Justicia Revolucionaria
Un régimen tiránico ha transformado en época dorada parte de la historia argentina, volcando todos sus esfuerzos para rescatar asesinos subversivos y elevarlos a la categoría de héroes, los que supuestamente habrían luchado por un país mejor durante gobiernos democráticos que no respondían a sus ideales marxistoides. Es así que se implementaron tribunales de lapidación para juzgar a los que actuaron en defensa de la Patria o estuviesen relacionados con las fuerzas armadas y de seguridad.
Creando una nueva profesión un estado terrorista apañó falsos testigos para ese propósito, los que se sumaron a otros que tratan de trasladar sus culpas argumentando historias fantásticas escritas por algún ideólogo vetusto y resentido. Destilando veneno se victimizan los victimarios en una apresurada campaña destinada a destruir a los vencedores de esa Guerra Sucia que ellos mismos iniciaron, extendiendo sus odios hacia la sociedad que en su momento respaldaba las acciones de sus fuerzas armadas desplegadas en el territorio nacional para librarlo de esa subversión dispuesta a todo para tomar el poder.
Después de 30 años, un 25 de Mayo del 2003 la oportunidad los puso en el lugar por el que habían luchado con las armas, pero esta vez escondidos en formas pseudo democráticas, las mismas que fueron utilizadas para colectar mas de 300 prisioneros políticos recurriendo a cuestionables recursos jurídicos y apelando a la falsa denuncia, sin pruebas fehacientes pero igual aceptadas por la complicidad de magistrados aún cuando estas fueran inconsistentes y correspondieran a causas plagadas de irregularidades.
Como emblema de estas triangulaciones, un Presidente de la Nación que detenta el poder absoluto gracias a la traición de los que deberían ser los representantes del pueblo, ha tomado en sus manos la digitación de las represalias a manera de un "emperador romano".
La discriminación ha afectado directamente a la sociedad despojándola de los derechos humanos indispensables para su calidad de vida y únicamente reconocidos a esa delincuencia encabezada por los no ya tan "jóvenes idealistas", quienes mancillaron a inocentes, secuestraron, torturaron, asesinaron y perpetraron ataques terroristas, los que fueron reconocidos por ellos mismos, narrados con lujo de detalles como hazañas y explicadas sus metodologías, como así también identificando a quienes eran los encargados de ejecutarlas.
Hoy estos mismos criminales actúan como verdugos y buscando esconder sus verdaderos demonios apuntan en una sola dirección, eligiendo a sus presas para justificar sus retorcidos ideales, desafiando a los que nunca aceptaron el plan desintegrador que ellos habían elaborado.
Un ex-Capellán de la policía bonaerense, el Padre Christian Von Wernich cumplía a medida con el perfil buscado para mostrar a los argentinos el poder de esa "justicia revolucionaria", la que al no poder ser ejercida sobre todos aquellos a los que no se consideran ideológicamente aceptables, se le aplica en forma ejemplificadora sobre quien mejor representa el motivo de todos sus odios.
No siendo en si el Padre Christian el receptor del castigo, la real condena será aplicada a la Iglesia Católica y sus feligreses, a quienes representa el sacerdote en su calidad de pastor de la fe cristiana.
Para cumplir con estos imperativos provocados por la sed de venganza son necesarios copartícipes, algunos por seguir viviendo de la sangre provista por el Estado, otros como un trabajo sucio, que por encontrarse desocupados parecen haber encontrado una nueva profesión como actores de reparto en una obra montada para ser transmitida por TV.
Un desfile que muestra despojos humanos con carencias actorales, los que incapaces de asumir el personaje y no recordar el libreto, reciben en forma exasperada el reto malicioso de un juez que de inmediato les recuerda que la declaración no es la adecuada y directamente les apunta en el aire lo que deben decir para completar la sesión programada de acusaciones.
Después de todo la orden viene de muy arriba, precisamente de Balcarce 50, por lo que se deben ajustar todos los engranajes para que resulte tal como se ha ordenado no sea cosa de enojar al dueño del veredicto, quien ha concertado con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo completar la sentencia.
Todos estamos siendo juzgados y seremos condenados, pero en el juicio final no contarán con los privilegios de la justicia de los hombres y prevalecerá la Justicia Divina.
Autor: Susana Sechi
Directora de La Historia Paralela
Rodrigo González Fernández
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