| Paso a paso, la historia no contada de la renuncia de Belisario Velasco | | Hace un mes que la Presidenta no le contestaba el teléfono ni se reunía a solas con él. Venía pidiendo audiencia en privado con ella hace quince días; el miércoles insistió cinco veces con su secretaria, sin obtener respuesta alguna.
El virtual "aislamiento" con la Mandataria y la marginación de decisiones claves del gobierno llevaron al ministro del Interior a presentar ayer su renuncia "indeclinable" al cargo.
Su tensa conversación con Bachelet ayer en la tarde: la Presidenta le pidió diez días para zanjar a su reemplazante, pero él no estuvo dispuesto.
El desconocido episodio en que encaró a Vidal y el frustrado intento del vocero de entrar ayer al despacho presidencial.
Su intención era esperar al cambio mayor... Los mensajes que envió al Segundo Piso cuando su situación se hizo insostenible.
| | Por María José Gómez y Claudia Andrea Sánchez
Hace un mes que la Presidenta no le contestaba el teléfono. Hace quince días que venía pidiéndole una audiencia a solas. El miércoles insistió cinco veces y no obtuvo respuesta de la oficina de Michelle Bachelet. En este cuadro -de incomunicación con la Jefa de Estado y de molestia por haber sido "marginado" de decisiones claves del gobierno- Belisario Velasco decidió ayer materializar una dura e irreversible decisión, que venía «masticando» hace semanas: presentar su renuncia "indeclinable" a la jefatura de gabinete.
Aunque el renunciado ministro del Interior cerró ayer la puerta a todo contacto con la prensa, varios de sus cercanos, un sinnúmero de habitantes de Palacio que fueron testigos del difícil último mes del equipo político, y parlamentarios contaron a «La Segunda» los detalles que gatillaron la salida de Velasco y que se precipitaron tras la llegada de Francisco Vidal a la vocería del gobierno.
Septiembre, las primeras señales
Según cercanos a Belisario, las primeras señales de que él ya no contaba con el total respaldo de la Presidenta comenzaron a surgir en septiembre. Ese mes -y como hizo todos los nueve años en que fue subsecretario del Interior, primero de Frei y luego de Lagos- partió tres semanas de vacaciones a Europa. Pese a la lejanía, cuentan, estuvo plenamente informado de lo que ocurría en Chile y le llegaron las versiones de las "críticas" por su ausencia, especialmente en el círculo más estrecho de asesores presidenciales del Segundo Piso. En esa época ya comenzó a recibir señales de que se estaba diseñando un equipo ministerial para el segundo período del gobierno, en el cual él no estaría incluido, al igual que el entonces vocero, Ricardo Lagos Weber, y el titular de la Segpres, José Antonio Viera-Gallo.
La pausa del "segundo aire": Lavín y el acuerdo de seguridad
Sin embargo, el jefe de gabinete dio en las semanas siguientes un "segundo aire" a su gestión, que aplacó este tema y que fue su participación en la materialización de un pilar importante del pacto social. Primero, fue el «batatazo» a fines de octubre, cuando -en medio de un clima de beligerancia con la oposición- logró convocar al ex presidenciable UDI, Joaquín Lavín, a La Moneda y comprometerlo como «puente» para un hasta entonces impensado acuerdo Alianza-Gobierno en materia de seguridad ciudadana. Y, pese a las dificultades iniciales, logró firmar este pacto en el mes de noviembre y muchos evalúan que su «movida» con Lavín también pavimentó el clima favorable para el histórico acuerdo en educación que se selló por esos días.
La dura involución de diciembre: Llega Vidal
Pero todo tendría una dura involución para Velasco en el mes de diciembre, cuando arremete en Palacio el "empoderado" ministro secretario general de gobierno.
Primero, cuentan altas fuentes de La Moneda, la salida en solitario de Ricardo Lagos Weber fue una "señal clara" para Belisario de que "venía un cambio de gabinete mayor en el cual él sería incluido". Pero el ministro, aseguran parlamentarios cercanos a él, "siempre estuvo dispuesto a esperar a la Presidenta, a que afinara el diseño del ajuste, incluso aunque ello le tomara hasta los primero días de marzo".
¿Qué lo hizo perder la paciencia?
"Que todo tiene un límite", asegura otro honorable que fue testigo de cómo el jefe de gabinete fue siendo excluido del círculo de la toma de decisiones del gobierno.
La primera de ellas fue precisamente el retorno del ex vocero de Lagos. Pese a su calidad de jefe del comité político y jefe político del gabinete, no fue informado de que el reemplazante de Lagos Weber -con quien Belisario tuvo siempre una "muy buena" relación y quien lo alertó de su súbita dimisión- sería Vidal, cuyo arribo a Palacio hizo que cambiaran radicalmente varias cosas.
Antes, afirman, el ex titular de Interior no sólo conversaba periódicamente con la Mandataria sino que se reunían a solas con ella al menos dos veces a la semana. A partir del 5 de diciembre ello nunca volvió a ocurrir y el ministro entendió que su suerte estaba sellada.
Los mensajes a través del Segundo Piso, el almuerzo al que no fue invitado y la señal pública
Sin embargo, aseguran en La Moneda, hizo "todos los intentos" por hablar con franqueza con la Presidenta. Y le envió señales "explícitas" a través de su círculo más cercano -esto es, su jefe de gabinete, Rodrigo Peñailillo; el director de la Secretaría de Comunicaciones, Juan Carvajal, y la influyente jefa de Programación, María Angélica «Jupi» Alvarez, al menos- de que su situación se estaba tornando insostenible. Estos mensajes, aseguran algunos, no habrían sido transmitidos a la Jefa de Estado.
A ese cuadro que ya era complicado, reclaman los cercanos a Velasco, se sumaron "señales públicas que, en los hechos, lo dejaban como un ministro «desautorizado» y sin poder real". La más contundente para el círculo del ex titular de Interior fue el hecho de que tanto él como el ministro de la Segpres, José Antonio Viera-Gallo -quienes esos días aparecían profusamente en la prensa como candidatos seguros a dejar el gabinete- no fueran invitados al almuerzo de fin de año que sostuvo la Presidenta Bachelet con periodistas y editores de diarios, radios y TV.
Tras evaluar que sus señales de agotamiento en este nuevo cuadro interno no estaban siendo consideradas en las altas esferas de La Moneda -incluida Bachelet- y que su "aislamiento" era el tema de conversación entre los parlamentarios y la prensa, el ex secretario de Estado decidió enviar una señal pública, la misma que recordó anoche al oficializar su dimisión indeclinable. En una entrevista a «La Segunda» dice claramente que "todos en la vida cumplimos etapas y yo estoy tranquilo". A lo cual añadió una cita clave: "he aportado en todo aquello que considero correcto y con apego a valores que no transo". El mensaje, y así admiten en el Ejecutivo haberlo leído, era que él tenía claro que estaba siendo «bypasseado» y que, pese a su irrestricta lealtad a la Concertación y a la Presidenta, estaba en una situación insostenible.
Cuando encaró a Vidal frente a otro ministro
Así, en uno de los comités políticos que siguieron -y con otro ministro del Comité Político como testigo- Belisario encaró a Vidal y lo notificó de que estaba plenamente consciente de lo que de la misma Moneda se le comentaba a la prensa sobre el futuro del gabinete. Y que esas razones habrían trascendido para que él y Viera-Gallo no estuvieran invitados al almuerzo de fin de año de la Presidenta y los medios. "¿Tú cree que a mí me entrevistan los carabineros de la Guardia de Palacio? No, son los mismos periodistas que hablan contigo, que están todos los días en La Moneda", le habría dicho a Vidal, rechazando sus explicaciones.
El golpe final: Su exclusión de la decisión sobre las platas Transantiago
Fue después de Año Nuevo cuando la descomposición de las relaciones internas gatilló la crisis final. El ex jefe de gabinete, aseguran cercanos en la DC, primero esperó que el cambio ministerial fuera en Navidad, luego post Año Nuevo y, cuando aún guardaba esperanzas de que se realizara en los primeros días de enero, vino otra "exclusión" que para él fue "intransable": el miércoles 2 de enero no fue convocado -al igual que Viera-Gallo- a la reunión de la Presidenta con el vocero y los ministros de Hacienda, Andrés Velasco, y de Transportes, René Cortázar, donde se decidió la fórmula para las platas del Transantiago, esto es, un préstamo de US$160 millones de dólares, con el aval de la CORFO.
Para el ex titular de Interior, dicen, esto fue el "golpe final" pues -reclaman- se trataba de un tema de alta sensibilidad personal, pues él -recuerdan- fue el "único ministro que alertó a la Presidenta y se opuso a la puesta en marcha del Transantiago el 10 de febrero de 2007" tal como lo constata el informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados.
Tras la reunión a puertas cerradas donde se cortó el tema y una vez que se había retirado el ministro Cortázar, Belisario simplemente ingresó al encuentro, al igual que Viera-Gallo. Pero sólo les tocó oír el relato final del ministro de Hacienda -«archienemigo» interno de Belisario- sobre la fórmula, pero sin ningún detalle técnico. Cuanto la cita estaba terminando, cuentan, el ex ministro DC -quien ya lleva quince días de petición de audiencia privada con la Presidenta, sin éxito- la tomó del brazo y le señaló con especial énfasis que necesitaba hablar con ella a solas. Pese a la promesa de que sería convocado a su despacho a la brevedad, ello nunca ocurrió.
Y posteriormente vino otro encuentro que sólo agravó las cosas: la reunión del comité político, que él encabezaba, con los presidentes de la Concertación. El primer punto de la tabla era la fórmula de las platas que se acababa de zanjar. Pero como Andrés Velasco aún no se incorporaba a la cita, afirman en los partidos, el resto no era capaz de dar detalles técnicos que simplemente no conocían. Por ello, debieron tratar el tema de la reforma provisional mientras llegaba el jefe de las finanzas a exponer.
Así, llegaron a las dependencias de Interior los lapidarios comentarios que hicieron varios de los dirigentes concertacionistas tras la reunión. Que sólo habían "perdido el tiempo" al juntarse con un "equipo político fantasma, sin poder real"... comentarios que no apuntaban ni a Vidal ni Andrés Velasco, claramente.
Belisario esperó ser convocado al despacho presidencial. Como ello no se producía, él mismo llamó por teléfono al menos cinco veces pidiendo audiencia, pero la Mandataria se había retirado temprano y lo propio hizo él en una clara señal de lo que venía: a las seis de la tarde estaba en su casa.
Sin comprender, aseguran, "cómo el Segundo Piso no alertó de su situación a la Presidenta", Velasco recibió otro balde de agua fría. Se enteró de que existía un cambio de intendentes en curso -de hecho hoy la Presidenta confirmó que le pidió la renuncia a todos los jefes regionales- y que, pese a ser resorte específico de su cartera, éste estaba siendo preparado por el vocero, Francisco Vidal.
Así, ayer insistió con la secretaria de la Jefa de Estado y en la tarde, cuando su situación ya circulaba en el diario electrónico «cambio21», del periodista Oscar Reyes, cercano al «alvearismo», fue llamado a la oficina de la Presidenta.
Tenso diálogo con la Presidenta
El diálogo fue tenso.
Quienes conocen el tenor de la conversación, aseguran que el ex ministro le relató varias de las situaciones anteriormente mencionadas y que lo habían hecho llegar a una situación límite. Tras ello, Belisario le comunicó que presentaba su renuncia y que ella era indeclinable. Este último punto, aseguran en La Moneda, no sólo irritó sino que también "desencajó" a la Jefa de Estado, quien le pidió "10 días" al entonces jefe de gabinete para zanjar quién sería su reemplazante. Pero a esas alturas Velasco ya no estaba dispuesto a esperar más.
Especialmente, cuentan en la DC, porque había sido informado de que el lunes 24 de diciembre, en la reservadísima cita que sostuvo Michelle Bachelet con Soledad Alvear -la misma que anoche fue hasta la casa del saliente ministro-, la timonel DC insistió reiteradamente en que para la dirigencia del partido la carta para Interior era el ex ministro Edmundo Pérez Yoma.
El frustrado intento de Vidal por entrar en la reunión
Otro detalle inédito de los tensos momentos vividos ayer en Palacio es el intento del ministro Vidal de ingresar a la reunión de hora y media entre Velasco y la Presidenta. De hecho, el vocero fue visto subir al segundo piso por la numerosa prensa presente. Sin embargo, consciente de lo violento que ello resultaría, asesores directos de la Presidenta alertaron a Vidal de que no entrara.
Luego de este encuentro, la Mandataria llamó al vocero y, mientras Velasco explicaba a la prensa las razones de su renuncia indeclinable, ambos zanjaron que el ministro del Interior "suplente" sería el hasta entonces subsecretario, Felipe Harboe (PPD). Así, por primera vez en los cuatro gobiernos de la Concertación, se iniciaban las horas en que la DC -que ahora urge a un rápido nombramiento definitivo- no cuenta con ningún ministro político en La Moneda.
Esta mañana, Belisario Velasco volvió a concurrir a La Moneda -de la que salió rumbo a Cachagua entre aplausos y recibiendo un sentido abrazo de Felipe Harboe- para firmar algunos documentos pendientes. Cuentan que los funcionarios de su ex cartera le tenían preparado un almuerzo en el Patio de Los Canelos... Pero que a media mañana llegó una instrucción del Segundo Piso, ordenando que el evento no se realizara. | | | Con la Presidenta no hablaba a solas desde hace un mes. La llegada de Vidal -en la foto el día que juró- empeoró las cosas para Velasco. El ex ministro supo que Alvear abogó ante Bachelet -el 24 de diciembre- por Pérez Yoma para reemplazarlo. De los 539 que estuvo en Interior, sólo 30 fueron en el mismo equipo con Francisco Vidal.
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