En 1967 EE.UU. y Chile anunciaron instalación de nuevo telescopio en Chile
(Se ubicaría en el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo) (833)
Washington - Durante el siglo XIX los observatorios más importantes del mundo en Europa y Estados Unidos comenzaron a enviar las llamadas "expediciones astronómicas" al hemisferio sur. Importantes objetos astronómicos, tales como el centro de nuestra galaxia, los sectores más poblados de la vía láctea, como el Brazo de Carina, y dos galaxias vecinas, las nubes de Magallanes (grande y pequeña), se encuentran en el hemisferio sur, por lo que astrónomos de América del Norte y Europa han tenido que desplazarse a este hemisferio para estudiarlos.
Chile fue el país preferido para estas expediciones, especialmente las de Estados Unidos. El primer astrónomo científico que llegó a Chile fue el estadounidense James M. Gilliss, un oficial de la Armada que diseñó y equipó el primer observatorio de la Armada de Estados Unidos, y que en 1847 instaló un observatorio en el Cerro Santa Lucía, de Santiago. Los equipos que esta expedición dejó atrás, formaron la base de lo que se convertiría en el Observatorio Astronómico Nacional, un organismo dependiente de la Universidad de Chile.
En 1903 una expedición del Observatorio Lick en California erigió un telescopio reflectante en el Cerro San Cristóbal que durante 25 años fotografió más de 10.000 espectros estelares. Medidas del Doppler que muestran estos espectros y conjuntos de espectros similares procedentes de las estrellas del hemisferio norte fotografiados en Estados Unidos dieron pie a la primera determinación fidedigna del modo en que el Sol y su familia de planetas se mueven entre las estrellas. El telescopio de San Cristóbal todavía lo utiliza la Universidad Católica de Chile.
A mediados del siglo XX, astrónomos chilenos convencieron a sus colegas estadounidenses y europeos de las ventajas que tenía el desierto de Atacama en Chile para la astronomía. Allí podrían encontrar la claridad de los cielos y el aislamiento que necesitaban, además de un país con una infraestructura en desarrollo, cierta estabilidad política y un pueblo amable y hospitalario.
En 1958 el director del Observatorio Astronómico Nacional, operado por la Universidad de Chile, el profesor Federico Rutlant visitó Estados Unidos, donde conoció al astrónomo holandés-estadounidense Gerard P. Kuiper del Observatorio de Yerkes de la Universidad de Chicago, con quién acordó estudiar la colaboración con la Universidad de Chile para la construcción de un observatorio en Chile. Al año siguiente, Kuiper visitó Chile para cimentar la colaboración académica. Investigaciones posteriores señalaron las ventajas de algunos cerros cercanos a Vicuña, especialmente el Cerro Tololo, una cumbre de 2.200 metros, en la IV Región de Coquimbo. En 1962, se decidió instalar el nuevo observatorio en el Cerro Tololo y llamarle el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo.
Después de que Kuiper se trasladara a la Universidad de Arizona en 1960, la Universidad de Chicago solicitó que la Asociación de Universidades para la Investigación de la Astronomía (AURA) asumiera la responsabilidad del proyecto. A instancias de la Fundación Nacional para la Ciencia, la junta directiva de AURA accedió y en el primer año sus patrocinadores fueron las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, y más tarde la Fundación Nacional para la Ciencia. A esto le siguió un acuerdo de cooperación entre AURA y la Universidad de Chile en la instalación del observatorio. El papel que desempeñó la Universidad de Chile en el establecimiento del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo (CTIO) no puede destacarse lo suficiente. La idea original surgió en la Universidad de Chile, las inspecciones de los sitios para su ubicación estuvieron a cargo del personal de la Universidad de Chile y la Universidad de Chile logró que el observatorio obtuviera del gobierno chileno los diversos beneficios de importación libre de tasas y exención de impuestos de que el observatorio todavía disfruta.
En enero de 1963, con el patrocinio de la Universidad de Chile, el Congreso de Chile aprobó y el presidente Alessandri sancionó como ley, un decreto que permitía que AURA realizara importaciones directas libres de tasas. Además, en 1968 el gobierno chileno, entonces dirigido por el presidente Frei, hizo extensivos a AURA los derechos y privilegios de que disfrutaban los empleados extranjeros de las oficinas de las Naciones Unidas en Santiago.
En años posteriores se ubicaron varios telescopios en CTIO con el apoyo de la Fundación Nacional para la Ciencia y de universidades estadounidenses. Con una contribución de cinco millones de dólares de la Fundación Ford y una subvención por igual cantidad de la Fundación Nacional para la Ciencia, comenzaron en 1966 los preparativos para instalar un telescopio de cuatro metros de longitud que sería el mayor en el hemisferio sur. El 14 de abril de 1967, mientras asistían a la Conferencia Interamericana en Punta del Este (Uruguay), los presidentes Lyndon Johnson y Eduardo Frei anunciaron conjuntamente la noticia de esta nueva instalación. El telescopio comenzó a operar en 1975 y ha recibido a cientos de científicos de todo el mundo que lo han visitado desde entonces. En 1995 fue rebautizado el Telescopio Víctor M. Blanco, en honor del astrónomo estadounidense de origen puertorriqueño que fuera el segundo director del CTIO. Hoy día se le conoce como el "Blanco 4m".
(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/esp )
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(Se ubicaría en el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo) (833)
Washington - Durante el siglo XIX los observatorios más importantes del mundo en Europa y Estados Unidos comenzaron a enviar las llamadas "expediciones astronómicas" al hemisferio sur. Importantes objetos astronómicos, tales como el centro de nuestra galaxia, los sectores más poblados de la vía láctea, como el Brazo de Carina, y dos galaxias vecinas, las nubes de Magallanes (grande y pequeña), se encuentran en el hemisferio sur, por lo que astrónomos de América del Norte y Europa han tenido que desplazarse a este hemisferio para estudiarlos.
Chile fue el país preferido para estas expediciones, especialmente las de Estados Unidos. El primer astrónomo científico que llegó a Chile fue el estadounidense James M. Gilliss, un oficial de la Armada que diseñó y equipó el primer observatorio de la Armada de Estados Unidos, y que en 1847 instaló un observatorio en el Cerro Santa Lucía, de Santiago. Los equipos que esta expedición dejó atrás, formaron la base de lo que se convertiría en el Observatorio Astronómico Nacional, un organismo dependiente de la Universidad de Chile.
En 1903 una expedición del Observatorio Lick en California erigió un telescopio reflectante en el Cerro San Cristóbal que durante 25 años fotografió más de 10.000 espectros estelares. Medidas del Doppler que muestran estos espectros y conjuntos de espectros similares procedentes de las estrellas del hemisferio norte fotografiados en Estados Unidos dieron pie a la primera determinación fidedigna del modo en que el Sol y su familia de planetas se mueven entre las estrellas. El telescopio de San Cristóbal todavía lo utiliza la Universidad Católica de Chile.
A mediados del siglo XX, astrónomos chilenos convencieron a sus colegas estadounidenses y europeos de las ventajas que tenía el desierto de Atacama en Chile para la astronomía. Allí podrían encontrar la claridad de los cielos y el aislamiento que necesitaban, además de un país con una infraestructura en desarrollo, cierta estabilidad política y un pueblo amable y hospitalario.
En 1958 el director del Observatorio Astronómico Nacional, operado por la Universidad de Chile, el profesor Federico Rutlant visitó Estados Unidos, donde conoció al astrónomo holandés-estadounidense Gerard P. Kuiper del Observatorio de Yerkes de la Universidad de Chicago, con quién acordó estudiar la colaboración con la Universidad de Chile para la construcción de un observatorio en Chile. Al año siguiente, Kuiper visitó Chile para cimentar la colaboración académica. Investigaciones posteriores señalaron las ventajas de algunos cerros cercanos a Vicuña, especialmente el Cerro Tololo, una cumbre de 2.200 metros, en la IV Región de Coquimbo. En 1962, se decidió instalar el nuevo observatorio en el Cerro Tololo y llamarle el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo.
Después de que Kuiper se trasladara a la Universidad de Arizona en 1960, la Universidad de Chicago solicitó que la Asociación de Universidades para la Investigación de la Astronomía (AURA) asumiera la responsabilidad del proyecto. A instancias de la Fundación Nacional para la Ciencia, la junta directiva de AURA accedió y en el primer año sus patrocinadores fueron las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, y más tarde la Fundación Nacional para la Ciencia. A esto le siguió un acuerdo de cooperación entre AURA y la Universidad de Chile en la instalación del observatorio. El papel que desempeñó la Universidad de Chile en el establecimiento del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo (CTIO) no puede destacarse lo suficiente. La idea original surgió en la Universidad de Chile, las inspecciones de los sitios para su ubicación estuvieron a cargo del personal de la Universidad de Chile y la Universidad de Chile logró que el observatorio obtuviera del gobierno chileno los diversos beneficios de importación libre de tasas y exención de impuestos de que el observatorio todavía disfruta.
En enero de 1963, con el patrocinio de la Universidad de Chile, el Congreso de Chile aprobó y el presidente Alessandri sancionó como ley, un decreto que permitía que AURA realizara importaciones directas libres de tasas. Además, en 1968 el gobierno chileno, entonces dirigido por el presidente Frei, hizo extensivos a AURA los derechos y privilegios de que disfrutaban los empleados extranjeros de las oficinas de las Naciones Unidas en Santiago.
En años posteriores se ubicaron varios telescopios en CTIO con el apoyo de la Fundación Nacional para la Ciencia y de universidades estadounidenses. Con una contribución de cinco millones de dólares de la Fundación Ford y una subvención por igual cantidad de la Fundación Nacional para la Ciencia, comenzaron en 1966 los preparativos para instalar un telescopio de cuatro metros de longitud que sería el mayor en el hemisferio sur. El 14 de abril de 1967, mientras asistían a la Conferencia Interamericana en Punta del Este (Uruguay), los presidentes Lyndon Johnson y Eduardo Frei anunciaron conjuntamente la noticia de esta nueva instalación. El telescopio comenzó a operar en 1975 y ha recibido a cientos de científicos de todo el mundo que lo han visitado desde entonces. En 1995 fue rebautizado el Telescopio Víctor M. Blanco, en honor del astrónomo estadounidense de origen puertorriqueño que fuera el segundo director del CTIO. Hoy día se le conoce como el "Blanco 4m".
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FUENTE:
Escríbannos, consulten, opinen
Saludos
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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