevas líneas de refresco que sacan al mercado de vez en cuando. Ahora la Coca-Cola tiene menos azúcar. Ahora la Fanta lleva menos burbujas. Etcétera. Son productos de consumo que duran un par de temporadas. Lo más probable es que luego caigan en el olvido y la gente deje de comprarlos y beberlos y entonces volvamos a la Coca-Cola y a la Fanta de toda la vida. Quiere decirse que mañana (es una expresión, una frase hecha) habrá otro debate con otros candidatos distintos, y nuestra vida tampoco habrá cambiado mucho. Se ha vendido el debate como si fuera el multitudinario y decisivo encuentro entre Rocky Balboa e Iván Drago. Igual que un combate de boxeo entre dos potencias metidas en la guerra fría. Un duelo de titanes, y tal. Y a mí me parece que solo era una charla o discusión entre dos señores. Dos personas hablando. Ni más ni menos. Mejor dicho: más que hablar, jugaban a perseguirse, al perro y al gato, al corre corre que te pillo, a destaparse mentiras. Dos señores hablando. Uno, de izquierdas y con las cejas alzadas. El otro, de derechas y con la lengua estoposa.
Vi los minutos previos al debate. Lo retransmitían del mismo modo que en el boxeo. Ya se acerca por ahí el púgil, el aspirante al título. Llega puntual, el público le saluda. Se acerca a las cuerdas. Sube al ring. Qué emoción, señores. Qué gran noche, Dios mío. En ese plan. Detrás del debate vienen los debates televisivos, en los que se junta a los de la derecha y a los de la izquierda. Nada nuevo bajo el sol. Los socialistas: "Ganó Zapatero, sin duda". Los populares: "Ganó Rajoy, con ventaja". Sí, ya, bueno, ¿y qué esperábamos? Lo raro sería que un tío del PSOE dijera: "No, no, ha estado mejor Rajoy". Y viceversa. Editoriales, encuestas, foros, entrevistas, declaraciones, columnas (como ésta). Pero esto no es boxeo. Aprendámoslo de una vez. Aquí no cae un tío a la lona mientras el árbitro cuenta. Nadie gana ni pierde. Hablan y discuten. No critico el debate en sí, ni la posibilidad de celebrar el encuentro. Al contrario: creo que es saludable y que, al menos, el ciudadano se interesa por el asunto político aunque tengan que vendérnoslo como un partido de fútbol con anuncios. Saludable y necesario. Aunque no cuenta nada nuevo. Lo que dijeron ambos ya nos lo sabíamos. A mí, a pesar de todo, la cosa me divirtió, me entretuvo. Y ese es el problema: que nos entretuvo, pero no abrió nuevos caminos ni despejó dudas.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL DE LA ONU
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