El economista y empresario Bernardo Fontaine se muestra tranquilo, aunque cansado. Junto a su hermano, Juan Andrés, el presidente de la Asech, Juan Pablo Sweet, y los senadores de Renovación Nacional lideraron las negociaciones con Hacienda para modificar parte sustantiva de la reforma tributaria.
El ejecutivo destaca que si bien el texto no es el acuerdo perfecto, sí es "sustancialmente mejor" que el presentado por Hacienda el 31 de marzo.
- ¿Con qué sensación se queda?
- El acuerdo es un avance muy significativo. Primero, es muy bueno que haya habido un acuerdo por la reforma, lo que demuestra una madurez política muy importante. Hay que reconocer que hubo un movimiento ciudadano muy potente que buscaba tener una mejor reforma, donde fueron muy importantes las multigremiales, las PYME y los emprendedores, además del consenso técnico de los ex ministros de Hacienda de la Concertación respecto a que la reforma tenía errores técnicos que había que corregir. A esto hay que agregarle la vertiginosa caída en el apoyo de las encuestas a la reforma. Todo eso se sumó al buen criterio del senador Lagos Weber y de la comisión de Hacienda del Senado que se abrió a tener una conversación transparente. También hay que agradecerla la generosidad a la Alianza.
- ¿Lo dejaron tranquilos los términos del acuerdo?
- Esto es una negociación, por lo tanto el acuerdo no es la reforma tributaria perfecta, pero se logra un avance muy significativo y queda una reforma significativamente mejor que la planteada inicialmente. Lo que se ha hecho es reescribir cada uno de los puntos de la reforma. Ahora, eso no quiere decir que no nos hubiera gustado una tasa de Primera Categoría más baja. Nos hubiera gustado que fuera 26% en lugar de 27%. También, nos hubiera gustado que los límites a la reinversión de utilidades en el 14 PYME fuera más generoso, de hasta 10.000 UF. También nos hubiera gustado una devolución de los impuestos que injustamente pagan las cuentas individuales de los afiliados a las AFP, entre otros temas. Pero esto hay que entenderlo como una negociación y es la mejor reforma que se pudo conseguir, lo que no es poco considerando que el gobierno tenía la mayoría de los votos para aprobar la reforma.
- ¿Le parece que la desaceleración y la caída del apoyo a la reforma impulsaron los cambios en el gobierno?
- Me parece que esos dos puntos son muy importantes. Pero también hay otras cosas, como que dentro de la Nueva Mayoría no había un consenso a favor de esta reforma tributaria, con importantes críticas de ex ministros de Hacienda y ex directores de Impuestos Internos. Además, la opinión pública valora mucho tener reformas consensuadas, valora las transformaciones paulatinas y no valora las aplanadoras, las retroexcavadoras ni la maquinaria pesada. El gobierno, en definitiva, entendió el mensaje y resolvió que era mejor una reforma con un apoyo transversal.
- Han surgido críticas de que el alza del Impuesto de Primera Categoría dejaría a Chile sobre el promedio de la OCDE. ¿Era ese un punto que había que ceder?
- La posición de la mesa técnica -apoyada por los senadores de RN- era que el impuesto no podía subir más allá de 26%. Estábamos conscientes de que subir de 20% a 25% ya era un alza importante y, por tanto, cualquier adicional no era de nuestro agrado. Lo que pasa es que había que lograr un acuerdo y, por otra parte, si no se subía el impuesto, no daba la recaudación esperada por el gobierno. Por eso no hubo más remedio que aceptar el 27%.
- ¿Qué otro punto les dolió ceder?
- Nos hubiera gustado que el crédito de primera categoría hubiera sido por hasta 100% y no 65%, que fuera plenamente integrado y no parcialmente, pero eso fue lo que se pudo transar porque si no, no se lograba la suficiente recaudación.
- Hay críticas que dicen que la existencia de la renta atribuida voluntaria con el sistema parcialmente integrado complejiza el sistema.
- El sistema de renta atribuida percibida con integración parcial es muy parecido al sistema actual, no hay mayor complejidad. En el otro sistema, la renta atribuida sabemos que tiene problemas, pero como es una alternativa, al menos eso disminuye sus riesgos asociados. Pero la verdad, hubiésemos preferido no tener renta atribuida. Esa fue una condición de la negociación por parte del gobierno. Ahora, al ser optativa puede haber algunos contribuyentes para los cuales la renta atribuida sea mejor, por ejemplo para quienes retiran la totalidad de sus utilidades.
- ¿En qué otros puntos hubo mucho tira y afloja?
- Los puntos más difíciles fueron el Impuesto de Primera Categoría. El gobierno quería subirla a 30%, nosotros queríamos 25% y se fijó en 27%. Por otra parte, fijar los límites para el 14 PYME y el beneficio de reinversión de utilidades. Queríamos dejarlo en 10.000 UF, pero finalmente quedó en 4.000 UF, a pesar de que el gobierno quería 2.500 UF. También tensionó la negociación que la renta atribuida fuera voluntaria.
- ¿Se resguarda que no haya efecto en el ahorro y la inversión?
- Esta reforma es sustancialmente mejor que la presentada por el Ejecutivo. Ahora, no es la reforma ideal e igual va a tener efectos sobre el ahorro y el empleo, pero menor que el efecto que tendría la reforma original.
- ¿Quedaron temas pendientes?
- Sí, hay temas pendientes. Queda aún pendiente la redacción específica de las normas, que es un trabajo de detalle no menor.
Claudio Agostini, Académico de la Universidad Adolfo Ibáñez: "Están todos felices porque los grupos
de interés consiguieron lo que querían"
POR CARLOS ALONSO M.
Sin la presencia mediática que durante las últimas semanas adquirieron otros economistas, una voz autorizada para hablar de impuestos es el académico de la universidad Adolfo Ibáñez, Claudio Agostini. "Me parece un muy mal acuerdo y, por eso, entiendo que están todos felices, porque todos los grupos de interés consiguieron lo que querían", indicó el experto.
- ¿Qué le parecieron los cambios que el gobierno introdujo a la reforma tributaria?
- Hay cambios importantes, pero en el sentido contrario. Por ejemplo, la renta presunta en Chile es un mecanismo de elusión grande. Hay pocas cosas a las que tenemos datos y en estas sí las hay. La presentación que hizo la SNA a la comisión de Hacienda del Senado es una verdad a medias, ya que dicen que el 99% de las empresas agrícolas son pymes, pero cuando uno mira detrás de esos números, las utilidades de esas pymes con renta presunta, el 86% pertenecen al 8% más rico de Chile. Son pymes, pero de los más ricos que utilizan este mecanismo para pagar menos impuestos. Cuando esta reforma se pensó era para evitar la elusión y avanzar en un sistema equitativo; esto va en el sentido contrario.
- ¿Qué opinión le merece los cambios al corazón de la reforma tributaria?
- Me pareció extraña la solución. Esta reforma en su diseño tenía dos problemas: no generaba incentivos al ahorro y la inversión, y lo otro, la implementación del 10% de retención generaba problemas de implementación. En ese sentido, que se eliminara el 10% de retención me parece que va en la dirección correcta. Ahora, si uno quiere poner incentivos al ahorro y la inversión, sigo creyendo que la depreciación instantánea es un buen mecanismo junto con establecer una tasa de interés ficticia para las utilidades reinvertidas también es un buen mecanismo. Esta probado en otros países, ya que es más fácil de aplicar.
- ¿La aplicación de una tasa diferenciada para las utilidades retiradas con las reinvertidas y la renta atribuida voluntaria no van en la dirección correcta?
- El principio general es que los sistemas tributarios deben ser simples. Y en la forma de solucionar lo que tenía malo, lo soluciona algo, pero había mejores formas de cambiarlo. No me gusta esto de ir generado más regímenes tributarios especiales, ya que lo más razonable es tener un régimen simplificado para las pymes, pero para hacerles más fácil la vida, pero no para que paguen menos impuestos los que tienen que pagar más.
- ¿La reforma no avanza en la dirección de la equidad tributaria?
- No, más bien en los puntos sobre renta presunta y el artículo 14 bis, la reforma no avanza en el sentido de mayor equidad que se buscaba en un comienzo.
- En síntesis, ¿cómo define el acuerdo firmado el martes, por todos los partidos políticos?
- Me parece un muy mal acuerdo. Por ello, entiendo que están todos felices porque responde los grupos de interés -que presionaron durante el debate- consiguieron lo que querían. Yo estoy a favor de los acuerdos, sin ninguna duda eso es algo bueno para el país, en lograr un consenso amplio para la estructura tributaria, pero si la forma de llegar a este acuerdo es decirle que sí a todos -y a cada uno de los grupos de interés que tiene una petición-, es un mal acuerdo.