Quién quiere ser millonario
Joe Black
“Mire, todavía no tengo una idea completamente formada, pero al menos me pareció sincero”, le respondí, tirando la pelota para el corner. Mal que mal, era feriado y no estaba en mi ánimo hacer ciencias políticas en mis pocos ratos de ocio. “¿Cómo que ‘sincero’? Lo que más tenía ese discurso era ‘ceros’. ¿No ve que solamente se dedicó a repartir plata? Así es refácil. Arreglar los problemas con plata no cuesta nada”, agregó. “Veo que a usted no le gusta mucho el Gobierno”, comenté, ya un poco más involucrado en la conversación.
“No se trata de eso. Lo que pasa es que da rabia que hablen de millones y millones y las cosas sigan igual. Yo, por ejemplo, estoy totalmente jodido de plata. Y miro como gato a la carnicería la repartija de millones. Con mi señora, que es quien más sufre mi pobreza, quedamos indignados después de escuchar el discurso”, me confesó.
“Ah, usted es casado”, comenté yo, para tratar de cambiar el tema, porque las cosas se estaban avinagrando. “Claro. Nos casamos hace un año... por el arroz. No teníamos nada que comer en esa época. Para el aniversario le regalé unos aros... de cebolla, para no llegar con las manos vacías. El otro día un amigo llegó a mi casa y apagó un cigarro que se consumía en el cenicero del living. ‘¡Quién apagó la calefacción!’, gritó mi señora desde la pieza. Así de dramática es mi situación. No tengo ni uno. El otro día un pasajero me trató pésimo, me insultó, y yo ni pude pagarle con la misma moneda. Durante semanas no pude usar el taxi porque no tenía plata para la bencina. Entonces iba caminando por la calle, con un solo zapato, y un tipo me grita ‘¡señor, perdió un zapato!”; ‘¡no, acabo de encontrar uno!’, le respondí. ¿Entiende ahora lo que le digo? ¿Comprende por qué me enfurece que se llenen la boca con el dinero que están regalando? ¿Qué me importa el superávit fiscal? El único fiscal que conozco es el que me anda buscando para que pague mis deudas”.
Me bajé del taxi viendo el mundo desde otra perspectiva. ¡Cuánta razón les encontré a aquellos que dicen que llegó la hora de que el dinero salga de la política! En mi pueblo decían que no se debe contar plata delante de los pobres.
Pero eso era antes. Hace mucho tiempo.Es divertido ver cómo después del mensaje del 21 de mayo varios ministros, senadores y diputados de la Concertación, e incluso la propia Presidenta en el mensaje, han insistido en que el dinero debe estar fuera de la política.Para su cumpleaños le regalé aros... de cebolla.No casamos para poder juntar arroz.
El banco me dijo que le mandara de vuelta la agenda que me regalaron para Navidad. No me dan cheques, me dan esos vales color café de kermesse escolar.
Una persona me vio pateando un tarro en la calle y me preguntó ¿qué está haciendo? Nada, sólo cambiándome de casa.Alguien me ofendió, y no puedo ni siquiera pagarle con la misma moneda.
Un amigo llegó a mi casa y apagó un cigarro que se consumía en el cenicero. ¿Quién apagó la calefacción?, gritaron desde la cocina.Iba caminando por la calle con un zapato. Alquien me dijo: Oiga, ¿se le perdió un zapato? No, encontré uno.
Posteado por El Mercurio a las 07:35 AM