Alfredo Jocelyn-HoltEl polémico historiador anda con cuerda. Califica a este gobierno como “el más nepotista de la historia”, acusa a Cuadra de maquiavélico y advierte que una Michelle Bachelet débil podría terminar cogobernando con los militares.
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“¡Qué horror!”, exclama Alfredo Jocelyn-Holt al ver que en la reja de su casa alguien colgó un afiche que llama a votar por Soledad Alvear para senadora. Expresiones parecidas son las que tiene para la gran mayoría de los integrantes de la fauna pública a la que él goza desmenuzando sin piedad. La lista es larga, desde Michelle Bachelet y Ricardo Lagos, hasta su hermano Tomás, aunque frente a él es el único con el que le resulta morderse un poco la lengua, “porque la mamá sufre mucho al verlos pelear”, comenta un conocido de ambos. Tampoco se salvan dos personajes a los que, hasta hace algún tiempo, alababa públicamente: Carlos Peña y Francisco Javier Cuadra, máximos directivos de la Universidad Diego Portales. Con ambos acaba de protagonizar una airada disputa académica que terminó con su salida de esa universidad después de más de 20 años. “El principal motivo de mi salida fue la decisión, absolutamente descriteriada, de la universidad de cerrar la Facultad de Humanidades, y como yo dirigía un instituto de estudios humanísticos vinculado a ella, eso significó el aborto de dos grandes proyectos académicos a los que yo apostaba fuertemente. Si un hecho de esa gravedad hubiese sucedido en una universidad pública, se habría generado un gran escándalo, pero como ocurrió en una universidad privada, pasó inadvertido”, explica molesto.
–Pero también usted tuvo roces con el rector de la universidad, Francisco Javier Cuadra. –Sí. Cuadra ha ido concentrando un enorme poder y escalando muy silenciosamente. El es muy maquiavélico y frío y si bien yo lo respaldé cuando llegó a la rectoría, porque pensaba que había que darle una segunda oportunidad, me equivoqué. Sin embargo, él todavía perpetúa lógicas de la dictadura: ha eliminado a toda persona que disiente de su pensamiento y ha generado un ambiente de temor. ¡Si hasta hay cámaras de seguridad y muchos académicos temen hablar por teléfono de red fija porque pueden estar pinchados! Incluso, se dice que Cuadra anda con guardaespaldas, no se sabe cuántos son ni quién los paga. No me imagino a Andrés Bello con guardaespaldas. Todo esto es lamentable, la universidad debe ser el culto a la razón y no a la fuerza.
–¿Por qué dice que es “maquiavélico y frío”?–El mismo se ha ufanado de ser el discípulo predilecto del general Pinochet. Cuadra se maquilla y cambia de peinado para parecer diferente. El es un gran manejador de su propia imagen y no tiene trayectoria académica ni ha hecho una contribución cultural al país. Recordemos que incluso estuvo preso por hacer acusaciones sin fundamentos en contra de los parlamentarios. En la Portales, Cuadra encontró un nicho de poder.
–¿Le hace mal a una universidad tener un rector así?–Muchos analistas han dicho que no es posible que figuras tan directamente ligadas a la dictadura como Sergio Diez y Jovino Novoa dirijan a RN y la UDI, lo mismo es válido para una universidad. Durante este conflicto me sentí viviendo en un autoritarismo que me recordaba a los peores momentos de la Colonia Dignidad y hasta había un “Tío Permanente”.
–¿Cuadra?–Eso lo dijiste tú (ríe). Al “Tío Permanente” también en ciertos momentos se lo quiere, hasta que uno dice: “¡Ay, hasta aquí no más!”.
–¿La misma opinión tiene con respecto al vicerrector de esa universidad, el analista Carlos Peña, quien fue su amigo? –A estas alturas, Peña está totalmente cooptado por Cuadra. Yo lo conozco hace muchos años y se me ha ido cayendo… hace algún tiempo dio una entrevista y mintió al decir que nunca había sido marxista. No sé si el vicerrector académico de una universidad puede mentir tan evidentemente. El ha tenido una trayectoria errática: yo lo conocí como marxista y hoy ya es un neoliberal versión Tironi.
–¿Cree que está sobrevalorado? –En sus columnas de opinión, Carlos tiene una soberbia racionalista que muchas veces no se compadece con el hecho de que un hombre ilustrado debe ser más tolerante. A mí me gustaría que los directivos de una universidad, sin necesariamente ser grandes lumbreras, manifiesten su compromiso intelectual escribiendo libros y no sólo columnas. El todavía tiene que demostrar su profundidad intelectual y hacer una contribución mayor y yo creo que es capaz. Peña es un símbolo de un Chile resentido en un mundo cada vez más democrático. El una vez cuestionó un proyecto académico mío diciendo que era aristocratizante y yo le contesté que, al contrario, era meritocrático, y que si alguien debería saber de meritocracia es él. Considerando sus orígenes y hasta dónde ha llegado…
–Algunos afirman que estas peleas sólo confirman su fama de conflictivo y francotirador. Usted también se peleó con las autoridades de la Universidad de Santiago, donde hacía clases, y ha tenido públicas diferencias con muchos de sus ex amigos.–En todos estos casos hay un denominador común: yo creo que tanto las universidades públicas como privadas se están transformando en empresas mercantiles. Yo soy un intelectual crítico que hace públicos sus cuestionamientos y que es escuchado. Sin embargo, dentro del consensualismo propio de nuestra transición, se castiga las voces más críticas. No soy un francotirador, ya que mis críticas no son erráticas ni a mansalva. En cuanto a ser conflictivo, esa denominación se ha convertido en un eufemismo para denominar a alguien que no es orgánicamente operativo.
¿Lagos reo?–Usted ha sido muy crítico del Presidente Ricardo Lagos: en el 2003 dijo que, en la práctica, él había renunciado y que no gobernaba. También que era débil y que su administración podría terminar como la de De la Rúa y Alfonsín en Argentina. Considerando el alto respaldo que tiene Lagos hoy, ¿usted se equivocó?
–No creo que me haya equivocado; Lagos tiene un repunte gracias a circunstancias como el precio del cobre y los beneficios de los tratados económicos firmados antes de que él llegara al poder. En cuanto a las encuestas, son un método muy subjetivo y débil y, fundamentalmente, un medio de marketing.
–¿Es falsa la imagen que Lagos lo ha hecho tan bien?–Lagos gobierna a través de la televisión y de “cuñas”. El se vanagloria de su absolutismo: dice que las instituciones funcionan pero, al mismo tiempo, es el primero en objetar que se transparenten las acciones de sus familiares o de su gestión en el MOP.
“Reconozcamos que el señor Lagos pudo sobrevivir gracias a un acuerdo con Pablo Longueira. Esto, además, le permitió ahondar su relación con la empresa privada, especialmente con los bancos. Por eso el señor Somerville dice que los empresarios no sólo quieren, sino que ¡aman! a Lagos. Si hasta le están buscando una pega y ésta no sería la primera vez que ocurre, porque Gabriel González Videla, al terminar su gobierno, fue presidente del Banco Francés Italiano. Esto demuestra que, desde el punto de vista histórico, Lagos nunca dejó de ser un radical que se pega grandes volteretas. El representa a la izquierda y termina siendo un presidente de los banqueros, es decir, un González Videla cualquiera.
–¿Cómo será recordado Lagos?–Me gustaría saber qué pasará con Lagos después del 11 de marzo. Una vez despojado de sus insignias de mando, Lagos podría ser encargado reo por la jueza Chevesich y llevado a hacerse responsable de actos que se remontan a hechos de su gestión en el MOP y de su campaña. Este ha sido el gobierno más nepotista de la historia y Lagos ha embarrado las instituciones públicas.
“Bachelet cogobernaría con los militares” –¿Cómo fue su balance de su altercado con Michelle Bachelet?–La reacción, como todo lo que ocurre con los medios, fue absolutamente desproporcionada. A mí nadie me agredió en la calle; al contrario, muchos me felicitaron. Ese no fue un altercado, yo no la interrumpí ni le di motivos para que le tiritara la pera al responderme. Fue una dura, pero simple pregunta. Estoy seguro de que si se le hicieran otras cinco interrogantes como ésa, Bachelet no hubiera sido proclamada candidata. Pero eso se paró y se fabricó un efecto para proteger a Bachelet quien, injustificadamente, se quebró. Treinta segundos más, y el vaso de agua no hubiera sido suficiente. Como vamos, la próxima candidata de la Concertación será la Vivi Kreutzberger.
–Otro quien lo criticó duro fue su hermano Tomás. Dijo que usted era errático en sus apoyos y que buscaba figurar.–Nunca he buscado el lucimiento personal, yo escribo libros, lo que no sirve mucho para lucirse. No soy político ni aparezco en las páginas sociales. Sólo trato de hacer una contribución intelectual a Chile.
–¿Las críticas de su hermano son las que más duelen?–Las únicas que me pueden afectar son las que tienen fundamentos y éste no es el caso.
–¿Qué le parece verlo como uno de los asesores principales de Bachelet?–No le sigo la pista.
–¿Sería un peligro para Chile que Bachelet sea Presidenta?–Siempre hay un peligro en los presidentes de la República, especialmente cuando el Ejecutivo es muy poderoso. El hecho de que Bachelet, junto con heredar la premisa de “el Estado soy yo” y la egolatría de Lagos, gobierne con grupos políticos sin mayor diferenciación, con el Parlamento más débil de nuestra historia y vinculada a los militares, justifica el temor de que el mundo plural que es Chile no está debidamente representado. Yo me pregunto si la señora Bachelet tiene las faldas adecuadas para gobernar, porque, de que se viste de pantalones, no cabe la menor duda.
–¿Cree que ella no está a la altura del cargo de Presidenta?–No sería el primer Presidente que no está a la altura del cargo. Ya lo vimos en el caso de González Videla… Michelle Bachelet es un producto mediático con poca historia, aparte de su historia personal que la vincula a la familia militar. Yo acabo de llegar de Punta Arenas y todos dicen allá que Sergio Fernández no será elegido senador, porque no tendrá el voto militar. Por otra parte, el general Villarroel ha asegurado que éstos son más de 800 mil.
–¿El voto militar será para Michelle Bachelet?–La lógica dice que los militares han vuelto a su carril de izquierda y han dejado el pinochetismo. Cheyre puede haber dado las órdenes del caso (ríe).
–Usted ha dicho que, siguiendo los ciclos matemáticos de la historia de Chile, en alrededor de cinco años más podría haber un nuevo golpe de Estado, fecha que justo coincide con el fin de un eventual gobierno de Bachelet. –Se puede dar un escenario de esa índole. Si ella es una Presidenta débil, la economía anda mal, hay problemas en el vecindario y se quiebra la Concertación, podríamos estar en un escenario de intervención militar. Lo que no significa que se tomen el poder, sino que pueden ser llamados a integrar gabinete como lo hizo Allende el ’72. En ese escenario, Bachelet podría terminar cogobernando con los militares.
Juan Cristóbal VillalobosFotos: Ronny Belmar
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