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Los candidatos demócratas y republicanos que pierdan en Iowa y News Hampshire prácticamente deberán despedirse de la carrera. Marcela Vélez A.
Con sus 99 condados y tres millones de habitantes, el estado de Iowa es uno de los más pequeños de Estados Unidos, pero cada cuatro años cobra especial relevancia. Desde los años '70 este estado de tradición agrícola ha sido determinante en la carrera presidencial y este 3 de enero no va a ser la excepción.
En 1976, el demócrata Jimmy Carter utilizó el segundo lugar obtenido en Iowa para fortalecer su campaña, ganar las primarias en otros estados, convertirse en el candidato del partido y finalmente en presidente de la nación (ver recuadro). De ahí que tanto para demócratas como republicanos ganar en Iowa supone un primer espaldarazo a sus aspiraciones presidenciales, que pueden ser confirmadas o destruidas por los resultados de las primaria siguiente, en New Hampshire, que este año se realizará el 8 de enero.
Desde abril, los demócratas realizaron 904 eventos proselitistas en Iowa y 408 en New Hampshire. Mientras, los republicanos se apuntaron 669 y 398, respectivamente.
Es común que candidatos con presupuestos más pequeños apuesten todo a las primarias en estos dos estados, con la esperanza de que los resultados les ayuden a conseguir nuevos donantes. También es común que quienes pierdan rotundamente opten por un retiro temprano para evitar la derrota en la convención nacional de su partido.
Mientras Hillary Clinton cuenta con US$ 50 millones en efectivo para su campaña, su compañero demócrata Joe Biden tiene apenas US$ 1,8 millones. En las filas republicanas, ya se habla de la primera renuncia. Tom Tancredo, diputado por Colorado, con apenas US$ 110.000 para financiar su campaña, anunció el jueves su renuncia.
Las sorpresas
Pero las primarias de Iowa también pueden revivir esperanzas. "Los ciudadanos de Iowa se sienten orgullosos de ser poco impresionables, de su capacidad para confundir las expectativas del país y de darle impulso a los menos favoritos", afirmó en un editorial Financial Times.
Eso explica el caso de Mike Huckabee. Hasta hace unas semanas, parecía que la candidatura republicana se definiría entre el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, y el ex gobernador de Massachussetts, Mitt Romney. Pero el liderazgo de Huckabee en Iowa, donde tiene 30,4% de los votos versus el modesto 8% de Giuliani, lo han convertido en un firme aspirante a la Casa Blanca.
En la tienda demócrata la sorpresa ha sido el debilitamiento de la favorita, ex primera dama y senadora por Nueva York, Hillary Clinton, quien aunque mantiene el liderazgo nacional perdió cinco puntos en las encuestas de la semana pasada, según Real Clear Politics.
En el caso de New Hampshire, sus primarias serán especialmente importantes por su gran contingente de electores independientes, que pueden ser un reflejo de quienes no se dicen miembros de ninguno de los dos partidos principales en el resto del país.
¿Cómo funciona el proceso?
| El proceso electoral estadounidense es conocido por largo y complejo. Comienza con las primarias y caucus (consejo de representantes políticos), en las que tanto demócratas como republicanos eligen a los delegados de cada estado para la convención nacional, que este año se realizará en junio, y en la que se escogerá al candidato definitivo a la presidencia por cada partido. Durante la convención nacional, los delegados de cada partido pueden escoger a cualquier candidato que continúe en carrera, a pesar de que no haya ganado las primarias en la mayoría de estados. Aunque lo más común es que se repita el patrón, pues cada candidato recibe un número de delegados, de acuerdo a la votación obtenida en las primarias. Hay dos vías para escoger a los delegados. La elección primaria, como la que se realizará en New Hampshire y en la mayoría de estados; y los causcus como en Iowa y Nevada, donde los miembros de cada partido escogerán a los delegados a la convención distrital, que en marzo seleccionarán a los delegados para la convención nacional. | |