La Crisis llama a la puerta en Berlín
La incertidumbre en la euro zona y la vulnerabilidad de la banca germana, producen la primera rebaja de la calificación de Alemania por la agencia Moody´s
Economía | 25/07/2012 - 09:14h
Berlín juega a la baja la primera rebaja de calificación de su triple A, junto con Holanda y Luxemburgo, decidida por la agencia de calificación Moody´s. El ministerio de finanzas dice que Alemania sigue siendo "puerto seguro" y "anclaje" de la euro zona y que los riesgos citados por la agencia ni son nuevos, ni tienen en cuenta las "perspectivas de estabilidad a largo plazo".
Pese al "no pasa nada", el hecho es que la crisis está llamando a la puerta de Berlín. Se cumple así una verdad largamente profetizada: la de que en una unión monetaria en la que bancos riesgos y comercios están íntimamente ligados, las turbulencias de toda la unión en su periferia se acaban manifestando también en el centro.
Moody´s ha bajado su triple A de "estable" a "negativa", un pequeño pero significativo cambio. El razonamiento de la agencia es claro: la "creciente incertidumbre" ligada a una mayor posibilidad de salida griega del euro, los "impactos" que ello tendría en países como España e Italia, y la "vulnerabilidad del sistema bancario alemán" a ese riesgo. Alemania tiene 2,79 billones de euros en créditos contraídos con sus dieciséis socios de la eurozona, según los últimos datos del Bundesbank de finales de 2011.
De ellos, 777.000 millones en los países "problemáticos" (Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España). Más de un billón y medio corresponde a créditos de empresas privadas y particulares. En su último informe el comité independiente de "cinco sabios" que asesora al gobierno alemán advierte de que el "shock de incertidumbre" creado por una ruptura de la moneda única ralentizaría un 5% la economía germana y daría paso a una caída de las exportaciones a largo plazo, consecuencia de la prevista revalorización del 30% del marco alemán.
El informe advierte de que "cuando se habla cada vez más y por doquier de una ruptura del euro, e incluso se amenaza con ello sin rodeos, no es posible que los planes de ajuste a largo plazo sean creíbles o que sirvan para recuperar la confianza de los mercados". Por todo ello, los cinco sabios insisten en su propuesta de un "pacto de amortización de la deuda" basado en un fondo de amortización limitado en el tiempo (25 años) y en su volumen (la deuda que exceda del 60%), además del Pacto Fiscal y de la regulación de las insolvencias de Estados una vez el fondo de amortización reduzca sus deudas.
La economía alemana se ha enfriado en el segundo trimestre del año y conocerá un "desarrollo moderado del PIB" en el resto del año, señala vagamente el ministerio de economía alemán en su último informe mensual. Los medios de comunicación no dramatizan el asunto, pero no hay día sin anuncio de cierre, quiebra, despido o reducción de plantillas. La serie de empresas quebradas entre enero y julio es notable y afecta a más de 150.000 trabajadores, el doble que el año pasado. Insolvencias en la cadena de droguerías Schlecker, con 25.000 trabajadores, y en su homóloga Ihr Platz, en la empresa de venta por correspondencia Neckermann, con 2400 empleados, reestructuraciones a la vista en el fabricante de camiones Iveco, en los supermercados Karstadt, en el coloso energético RWE, primer emisor europeo de CO2, y en Deutsche Telekom. Problemas pendientes en la enfermedad de Opel, reducción de plantilla en el segundo canal de televisión, ZDF, incertidumbre en el sector del automóvil y hasta en el gigante del acero Thyssen Krupp.
Algunos obervadores temen que sea sólo el principio. No se trata sólo de la contagiosa recesión en del sur de Europa que la austeridad agrava. También China, Estados Unidos, Rusia, la Europa del Este lanzan señales de frenado, cada cual con su particularidad, pero todas interrelacionadas. China ha registrado su más baja cifra de crecimiento, 7,6% en tres años. La eurocrisis afecta a sus exportaciones, mientras su burbuja inmobiliaria, la mayor del mundo, admite todas las apuestas.
En Rusia el gigante Gazprom, que proporciona el 20% del presupuesto nacional, está exportando menos gas a Europa. Hasta en Polonia, alumno modelo, hay indicios de enfriamiento. Muchos de esos mercados compensaron hasta ahora la caída de la exportación alemana en el Sur de Europa. Ahora ese recurso se tambalea y la crisis llama a la puerta en Berlín. "La eurocrisis está afectando a Alemania", constata el instituto alemán de investigaciones económicas (DIW). "La fase de incertidumbre ya ha comenzado, tarde o temprano vamos a sentir la crisis", dice Martin Kannegiesser, presidente de la patronal metalúrgica. Si esa es la perspectiva, hay que preguntarse qué consecuencias políticas tendrá para Europa. La más clara es la de una creciente imprevisibilidad política en la primera economía europea. Hay una nueva ambigüedad en el discurso de Merkel. En Berlín se habla de "límites".
En su tradicional entrevista del verano al segundo canal de televisión la canciller dijo el 15 de julio que, "las fuerzas de Alemania no son ilimitadas". Era la cuarta vez que Merkel repetía esa frase desde que la estrenó el 14 de junio ante el Bundestag. Suena a preparativo, pero ¿de qué? La opinión mayoritaria es que Alemania necesita el euro, pero los últimos dos años de política europea sugieren que no siempre se abre paso lo más racional "El proyecto europeo aún no está construido de tal manera que podamos estar seguros de que todo va a funcionar bien", dijo el miércoles la canciller. ¿Por qué no una Liga Norte, un euro plus con los países del norte de calificación triple A? Alemania está mucho mejor que sus vecinos del sur, pero su éxito de los últimos diez años fue empresarial y de la franja más rica de la sociedad, no de la mayoría.
Su desempleo es bajo, por debajo del 7%, pero tiene un millón de parados barridos por la estadística debajo de la alfombra. Una cuarta parte de sus empleados pertenece al nivel de salarios bajos. Hay siete millones de personas recibiendo el subsidio social, incluidos dos millones de niños y adolescentes y muchos "pobres con trabajo". La brecha social se amplía: si entre 2000 y 2010 los salarios netos cayeron un 1,7%, los ingresos empresariales y patrimoniales aumentaron un 38%. En tejidos sociales mucho más precarios como los de la Europa meridional ese recetario conduce al infierno, como muestra Grecia, pero esa es la solución que Alemania exporta.
Políticos, medios de comunicación y una particular fe del público en la leyenda de una Alemania sin responsabilidades e inmune a la crisis porque ya hizo los deberes, han creado aquí una verdadera mentalidad nacional muy difícil de alterar. "¿Empuja Europa a Alemania hacia el abismo?", se pregunta en su titular sobre la rebaja de Moody´s el diario Bild. "Hay un consenso entre el gobierno, la opinión pública y casi todos los medios de comunicación, hasta el punto de que la oposición ya no se atreve a oponerse", dice el escritor austriaco Robert Misik. "No es de extrañar que en ese ambiente de embriaguez nacional del "nosotros contra los que quieren nuestro dinero", los políticos que deseen ser elegidos o reelegidos, no se desvíen ni un milímetro de ese tópico". Una marcha atrás equivaldría al suicidio político de Merkel, porque habría que reconocer que el gran éxito empresarial y exportador alemán de los últimos diez o quince años jugó un papel central en la crisis del euro y forma parte del fracaso general.
Eso es mucho más amargo que reconocer la criminal necedad del ladrillo en España, que también está por reconocer. La canciller, dicen en el ministerio de exteriores, no puede hacer "más concesiones" como las de la última cumbre de Bruselas. La opinión pública alemana, el tribunal constitucional y hasta su propio partido, "no lo entenderían", dicen. Para que se entendiera habría que explicar que esta crisis no fue de deuda, sino sistémica, y tiene poco que ver con conductas de países y mucho con un sistema financiero, internacional e interrelacionado.
Con las elecciones generales en otoño de 2013, reconocerlo sería fatal para Merkel y no va a ocurrir. La tentación de continuar tensando la cuerda hasta entonces mientras la periferia europea se desmorona, va a ser irresistible para la canciller, por lo que hay que prepararse para una Alemania imprevisible.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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